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Dos payasos de dudosa reputación reunidos en escena en una unicidad que se vuelve inevitable

El actor, director y docente porteño Diego Starosta habla de “DOS/Un elogio escénico para el amor”, la obra que lo trae de regreso a Rosario al frente de su compañía El Muererío, un imperdible de la cartelera que se presenta este miércoles en la sala El Rayo, de Salta al 2900

La compañía teatral porteña El Muererío, surgida en 1996 y con un fuerte vínculo con Rosario desde sus comienzos, tiene en su mentor, el actor, director y maestro Diego Starosta, a uno de los realizadores escénicos más singulares de la escena nacional contemporánea. En principio, porque la búsqueda y experimentación de una poética propia lo acercan hasta el presente saludablemente corrido de las modas o de las corrientes ante las que la escena independiente suele sucumbir. Pero sobre todo, porque Starosta, que no reniega del perfil poético pero sobre todo político de su teatro, es un creador siempre desafiado por ese riesgo basal que las escénicas deben tener, al punto que en tiempos de mentiras aceptadas como verdades encaró una trilogía escénica a la que llamó Condiciones de verdad, basada en postulados del filósofo, dramaturgo y novelista francés Alain Badiou e iniciada con el espectáculo El immitador de Demmóstenes en 2017.

Ahora, el creador trae a Rosario, en el marco de un gira regional, DOS/ Un elogio escénico para el amor, la continuación del referido corpus Condiciones de verdad, que luego de su presentación de este miércoles en la sala local de El Rayo Misterioso, pasará por la capital entrerriana, la capital santafesina y la ciudad de Venado Tuerto.

“Hay un esquema numérico propio del procedimiento amoroso que enuncia que el dos fractura al uno y experimenta lo infinito de la situación. Uno, dos, el infinito. Esta numericidad estructura el devenir de una verdad genérica. Verdad de la situación en tanto que ahí existen dos posiciones disyuntas”, escribe el creador acerca de esta propuesta en la que dos payasos de dudosa reputación, reunidos en una unicidad inevitable, se proponen crear un espectáculo de variedades sobre la base de una disertación filosófica sobre el amor.

«Voy a Rosario desde los 90; por suerte estoy volviendo después de mucho tiempo gracias a la onda y a la apertura, a las puertas abiertas de la gente de El Rayo. Y es una pequeña gira por el Litoral con cinco funciones en distintas ciudades”, contó Starosta a modo de presentación de este viaje que lo trae de regreso a Rosario donde, sobre finales de los 90 y de la mano del colectivo La Comedia de Hacer Arte, llegó para participar del primer Comediazo con su recordado (y siempre vigente) Informe para una academia, sobre el cuento homónimo de Kafka.

DOS es una propuesta que parte de concepciones filosóficas sobre el amor que plantea el filósofo francés Alain Badiou que, por otra parte, tienen un montón de elementos universales; no es que plantea un idea del amor que está por fuera de lo que pueda resonar en nosotros, pero sí con algunas particularidades. Esas concepciones me interesaron como para generar una especificidad espectacular”, contó el creador acerca de este material que lo cuenta en escena y como autor sobre textos de Badiou, con supervisión dramatúrgica y dirección de Sebastián Ricci, ambos al frente de un gran equipo artístico.

Procedimientos de verdad

“No quiero aburrir a nadie, ni soy filósofo, ni voy a dar una clase magistral, ni el espectáculo pretende eso. Pero sí hay algo muy interesante que plantea Alain Badiou, que sostiene que a la filosofía no se puede arribar desde la propia filosofía, sino que la «filosofía filosofa» a través de cuatro procedimientos de verdad. Uno de ellos es la política, otro es la ciencia y más específicamente las matemáticas, otro son las artes y el cuarto es el amor. Y a partir de estos procedimientos de construcción de verdad, donde se definen las verdades en relación con el amor, él establece que por una cuestión casi aritmética el amor se define por la aceptación total de un otro diferente, no por la complementariedad, no por una unicidad, no por encontrar el complemento en ese otro/otra, sino justamente por lo opuesto que tiene que ver con que el amor, en términos de pareja y también por fuera de las parejas, es decir del amor volcado entre las personas, se define justamente por la aceptación total de una otredad y por eso el «dos»:  él dice que el dos fractura al uno en contra de la idea romántica”, planteó el creador.

Y sumó: “Vivimos en una época de redes sociales con sitios donde solemos buscar a alguien que nos conforme, que nos satisfaga, que cumpla con nuestros requisitos, que tenga nuestros mismos gustos; Badiou, todo el tiempo, está dando por tierra con eso y me parece hermoso porque además tiene que ver con algo universal del amor que va por fuera de toda norma”.

Dos payasos

Si en El immitador de Demmóstenes el actor y director tomaba como disparador conceptos del discurso político, de la oratoria, ironizando sobre la ficción que los sobrevuela y cruzándolo con el teatro como ese mismo campo ficcional, aquí el amor es transversal a todo el discurso que transita el material: “La estructura dramática del espectáculo tiene que ver con las intenciones de estos dos personajes. Para mí, en el teatro, hay premisas que nunca son fijas, pero que sí han organizado mi trabajo a lo largo de todos estos años: yo busco que los discursos dentro de la multiplicidad escénica no se reproduzcan o no se superpongan; tomé un texto que es hermoso sobre el amor pero desde mi punto de vista de construcción escénica. No tenía sentido hacer una escena que representara lo amoroso, sino buscar una escena que pudiera dialogar con lo amoroso y por eso la elección para el trabajo de estos payasos que no tienen nada que ver con la burla, ni al contrario, pero sí aportan un montón de ternura. El amor siempre sostuvo muchas cosas y estamos en un mundo que se volvió muy hostil, está muy duro en muchos sentidos, con una democracia que está muy vapuleada por el capitalismo, por el mercantilismo, donde redunda un individualismo muy fuerte, y el día a día está durísimo”.

Y en el mismo sentido, analizó el contexto de producción artística en el que surgió su último espectáculo a la fecha: “Venimos de un largo proceso como fue la pandemia que, independientemente de las consecuencias que tuvo para cada uno de los seres de este planeta, fue algo que nos atravesó colectivamente. Yo arranqué con este espectáculo en pre pandemia; empecé a escribirlo, pero lo ensayamos en pandemia. Y si bien no es un espectáculo que refiera a la pandemia, cuando lo terminamos, fue inevitable encontrar la resonancia”.

Más allá de estar solo en escena y de haber concebido un espectáculo que, lejos de la tradición del unipersonal se plantea como una experiencia escénica para un solo actor, Starosta habló de su visión colectiva del teatro: “Más allá de esta solo en escena, yo creo que el teatro realmente es una actividad colectiva y, al menos en mi experiencia, los trabajos siempre han sido colectivos. También a veces se tilda al trabajo unipersonal como un trabajo de una sola persona y en realidad es una persona que está en escena y que atrás tiene un equipo, más grande más chico, pero por lo general, en el teatro, nunca se está del todo solo. En mí recorrido siempre hice espectáculos con muchos actores y actrices, más grandes, más pequeños; pero cada tanto aparece algún unipersonal que para mí siempre fueron muy ricos. Y si bien este tipo de propuestas permiten otra movilidad, en términos artísticos, siempre me ha enseñado mucho esa soledad en el escenario para después poder trabajarla en grupo. Creo fuertemente en una dialéctica entre el individuo y lo colectivo que hace agua cuando uno separa, en esta sociedad que está totalmente individualizada, y no ve lo colectivo, o cuando la colectividad ahoga la posibilidad de la singularidad. En mi labor teatral siempre me ha enriquecido mucho saltar del trabajo de dirigir al de actuar o de dirigir un colectivo más grande a trabajar solo en el escenario, más allá de que no busco convertir en un héroe al actor que trabaja solo”.

Finalmente, en relación con un recorrido de El Muererío de más de 25 años donde cada proyecto teatral o experiencia estuvo acompañada por una serie de reflexiones surgidas de esos mismos procesos que han enriquecido no sólo su experiencia sino también la de aquellos que lo han acompañado, Starosta habló de su inmanente necesidad de correrse siempre de cualquier posible lugar de comodidad: “Sin subirme a ningún caballo, la verdad es que lo que produzco es lo que me sale y no es humildad, porque ahora estoy más grande y puedo pensar más claramente sobre eso que cuando era más joven, donde mi mirada estaba un poco más para afuera. Ahora sigue estando para afuera en términos de aprender, de observar; me refiero a términos de seguridad, de confianza y con el tiempo puedo ver que yo, por suerte, con muchos conflictos y también con muchos momentos de angustia, pude ir haciendo lo que me salía y lo que me interesaba, entonces nunca me planteé ser un rupturista de nada, nunca planteó un espectáculo para romper nada, no busco ninguna tendencia, pero sí puedo reconocer que he construido una identidad propia, que por supuesto está construida a partir de varias identidades, de historias, de personas por la que siento más afinidad. Es interesante también pensar que pasa con eso, porque en Buenos Aires, hace unos años, hay algo que parte de una especie de idea desaforada sobre la ruptura o la novedad que, contrariamente, se ha convertido en algo sumamente conservador. Hay como una especie de desmesura en la creencia de la búsqueda del acontecimiento, diría Badiou, pero que está tan forzado que es como esa propaganda de jeans Levi’s que dice «no sigas a la multitud» y todos tienen puesto el mismo pantalón”.

Para agendar

DOS/ Un elogio escénico para el amor, de Diego Starosta, se presenta en Rosario, en el marco de su Gira Litoral 2023, este miércoles, a las 20.30,  en la sala El Rayo Misterioso (Salta 2991, reservas al 341-5842730). El jueves 25, a las 21, será el turno de la Escuela del Bardo de Paraná, Entre Ríos (Av. Almafuerte 104 bis), donde repite el sábado. por su parte, este viernes, a las 21, tendrá una función en el Teatro Municipal 1° de Mayo de Santa Fe (San Martín 2020), al tiempo que el domingo 28, a las 21.30, ofrecerá la última función de la gira en El Galpón del Arte de venado Tuerto (Chacabuco 1071). elmuererioteatro.com.ar / @diegostarosta / @elmuererioteatro

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