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Dos primos baleados en el sector más carenciado de barrio Ludueña: uno murió y el otro está grave

Hugo Guantay, de 18 años, es la nueva víctima de la violencia callejera que no da respiro. Más aún en el postergado enclave de Camilo Aldao y Humberto Primo, que contabiliza tres asesinatos en los últimos tiempos. Dolor entre allegados y militantes sociales

Ludueña no gana para tragedias. Este domingo, cuando el sol todavía no había caído, desde un utilitario gris abrieron fuego sobre dos jóvenes que caminaban en la zona de Camilio Aldao y Humberto Primo, uno de los sectores más empobrecidos de ese barrio del noroeste, donde la violencia es proporcional a la ausencia de los mínimos servicios públicos. En el lugar cayó muerto Hugo Guillermo Guantay, de 18 años. Junto al cuerpo, quedó agonizando su primo Alan Correa, de 19. La demora de la asistencia médica motivó que efectivos de la Policía de Acción Táctica (PAT) lo llevaran hasta el Hospital Alberdi, y luego al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), donde este lunes continuaba con pronóstico reservado debido a una herida de arma de fuego en el cráneo. La secuencia homicida tuvo lugar frente a la mirada de efectivos de Gendarmería Nacional que caminaban la zona a pie, una presencia que, en este y anteriores casos, no disuade a los agresores.

Todo ocurrió en un enclave que ya conoce de muertes. Un lugar que por la noche se transforma en una boca de loco, por la ausencia de alumbrado público. «Así está esa cuadra, al lado de una escuela. Llena de mugre y sin luz. Eso es también es inseguridad. Eso también es violencia», expresó un vecino, palabras que fueron acompañadas de una postal nocturna donde los muros de la Escuela Nº 1027 Luisa Mora de Olguín apenas son visibles.

Boca de lobo. El ataque tuvo lugar en Humberto Primo y Camilo Aldao antes del atardecer del domingo.

 

Las llamadas al 911 arreciaron hacia las 17.50. La información oficial señala que “según indicios y testimonios recabados en la investigación, las víctimas se encontraban en la vía pública cuando fueron interceptados por un número indeterminado de personas, hasta el momento no identificadas, que se trasladaba a bordo de un vehículo” que sería una Kangoo gris. Hugo Guantay –Huguito Correa para los allegados, ya que prefería usar el apellido de su madre–cayó en el suelo herido y murió en el lugar como consecuencia de múltiples impactos de bala, unos siete, según refirió la fiscal de Homicidios Gisela Paolicelli.

Su primo Alan fue trasladado herido al Alberdi, donde los médicos constataron que presentaba múltiples lesiones de bala, y debido a su cuadro clínico fue derivado al Heca, donde esta mañana permanecía internado en terapia intensiva por un disparo en la cabeza, otro en el muslo derecho, otro que le atravesó una mano y el restante en los genitales.

En la escena del crimen los peritos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) secuestraron 11 vainas servidas calibre 9 milímetros.

Paolicelli detalló que el relevamiento de cámaras de seguridad dio negativo hasta el momento. Dijo que estuvo en el lugar y ningún vecino quiso dar ningún tipo de información. “No hay ninguna declaración útil por el momento”, refirió.

Según investigadores, los barrios Ludueña, Empalme Graneros y Larrea se encuentran inmersos en una disputa territorial relacionada al narcomenudeo, pero retroalimentada, a su vez, por la espiral de venganzas que desata cada muerte violenta.

De un lado, los pesquisas ubicaron a Francisco “Fran” Riquelme, preso en Coronda por la balacera contra una testigo en el juicio contra el presunto narco Esteban Alvarado. En el otro sobresale Mauro Gerez, quien cayó detenido la semana pasada por una causa por extorsiones y balaceras. Gerez, según los investigadores, vivió en inmediaciones de Humberto Primo y Larrea, a escasos metros de la escena del crimen de este domingo.

Por ello se baraja que quizá la balacera posterior, en Felipe Moré al 600 bis, territorio atribuido a los transeros de Riquelme, haya sido una réplica por el baño de sangre en Ludueña. Por esa cuadra, que en los últimos 40 días registró tres homicidios, desde un auto balearon una vivienda. Esta vez no hubo heridos.

Riquelme y Gerez, según fuentes de distintas investigaciones, responderían a Alvarado y Los Monos respectivamente. Así se explicaría, en líneas generales, una disputa que se despliega de manera feroz en las calles del noroeste. De los 118 homicidios que se registran en lo que va del año en el departamento Rosario, 27 ocurrieron en esos tres barrios.

Es prematuro, aún con esos antecedentes, aseverar que la muerte de Correa se enmarca en esa saga. “Me duele un montón todo lo que está pasando, no te merecías irte así, que te arrebaten la vida así. Si vos no molestabas a nadie, te la rebuscaste siempre, con tu carro o haciendo changas. Pero sin hacerle mal a nadie”, fueron las palabras de Oriana, una amiga de Huguito.

“Qué triste Ludueña. Ya no es lo mismo. Me crié en ese barrio y era tan lindo. Te entristece que maten gente inocente. Y nadie hace nada. Fuerza a la familia de Huguito”, fue el lamento de una mujer conocedora de la realidad social de ese barrio.

Desde la organización social La Hormigonera (cuya sede está en Humberto Primo y Felipe Moré) despidieron a Huguito con un poema y varias postales del chico que lo muestran parte de actividades sociales. “Arrebato injusto, la peor despedida, la impotencia más triste”, describieron la pérdida.

No es la primera vez que los vecinos de ese sector de Ludueña ven la muerte de cerca. Magdalena Nélida Acosta, de 74 años, fue atacada el jueves 21 de abril por la tarde en el Pasaje Rafaela al 5200, a metros de la escuela Luisa Olguín. Según los testigos, la mujer fue una víctima circunstancial de un ataque ejecutado por presuntos sicarios de bandas que se disputan el territorio para la comercialización de drogas. Al ver que los encapuchados comenzaron a disparar, la mujer alcanzó a gritarles que dejaran de hacerlo porque había muchos niños jugando. Para ponerla a salvo, la abuela empujó a su nieta hacia el interior de la vivienda y se tiró encima para protegerla. La mujer murió tras unos días de agonía.

También allí es recordado de Misael Godoy, muerto a balazos en mayo de 2021 mientras atendía un puesto de choripanes en los pasillos de un asentamiento en Camilo Aldao y Humberto Primo, a metros de las vías.

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Y más atrás en el tiempo, el caso de Mario Barboza. Tenía 23 años y era técnico en sonido e iluminación, oficio que había aprendido en los talleres de la capilla Santa Rita, lugar fundado por el cura Montaldo, recordado por su acción social y política al que otros íconos del barrio como Pocho Leprati y Mercedes Delgado.

Una noche de agosto de 2018 unos tiratiros lo persiguieron y lo balearon por la espalda. Según la crónica de entonces, Barboza había intercedido en una pelea y le había puesto lo puntos al hijo de un pesado del barrio que maltrató a otro pibe. Al menos esa fue una de las explicaciones que se barajó como móvil de un caso que resiste al olvido, aun con el ritmo voraz  de una violencia urbana que arroja hechos trágicos y resonantes a diario.

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