Hace 33 años la ONU declaró que cada 26 de junio en adelante sea el día en el que esa organización de países lucha contra el abuso y el tráfico ilícito de drogas. En Argentina la fecha es usada desde hace más de una década para dos campañas de comunicación. Por un lado, la de “Acompañe, No Castigue”, donde se denuncia la persecución policial, judicial y el estigma que cae sobre quienes usan drogas de venta ilegal. Y por el otro, la campaña “Ni un pibe menos por la droga”, donde se denuncian las muertes por adicciones y las disputas del tráfico y venta.
Este año, y por la pandemia, las dos campañas no podrán salir a la calle como en 2019. Irán por las redes sociales a discutir la situación de Argentina. No la tienen fácil. Además de las diferencias de cómo ven la problemática y las posibles soluciones el sistema está, según la titular de Sedronar, Gabriela Torres, devastado.
“Tenemos que ver cómo armamos una red de asistencia antes de hablar de regulación de drogas y pensar en una prevención que no existe”, había dicho la funcionaria en febrero cuando visitó Rosario. Según Torres, la Nación había dejado de hacer encuestas de qué se consume en el país durante el macrismo por falta de fondo o interés. “También tenemos que discutir qué modelo de sociedad hace que consumamos como consumimos”, insistió Torres.
Y acá
En Santa Fe la red o sistema de asistencia de la que habló Torres son los 774 centros de salud públicos y los 83 espacios de atención en adicción o consumos problemáticos de drogas privados que asisten a personas con obras sociales o que las reciben a través de convenios con el Estado. En los públicos no hay discriminación de quien recibe tratamiento o participa de los dispositivos terapéuticos. En la gestión privada es distinto. Según un relevamiento de la provincia de 2018, uno de cada cuatro lugares no recibían a mujeres, mujeres embarazadas o con hijos e hijas, y tampoco a población LGTBIQ+.
A este panorama la pandemia del 2020 sumó el aislamiento. Los centros de salud -donde deben atender problemas de consumo y salud mental como cualquier accidente o resfriado- siguieron abiertos, pero limitaron la atención a los casos que no podían resolver por teléfono. Intentaron por todos los medios atender a distancia cuando las personas contaban con los aparatos y la conexión. Los espacios privados o con aportes estatales tuvieron que seguir un camino parecido, pero con problemas.
Barómetro
Un ejemplo de cómo cambió la atención en adicciones y consumos problemáticos en Rosario fue La Estación, un espacio ubicado en Gálvez al 800 para quienes sienten tener un consumo problemáticos. Depende de la Municipalidad desde 2016. En marzo las autoridades pusieron a la mitad de su equipo de trabajo (profesionales en medicina, psicología, psiquiatría y terapistas) a mantener la atención, pero solo con encuentros individuales. Desactivaron las actividades grupales y sostuvieron la asistencia alimentaria al mediodía. La otra mitad del equipo fue a trabajar a los refugios que la Municipalidad y la provincia abrieron para las personas en situación de calle durante las primeras semanas del aislamiento.
Hoy La Estación atiende los lunes, miércoles y viernes de 9 a 17 de forma individual y siguiendo los protocolos de distanciamiento e higiene. Los martes y jueves ceden sus salones a un emprendimiento del programa de capacitación y producción alimentaria del Nueva Oportunidad.
“Nunca dejamos de atender, aun con las limitaciones por el aislamiento”, dijo a El Ciudadano, la directora de Salud Mental, Paola Cocconi y aclaró que la Municipalidad y la provincia avanzan en protocolos para que los espacios de atención vuelvan a abrir sus puertas sin poner en riesgo a nadie.
Desde La Estación reciben consultas telefónicas al 4808797 y en casos de emergencias derivan a los centros de salud públicos. Si las personas tienen obra social y la posibilidad de tratamiento es ambulatorio les ofrecen atenderse en alguna de la decena de organizaciones privadas de Rosario con las que tienen convenios.
Una de organizaciones en convenio es el Programa Andrés. Su secretario, Antonio Tesolini contó que el aislamiento por covid-19 agudizó problemas de consumo en general y afectó a quienes ya venían golpeados por el macrismo: sectores de menores ingresos, población LGTBIQ+ y personas en situación de calle. “Sin trabajo ni contención, los problemas de consumo crecieron. La pobreza siempre tiene un efecto eco en consumos y salud mental. También fuimos precarizados quienes trabajamos en la atención. Fuimos afectados en nuestra capacidad y seguro repercute en cómo abordarmos los casos”, explicó.
De fondo
Semanas atrás, un grupo de espacios de atención en consumos problemáticos y salud mental de Rosario sacaron un comunicado expresando su preocupación por no considerarse dentro de la agenda sanitaria del gobierno nacional y provincial. Denunciaron que mantuvieron tareas de contención territorial que los gobiernos no estaban acompañando con fondos.
“El distanciamiento social fue y es la estrategia bajada por los gobiernos. En quienes son usuaries de drogas y buscan atención significó más abandono de quienes ya tienen el estigma de consumir. No es gratuito. La ley de drogas sigue habilitando que se les trate como delincuentes”, describió Tesolini.
Manos
Si vos, alguien de tu familia o una amiga o amigo necesitan escucha, asistencia o acompañamiento por consumo problemático y adicciones, podés llamar al 141, línea gratuita que atiende las 24 horas, todos los días del año.