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Dudan de la eficacia del botón antipánico en casos de violencia de género

El caso de Carla Soggiu puso sobre el tapete el funcionamiento del sistema. La mujer que apareció muerta en el Riachuelo tras accionar el sistema en dos oportunidades, dejó abierta la polémica. Advierten que la tecnología tiene que estar acompañada por una respuesta rápida al pedido de ayuda

El caso de Carla Soggiu, la mujer que apareció muerta hace una semana en el Riachuelo después de haber accionado el botón antipánico, situación que investiga la justicia y la Policía de la ciudad de Buenos Aires, reavivó el debate sobre el uso de estos dispositivos en casos de violencia de género, donde la tecnología y la respuesta temprana “son esenciales para su efectividad”, dijeron un especialista en software y una víctima.

Soggiu, de 28 años, era una de las 3.260 mujeres que portaba el teléfono táctil adaptado para emergencias que entrega la Policía de la Ciudad cuando la justicia lo dispone.

El dispositivo tiene una función de SOS, otra de consulta al Centro de Monitoreo de Alarmas Fijas y Móviles de la Policía de la Ciudad y un chat que se despliega si la víctima no puede hablar, y también permite sacar fotos, filmar y grabar.

Así lo explicó a Télam Mariana Urtasun, responsable del Centro de Monitoreo, quien agregó que el protocolo indica que un “móvil policial tiene que ir, corroborar su integridad física y mientras tanto, estamos en comunicación por teléfono con la víctima, hasta que llega el oficial y nos informa la situación”.

En caso de Soggiu, tanto la justicia como a nivel interno de la Policía, se investiga “si se cumplió el proceso y con el protocolo”, confirmaron a Télam desde el área de prensa policial, y anticiparon que “hasta que no se revise esta situación” no darán mayores detalles.

Hasta ahora, las pesquisas judiciales determinaron que cuando desapareció el martes, la joven activó a las 21.07 el botón, llamó a la central y dijo que estaba “sentada sobre barro” y con “la cara tapada”.

 

Nadie fue en su ayuda

“Me perdí”, aseguró Soggiu en un momento de su diálogo de 48 segundos con la operadora, pero no hay constancia de que un móvil haya ido a buscarla, y parte de las averiguaciones apuntan a saber dónde activó el botón.

Y allí surge el primer aporte al debate: “La parte tecnológica tiene que estar unida a la respuesta temprana. Si no, no sirve”, aseveró a Maximiliano Ríos, de la empresa Unidata, que se especializa en soluciones GPS y que provee de botones antipánico al municipio bonaerense de Merlo.

Ríos, especialista en software, vive ahora en Chicago, Estados Unidos, y allí trabajó con el 911 de Texas en el diseño de un soporte tecnológico aplicado a “un millón de botones”.

El que su empresa entregó a la comuna de Merlo “tiene una tecla de SOS y seguimiento con GPS. La solución está atada al presupuesto que solicitaron”.

De acuerdo a su experiencia “uno de los mejores sistema es el que se usa en Nueva York, porque el dispositivo “es chico, simple de usar; cuando se presiona manda la señal y entonces comienza un seguimiento inmediato de la persona que lo accionó, y el mismo botón la pone en contacto con un operador y emite una alarma sonora que puede ser una mujer gritando a viva voz.”

El experto consideró que “la limitación que hay en Argentina y en algunos otros lugares, es la señal, porque si no hay 3G no se puede implementar”.

 

“Es un placebo”

Para Marina Benítez Demtschenko, abogada y presidenta de la fundación Activismo Feminista Digital, y portadora de un botón otorgado por el departamento judicial de La Plata por ser sobreviviente de violencia de género “se trata de un placebo, no es una protección”.

Ella tiene un software que se descarga en el celular que permite llamar “sólo si lo haces desde tu domicilio” y enviar mensajes de texto “cuando estás fuera de tu casa dando dirección de donde estás y explicando por qué lo activas”.

“En un momento crítico y desesperante es muy difícil de usar. Opto por llamar al 911 porque hay operadores que responden, con el botón nadie te contesta, ni siquiera un bot”, señaló la profesional.

Y Ríos coincide: “Una persona en shock no puede mandar un SMS. Es inaceptable. Por eso insisto en que la respuesta tecnológica sirve si va acompañada de respuestas inmediatas desde las centrales”.

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