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Misterio

Dudas sobre doble crimen en Jujuy

La investigación sobre los dos predicadores evangélicos radicados en Rosario que fueron asesinados en el norte del país fue criticada ayer por sus allegados. Hoy se reunirán con el ministro de Justicia de la Nación en busca de respuestas.


Hace dos semanas, dos predicadores evangélicos radicados en Rosario fueron hallados sin vida en la localidad Fraile Pintado de Jujuy. Ambos fueron ejecutados de un tiro en la cabeza, a corta distancia, y sus cuerpos estaban maniatados y en cuclillas bajo un puente cuando los encontró la Policía. Ayer, pastores y familiares de las víctimas realizaron una conferencia de prensa en el bar Distrito Siete para denunciar falencias en la investigación, y pedir el cambio de carátula y que se exhumen los cuerpos para una nueva autopsia. Además, anunciaron que hoy se reunirán con el ministro de Justicia de la Nación, a quien le pedirán un abogado que los habilite a presentarse como querellantes.

Ambos predicadores habían viajado a la iglesia de Jorge Vega de Formosa y luego a Jujuy, donde visitaron la localidad de Fraile Pintado para recorrer distintas iglesias. Así lo explicó ayer Javier Espindola, pastor evangélico y padre de Manases Espíndola, una de las víctimas, quien tenía 21 años y vivía en el asentamiento rosarino conocido como La Bombacha, ubicado en zona noroeste. También dijo que Orlando Patuto, de 48 años y asesinado junto a su hijo, vivía con él desde septiembre y que ambos hacían el mismo trabajo: predicar la palabra del evangelio.

Según reconstruyeron sus allegados después de conocer el doble crimen, Espíndola y Patuto viajaron junto a otras seis personas desde Formosa hasta la Iglesia Evangélica Escalera al Cielo para realizar actividades misioneras en la zona de Fraile Pintado, ubicada a unos 100 kilómetros de la capital jujeña. El martes 10 de enero, un hombre que se presentó como Juan y dijo pertenecer a una cooperativa de desmalezamiento los pasó a buscar para pedirles ayuda, por un hermano que tenía problemas personales en San Pedro (a 30 kilómetros de allí). Ambos accedieron a acompañarlo para orar por su familiar y se subieron a un Chevrole Aveo. Esa fue la última vez que los vieron con vida.

Durante la tarde de ese día, como no tuvo noticias, el pastor Vega comenzó a sospechar e intentó comunicarse con sus celulares, pero no obtuvo respuestas. Por eso, realizó una denuncia en la seccional 40ª y los uniformados iniciaron una búsqueda que terminó tres días después de la peor manera. Sus cuerpos fueron hallados el viernes por la tarde maniatados, en cuclillas, golpeados y con sendos tiros en la nuca bajo el Puente Negro, cercano a Fraile Pintado.

“El día martes salieron a orar por una persona que los fue a buscar y no volvieron más. Después nos avisaron que se habían perdido. Y el viernes encontraron los cuerpos”, dijo el padre de Espíndola ayer en rueda de prensa. “Nos dijeron desde la Brigada que recién el sábado les hacían la autopsia. Y pese a que insistimos en ver el cuerpo no nos lo permitieron. Incluso fuimos a la morgue y tampoco. Después nos dijeron que nos iban a dar los cuerpos en cajón abierto, pero estaba sellado. No nos dieron ninguna información de ninguna índole”, agregó.

A su turno, el pastor Cabrera, quien acompañó a Espíndola en la conferencia de prensa, sintetizó: “La Fiscalía de allá no está trabajando bien, hay cosas oscuras y falta de información”.

Al respecto dijo que “hay muchas falencias en la investigación. Ellos tienen caratulada la causa como homicidios y nosotros queremos cambiar la carátula porque creemos que fue un secuestro con tortura y muerte. Encontraron los cuerpos maniatados y torturados en un lugar transitado a poca distancia de un destacamento de Gendarmería”. Por eso, entre los reclamos quieren pedir que se realice una nueva autopsia: “Dijeron que no se les mostró el cuerpo por la situación que estaba, porque en el lugar había animales. Nos llama la atención que la gente que estaba allá muestra fotos del cuerpo sin el rostro. Y si había animales ¿sólo se concentraron en el rostro? Nos queda la duda”, se preguntó Cabrera que especuló: “Aquí hubo algo más. No fue sólo una muerte más”.

Esas cuestiones serán las que hoy le plantearán al ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, con quien acordaron un encuentro: “Queremos claridad en la investigación, conocer lo que pasó. Queremos Justicia. Sabemos que estamos a mucha distancia del lugar, pero vamos a estar ahí firmes”, concluyó. La única pista poco firme que trascendió fue una venganza contra Patuto, quien estaba preso durante el sangriento motín del penal bonaerense de Sierra Chica, en 1996. pero pasaron más de 20 años y nunca más volvió a ser detenido, por lo que sus allegados lo descartan. Hasta ayer no había sido apresado, ni identificado el hombre que se llevó a los pastores y cuyo identikit ya fue hecho.

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