En su libro Nada de lo que sucede se olvida, la artista plástica Rosana Cassataro, hija de desaparecidos de la última dictadura militar, presenta una historieta que refleja el desasosiego de las familias de los desaparecidos por no saber dónde están, y convoca a que esos familiares se acerquen a dejar su muestra de sangre para avanzar en la identificación de unos 600 restos óseos hallados en fosas comunes e individuales que aún faltan identificar.
“Sin un cuerpo el duelo se procesa de otra manera, acompañando a los que encuentran (el cuerpo de su familiar desaparecido)”, dice con emoción Rosana Cassataro, artista plástica y autora de Nada de lo que sucede se olvida, volumen publicado por la Editorial MeVeJu de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia, con diseño de Mariano Morello, en donde se refleja la presencia del “desaparecido” en la rutina del familiar que lo busca y cómo esa “ausencia” está presente en la ciudad.
La también docente, integrante del colectivo Faro De La Memoria y militante de H.I.J.O.S Mar del Plata puso en este trabajo su arte y su historia, ya que ella es hija de Daniel Cassataro y Alicia Ramírez Abella, ambos militantes Montoneros, desaparecidos en diciembre de 1977 tras ser secuestrados junto a sus dos hijas, Juliana y Rosana.
El libro tiene prólogo de Mariana Eva Pérez, quien fue secuestrada en octubre de 1978, a los 15 meses de vida, junto a su madre, Patricia Roisinblit, que estaba embarazada y dio a luz en la ex ESMA a un niño, que fue apropiado y recuperó su identidad recién en 2000. El padre de Mariana Eva, José Manuel Pérez Rojo, también fue secuestrado en octubre de 1978 y junto a su mujer, ambos militantes de Montoneros, siguen desaparecidos.
Contar la búsqueda y espera que se vive cuando se tiene un familiar desaparecido
Sobre cómo surge Nada de lo que sucede se olvida, la artista plástica dice: “La primera publicación de la realizó en 2012 la por entonces Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, cuando Matías Moreno asumió la Dirección del Programa Memoria Verdad Justicia. En aquel momento se relanzaba la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y la historieta funcionó como contenido para la difusión de la campaña. Matías Moreno, que hoy dirige la Subsecretaría de DDHH e inaugura la Editorial MeVeJú me convoca a reeditar la historieta, con otro formato y ampliando su contenido para mostrar también el proceso de construcción del Panteón Memoria Verdad Justicia, un lugar que construimos para albergar los cuerpos identificados por el EAAF en el Cementerio Municipal de la Loma en Mar del Plata.
Esta historieta fue construida a partir de una serie de pinturas que realicé durante el período 2002-2012 y que, al ubicarlas juntas para una exposición, pude ver la historia que contaban de forma muy clara, y fue entonces que la preparé como historieta. Es un formato que permite contar una historia y difundirla masivamente, que es nuestra intención en este caso”, y agrega sobre lo que busca contar: “La historieta cuenta el estado de permanente búsqueda y espera que se vive cuando tenés un familiar desaparecido. Y también esa sensación de que lo que estamos buscando no se encuentra muy lejos, porque de alguna manera tenemos la certeza de que los cuerpos de las y los desaparecidos fueron ocultados en el mismo territorio que habitamos”.
La identidad: una base sólida desde donde construir un andamiaje
En la historieta se refleja el desasosiego de la duda que tiene un personaje que se pregunta ¿dónde están? En ese marco, ¿qué implica la identidad o cómo se arma esa identidad con una historia así? Cassataro responde: “La identidad funciona como base sólida donde construimos todo el andamiaje de afectos, actividades y sentires que forman nuestra vida. La duda de alguna manera te hace sentir que quizás esa base se puede desmoronar algún día.
En Argentina los organismos de Derechos Humanos han trabajado arduamente para que la identidad sea un derecho garantizado y hoy podemos decir que se han convertido en políticas de estado”, y sobre si en la historieta está presente la propia historia, la autora señala: “Fuimos secuestradas junto a mi hermana Juliana, mi mamá y mi papá en el año 1977 por las fuerzas armadas conjuntas, quienes además se llevaron todo lo que teníamos adentro de la casa en un camión del ejército. Luego, supimos que la casa la ocupó una enfermera de Campo de Mayo por mucho tiempo, hasta 2005. A nosotras nos tuvieron un mes desaparecidas hasta que nos llevaron a la Casa del Niño en La Plata, con un acta fraguada como si nos hubieran encontrado abandonadas en la calle. Mi familia no se enteró de nuestro secuestro hasta que nos encontró mi tío abuelo buscando a su nieto de 5 meses, que también había sido secuestrado junto con sus padres. Ocho son las y los integrantes de la familia secuestrados, y continúan desaparecidos. Todas las y los hijis fuimos encontrados y criados por abuelos, que mientras nos llevaban al jardín y a la escuela se organizaban con la esperanza de rescatar a nuestros padres con vida”.
El objetivo de Nada de lo que sucede se olvida es impulsar a que quienes tienen dudas se acerquen a dar una muestra de sangre para contrastar con las muestras de los 600 cuerpos aún sin identificar. En relación a este aspecto, la historietista subrayó: “Lo pensamos como contenido de difusión de la campaña del Equipo Argentino de Antropología Forense que necesita de la muestra de sangre de las familias víctimas del terrorismo de Estado para poder identificar los más de 600 cuerpos encontrados en fosas comunes y que aún no han podido ser identificados. Se firmó un convenio para que todos los hospitales funcionen como Centros de toma de muestras, y así se facilite a las familias el trámite que de por sí, no es emocionalmente fácil. En 2001, cuando me enteré que podíamos encontrar a nuestros papás, ya no con vida pero al menos muertos, di muestra de sangre pero sin resultados. Eso también puede pasar”.
Finalmente, acerca de cómo se procesa el duelo sin un cuerpo, Cassataro apuntó que “se procesa acompañando a quienes encuentran. Creo que las pinturas que forman parte de la historieta son parte del proceso de «digestión» y entendimiento, que es una especie de duelo: la aceptación de que quizás nunca los vas a encontrar. Entonces, eso que nos enseñaron nuestras abuelas: que la lucha siempre es colectiva, esa familiaridad instantánea que sentimos entre hijis, nos hace vivir como propio cada restitución de un nieto, cada recuperación de un cuerpo, cada sentencia a los genocidas se siente propia. El Panteón Memoria Verdad Justicia es la muestra de ese gesto: ese lugar que sirve para resguardar los cuerpos de quienes se pudieron encontrar e identificar, que funciona como símbolo de los que no van a ser encontrados. Otro elemento que ayuda al duelo es la reparación. Los juicios que se pudieron hacer a partir de la nulidad de las leyes de impunidad que impulsó Néstor Kirchner; su pedido de perdón en nombre del Estado; toda la política de Estado que puso a la lucha por los derechos humanos como plataforma que garantiza la democracia y los gobiernos de Néstor y Cristina que nos hicieron vivenciar el proyecto político que soñaban les 30 mil. Todo ayuda a hacer el duelo”.