Un día después de que la última corrida cambiaria acelerara la eyección del titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, y su reemplazo por el ahora ex de Finanzas Luis Caputo, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, encabezó este jueves una conferencia de prensa que tuvo por interlocutores a banqueros y financistas del «mercado»: el programa económico no se cambia, dijo el funcionario a la par de confirmar una política de «dólar flotante» con alguna intervención extraordinaria de la entidad monetaria y el desarme paulatino de la bomba de las Lebacs mediante su reemplazo por letras del Tesoro a más largo plazo. Dujovne admitió que el equipo económico perdió la confianza de los operadores financieros y, por las dudas, enfrió cualquier expectativa de rápida salida de la crisis: el acuerdo con el FMI «no es una solución mágica», avisó.
El ministro de Hacienda, que tras los cambios en el gabinete se quedó con el área de Finanzas –rebajada de Ministerio a Secretaría–, confirmó que en la noche de este jueves se comunicó con la directora del FMI, Christine Lagarde, y «otros funcionarios» de ese organismo para ponerla al tanto de las movidas de nombres en el equipo económico. Fuentes citadas por medios porteños indicaron que fue al revés: el Fondo, al menos, sugirió que Caputo quedara al mando del Central.
“A partir del miércoles, cuando el directorio del Fondo apruebe el programa con la Argentina, vamos a recibir 7.500 millones de dólares para gastos presupuestarios. El resto de los 15 mil millones estarán dirigidos a fortalecer las reservas”, explicó Dujovne en un intento por dar señales de alguna estrategia oficial horas después de que todos los operadores económicos calificaran las intervenciones del Central como «inentendibles». El plan oficial es usar ese primer giro del Fondo para desarmar la bomba de las Lebacs (del Central) a través del canje por letras del Tesoro con plazos más largos de vencimiento. “Esa liquidez va contribuir de manera muy importante a disminuir estas turbulencias del mercado cambiario”, prometió el titular de Hacienda.
Dujovne admitió que «la volatilidad que tuvo la moneda (el peso) en los últimos días responde a varios factores y uno de ellos es la confianza» perdida en el equipo económico por parte del mundo de las finanzas. El ministro, que en la crisis acumuló margen de maniobra y poder, avaló los cambios en las primeras líneas: afirmó que «un paso fundamental para recuperarla es la designación de Caputo al frente del Banco Central».
Pesada herencia y Cambiemos sin cambio
EL titular de Hacienda insistió en remitir las causas del reciente colapso de variables macroeconómicas al pasado, incluso al más lejano, al tiempo que bajó la ansiedad por una rápida salida. «El Fondo Monetario no es una solución mágica. Argentina tiene problemas económicos desde hace 70 años y los estamos enfrentando con un gobierno que dice la verdad y está dispuesto a pagar los costos que hagan falta», repitió los argumentos oficiales.
El ministro insistió que enpese a los reveses, el norte del gobierno no se cambia: «Anoche (por la del jueves) estuve en diálogo permanente con la presidente del Fondo Monetario y otros funcionarios. Tuvimos un excelente diálogo y reiteramos que el programa no se altera. Recibimos el apoyo del Fondo ante los cambios».
Inflación y mea culpa
«Sabemos que no hemos podido bajar la inflación al ritmo que hubiésemos deseado», admitió ante la evidencia Dujovne, cuando hasta el memorando del FMI pauta un aumento generalizado de precios al cabo de este año de 27 por ciento como mínimo. Y hasta un 32 de máxima como permiso sin que se caiga el acuerdo. El ministro prometió que el desmadre será contenido por el gobierno: «Siempre hemos tomado medidas para que eso no impacte en la pobreza, protegiendo a los más vulnerables. Es así que el nivel de participación en el gasto social es el más alto de la historia argentina». Y confesó que «hemos incluido en el acuerdo con el Fondo una cláusula inédita que nos permite relajar la meta para programas sociales».