Los trabajadores de la histórica fábrica La Nirva, que elabora el alfajor Grandote, coronaron su empeño en mantener las fuentes laborales de la planta ubicada en la localidad bonaerense de Lomas del Mirador, en el Partido de La Matanza, con el permiso y la habilitación nacional para volver a producir. La esperanza vuelve al final de un proceso de cierre, deudas salariales y concurso de quiebra por parte de los empresarios. Ahora, con los empleados en la dirección.
La buena noticia llegó de la mano del visto bueno del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) para funcionar como cooperativa.
“Los compañeros de La Nirva estamos llenos de emociones, porque ya somos cooperativa. Nos costó empezar este camino de lucha en el que no teníamos experiencia, nuevo para cada uno de nosotros”, publicó una cooperativista en una red social. “Pasamos días de incertidumbre sin saber qué iba a pasar”, recordó. El 80 por ciento de los 65 empleados que ahora serán los dueños del emprendimiento son mujeres.
El salto es grandote, como el alfajor: en agosto último, durante una de las últimas audiencias que los trabajadores mantuvieron con los ex propietarios de la fábrica en el Ministerio de Trabajo, se les había ofrecido apenas el pago de el 12 por ciento del total de la deuda salarial, que en ese momento sumaba diez meses.
La Nirva había cambiado de propietario en 2017, cuando el Grupo Blend, hasta ese momento dedicado al catering empresarial y a la producción de viandas, compró la compañía de alfajores con más de 45 años de historia a las tres familias que la manejaban: los Cavallo, los Fernández y los Conde.
Cerró la fábrica de alfajores Grandote tras dos meses sin abonar sueldos
El traspaso patronal no fue beneficioso para los trabajadores. Los nuevos dueños argumentaron que el margen que dejaba el alfajor Grandote era bajo, porque competía por precio con otros productos de la misma categoría como Guaymallén. Agregaron que estaban en un proceso de recomposición de precios, que la planta tenía altos costos de producción y había caída del consumo. Iniciaron una reestructuración que tuvo como uno de sus blancos a la planta laboral, entonces de 140 empleados que fueron reduciendo progresivamente a menos de la mitad. Así hasta octubre de 2018, cuando las instalaciones de Lomas del Mirador quedaron inactivas. Un mes después, La Nirva en manos de Blend pidió la apertura de su concurso preventivo. Acumulaba deudas en servicios públicos y un litigio con los anteriores propietarios y fundadores de la firma.
“Parecía imposible, pero hoy La Nirva produce gracias a cada trabajador que la puso a funcionar, sin patrón”, expresó la trabajadora, ahora también empresaria, en referencia a los meses de pelea por los que atravesaron los empleados, que no bajaron los brazos a pesar de la deuda que los ex dueños de la firma mantenían con ellos y de la pandemia, que complicó los tiempos para que saliera la habilitación.
Según datos de la Asociación de Distribuidores de Golosinas y Afines, se consumen 70 alfajores por segundo en Argentina, y es la golosina más comprada. El contexto económico de los últimos años, agravado por la pandemia, trastocó ese mercado que es interno y de exportación (se vende a unos 30 destinos extranjeros) y una insignia de la industria alimenticia nacional. En el mercado conviven grandes elaboradoras y artesanales, con segmentos que van del bajo costo a los premiums. Todo un desafío para los trabajadores de La Nirva, ahora dueños del negocio con la marca Grandote.