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Dura homilía del arzobispo porteño ante el presidente Macri

El cardenal Mario Poli reclamó atención del Estado hacia los sectores "más débiles" y advirtió sobre "una justicia distributiva largamente esperada", al tiempo que elevó un fuerte reclamo en contra del proyecto de despenalización del aborto que se debate en el Congreso nacional

El arzobispo porteño, Mario Poli, pronunció este viernes una dura homilía ante el presidente Mauricio Macri y su Gabinete en el marco del Tedeum por el aniversario de la Revolución de Mayo, en la que reclamó atención del Estado hacia los sectores «más débiles» y advirtió sobre «una justicia distributiva largamente esperada», al tiempo que elevó un fuerte reclamo en contra del proyecto de despenalización del aborto que se debate en el Congreso nacional.

«Dios está nombrado en el preámbulo de la Constitución Nacional pero nos olvidamos de que existe, que está siempre dispuesto a escucharnos cuando lo invocamos y a protegernos cuando lo necesitamos. Pareciera que lo dejamos al margen de las decisiones, confiamos sólo en nuestra capacidad, en las estrategias y ecuaciones sin que dominemos todas las variables y nos afirmamos en nuestra corta experiencia sin tener en cuenta la memoria histórica del país que algo tiene que enseñarnos», sostuvo Poli, primado de la Iglesia Católica, en un mensaje dirigido al gobierno de Cambiemos.

En este sentido, el prelado advirtió que «en los tiempos de crisis y desencuentros entre los argentinos no dominan las fuerzas económicas sino las espirituales», porque sino no se puede explicar cómo durante mas de 200 años el pueblo atravesó «con paciencia y virtud laboriosa los momentos oscuros, a veces sobreviviendo a sostenidos periodos de confusión, a la carencia de medios básicos y al flagelo de desocupación, dando lugar a los humillantes rostros de la indigencia, paradójicamente en una tierra rica de recursos naturales».

«Este pueblo que todo lo toleró sin perder la esperanza de un mañana mejor confiando en una justicia distributiva largamente esperada. Su lección nos alienta a pensar que nuestra Nación siempre tiene destino», apuntó el arzobispo de Buenos Aires.

Poli comenzó la homilía con un sugestivo pasaje bíblico, en el que se relata cómo el rico Zaqueo de Jericó cobraba a su pueblo impuestos para los romanos y, en ese marco, subrayó: «La indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres no pasan inadvertidos a los ojos de Dios, que sí se acuerda de los pobres y no olvida su clamor».

Ante la mirada atenta de Macri y de su esposa, Juliana Awada, el sucesor de Mario Bergoglio remarcó además que «los cambios sociales y culturales se dan en procesos que demandan tiempo que nos trasciende y superan los periodos de gobiernos e incluso de generaciones», por lo que pidió «desconfiar de los logros instantáneos y recetas prometeicas».

Sin embargo, remarcó que «mientras dura ese proceso, el primer deber del Estado es cuidar la vida de sus habitantes, especialmente de los débiles, los pequeños, los pobres y marginados, los enfermos y los ancianos abandonados, porque son los más pobres de los pobres».

«Si comenzamos hoy, dentro de 10, 15 o 20 años se verán los frutos. No podemos someter el tiempo, pero sí continuar unidos por el bien común», aseguró el arzobispo de Buenos Aires.

Por otro lado, en su mensaje en la tradicional ceremonia en la Catedral Metropolitana, Poli advirtió que «la defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara y firme» y remarcó que «cuidar la vida de punta a punta de la existencia es querer ser Nación».

«La defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada porque allí esta en juego la dignidad de la vida humana», sostuvo Poli en alusión al proyecto de despenalización del aborto que se votará el próximo 13 de junio en la Cámara de Diputados.

En este sentido, remarcó que «ante el bello e inefable don de la concepción, si la propuesta es optar por una u otra, en esta bendita tierra austral, apostamos decididamente a que vivan las dos» y recordó palabras del papa Francisco al remarcar que «igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación y la trata de personas».

«En la Argentina bicentenaria, no sobra nadie, todos son necesarios e importantes, por lo que ninguna persona debe ser excluida de la fiesta de la vida, hasta el más humilde y olvidado de la Patria profunda», completó.

Macri estuvo acompañado por Awada; la vicepresidenta Gabriela Michetti; el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo; el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, además de integrantes del gabinete nacional, legisladores, funcionarios judiciales, embajadores y representantes de distintas instituciones religiosas, entre otros.

Tras compartir un chocolate caliente con funcionarios, el presidente caminó desde la explanada de la Casa Rosada hacia la Catedral minutos antes de las 10:00 y, durante el trayecto, efectivos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad rindieron con banderas, bandas y escoltas, los honores correspondientes.

Antes del oficio, Macri y Poli dejaron una ofrenda floral en el mausoleo donde se encuentran los restos del General José de San Martín y a su término el presidente se dirigió a la Quinta de Olivos, donde compartió un locro con funcionarios y empleados.

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