La Liga Árabe impuso ayer severas sanciones económicas a Siria para obligar al régimen de Bashar al Assad a detener la sangrienta represión de la revuelta popular, que desde marzo ha dejado 3.500 muertos según la ONU.
Se trata de las primeras sanciones económicas de tal magnitud que la Liga Árabe adopta contra uno de sus miembros.
Las sanciones, propuestas el sábado por los ministros de Economía de esta organización, fueron adoptadas en una reunión de cancilleres árabes realizada ayer en El Cairo.
Éstas congelan las transacciones comerciales con Siria y las cuentas bancarias del gobierno en los países árabes, la suspensión de vuelos entre esos países y Siria y la prohibición para los responsables sirios de viajar hacia los países árabes.
Las medidas sobre las transacciones comerciales y cuentas bancarias entrarán en vigor “inmediatamente”, precisó el primer ministro qatarí Hamad ben Jasem al Tani, cuyo país preside un comité ministerial árabe sobre Siria.
La entrada en vigor de las demás sanciones será fijada la próxima semana.
De los veintiún miembros de la Liga –sin contar a Siria, suspendida a mediados de noviembre– diecinueve votaron a favor de las sanciones, en tanto que Irak y Líbano optaron por “disociarse” de la votación, precisó el jeque Hamad.
Según Hamad, el ministro de Relaciones turco Ahmet Davutoglu, que participó en la apertura de la reunión, aseguró que Turquía también aplicaría las mismas sanciones contra Siria.
La economía ya está afectada por sanciones europeas y estadounidenses y las medidas similares adoptadas por la Liga Árabe podrían asfixiar a Siria, la mitad de cuyas exportaciones y un cuarto de sus importaciones tiene como destino u origen los países árabes.
El régimen de al Assad ignoró los ultimátums de la Liga y se limitó a acusar a los árabes de querer “internacionalizar” la crisis en Siria. El canciller sirio, Walid Mualem, acusó a los árabes de favorecer una “intervención extranjera” en Siria, tras su decisión de acudir a la ONU para ayudarlos a encontrar una solución a la crisis.
“Todo lo que hacemos es para evitar una solución que venga del extranjero” replicó el primer ministro qatarí. Pero “si la comunidad internacional ve que no tratamos el asunto de forma seria, no puedo garantizar que no haya intervención extranjera”, añadió.
A todo esto, la represión sigue incesante. Las fuerzas de seguridad mataron ayer a 23 civiles, principalmente en la provincia de Homs y en Damasco, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).
Por otra parte, el ejército sirio libre (ASL), que reivindica unos 20.000 desertores y cuyo jefe Riad el Assad está en Turquía, ha multiplicado los ataques contra los soldados y las fuerzas de seguridad encargadas de la represión, dejando unos cincuenta muertos desde el jueves, según la OSDH.