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Economía y política: la verdadera naturaleza de las cosas entre dos graves epidemias

La pandemia generó problemas personales y familiares por el encierro y en la mayoría dejó una sensación de angustia, incertidumbre y frustración por proyectos incumplidos o por la disminución de ingresos reales. Estos factores explican el “voto bronca” y el ausentismo que mostró la última elección

Humberto Zambon (*)

 

Que la economía, tanto la real y cotidiana como la teórica, y la política están íntimamente unidas no es ninguna novedad. Prueba de ello es que desde sus orígenes y hasta fines del siglo XIX la teoría económica se denominó “economía política”, término que es más preciso que el otro respecto a la verdadera naturaleza de las cosas. Esa unidad entre la economía real y la política la recordó Bill Clinton en 1992 cuando en su carrera política lanzó su famoso slogan contra George Bush: “¡Es la economía, estúpido!”. Pero mucho antes que Clinton, la describió el polaco Michal Kalecki en un artículo publicado hace casi 80 años y que tituló: “Los aspectos políticos del pleno empleo”. Y lo ha vuelto a descubrir el gobierno popular con el reciente resultado de las Paso.

Es que la economía de nuestro país, y la de América latina en general, viene de sufrir dos graves epidemias. La primera fue la restauración neoliberal-conservadora; la segunda, la del covid-19, que todavía no ha pasado pero ya existen serios indicios de recuperación económica y social, aunque sus efectos todavía no han llegado al bolsillo de la gente.

Respecto a la primera, el gobierno de Mauricio Macri, que fue la tercera experiencia neoliberal, luego de la de Videla-Martínez de Hoz y de la “convertibilidad” de Cavallo (con Menem y De la Rúa), comenzó en forma similar a las anteriores: con las promesas de terminar con los desequilibrios, en especial el fiscal; disminuir drásticamente a la inflación (“La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar”) y llegar con “pobreza cero” al final de su mandato; libertad económica, con un mercado sin regulaciones y una lluvia de inversiones que traerían trabajo y bienestar, aunque para hacerlo posible había que flexibilizar la relación laboral.

El libre comercio generó una “lluvia” de importaciones de bienes de consumo que destruyó a la industria nacional y aumentó fuertemente el desempleo; el desequilibrio del comercio exterior se cubrió con endeudamiento externo. En lugar de inversiones genuinas vinieron capitales especulativos, y retornó la “bicicleta financiera”. Igual que en las experiencias neoliberales anteriores, los resultados fueron desindustrialización, fuga de capitales y endeudamiento externo.

Al terminar el período de gobierno la deuda externa había aumentado de 74 a 165 mil millones de dólares (incremento del 123%), el déficit fiscal total aumentó de 3,68% al 4,04% del PBI, la inflación (2019) era del 53,9% y la pobreza alcanzaba al 40,8% de la población. Se perdieron 144.000 puestos de trabajo sólo en la industria manufacturera. Dejó el país al borde del “default” y con una brutal recesión (luego de 4 años el PBI por habitante cayó un 8,1% de promedio, con un gran aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso). Más que el fracaso de Macri fue el fracaso del proyecto neoliberal-conservador que él encarnaba.

La segunda pandemia afectó a todo el mundo: en 2020 se perdieron 140 millones de empleos con fuerte caída del PBI (-6,8% en América latina). Como dice la Cepal: ”El crecimiento casi nulo antes de la crisis, unido a la contracción de 2020 y a la debilidad del Estado de bienestar y los sistemas de Salud y protección social, se tradujeron en aumentos sin precedentes del desempleo, caídas de los ingresos e incrementos de la pobreza y la desigualdad que exacerbaron los problemas estructurales. La contracción de 2020 también dio lugar a un gran número de cierres de microempresas y pequeñas y medianas empresas (pymes) y a la destrucción de capacidades productivas y humanas…”, (Informe Especial sobre el covid-19, 2021).

En esas circunstancias, el gobierno recién asumido se encontró con un sistema de Salud descuidado (que había pasado de Ministerio a Secretaría y visto disminuir su presupuesto) y con hospitales en construcción abandonados; eso en un país con niveles de desocupación y pobreza alarmantes, sin crédito y con una deuda asfixiante. Encaró así la titánica tarea de ampliar el sistema de Salud, terminar los hospitales en construcción y equiparlos, y luego conseguir las vacunas y realizar el plan de vacunación más grande de la historia. Al mismo tiempo debió auxiliar a la sociedad, que sufría las consecuencias económicas de la pandemia; para ello creo el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y, para que las empresas mantuvieran a su personal, la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Para tener una idea del esfuerzo realizado cabe señalar que el gasto primario aumentó más que el 20% y sólo la asistencia implicó un gasto promedio de 132.794.000 pesos por hora.

Todo ese esfuerzo tuvo su recompensa: este año comenzó la recuperación económica. Se estima que este año el PBI crecerá el 7%. Comparado el 4° trimestre de 2020 con el primero de este año, el consumo aumentó el 2,8% y la inversión productiva el 6,1%, alcanzando el 18,1% del PBI (en los años anteriores había sido de alrededor del 15%); inclusive la inversión extranjera directa aumentó a 2.827 millones de dólares en el trimestre.

La recuperación tiene su centro en la industria manufacturera y en la construcción. Respecto a la primera, la utilización de la capacidad instalada en junio fue del 64,9% (53,3% un año antes) y, según la Unión Industrial Argentina (UIA), la producción está 4,5 puntos porcentuales por encima de 2019 (Daniel Funes de Rioja en el Día de la Industria). Es claro que la recuperación no se siente igual en los distintos sectores; algunos, como el turismo, el gastronómico o los espectáculos todavía sufren las consecuencias de la pandemia.

La recuperación económica todavía no fue percibida por el grueso de la población. Es más, en el 1° semestre los salarios aumentaron el 22,8% mientras que la inflación fue del 25,9%, lo que obligó a la reapertura de las paritarias de varios gremios (Comercio, Bancarios, Construcción). La recuperación del salario real es crucial, tanto por razones de equidad como macroeconómicas, ya que el crecimiento del consumo es esencial para el éxito de la recuperación económica.

La pandemia generó en mucha gente problemas personales y familiares por el encierro, y en la mayoría dejó una sensación de angustia, incertidumbre y frustración por proyectos incumplidos o por la pérdida o disminución de ingresos reales, tanto de trabajadores como de pequeños y medianos empresarios.

Estos factores explican el “voto bronca” y el ausentismo que mostró la última elección.

Para noviembre queda poco tiempo, pero todo resultado es reversible. Para conseguirlo sería necesario que la percepción de la recuperación llegue a toda la población, para lo que se requiere acelerarla con un aumento rápido del ingreso disponible y procurar que se tome conciencia de la situación recibida, los esfuerzos realizados y los logros obtenidos.

 

(*) Doctor en economía. Ex decano de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Nacional del Comahue y ex vicerrector de la Unco. De vaconfirma.com.ar

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