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Economistas coinciden en que el acuerdo con el FMI es “el mejor posible y con metas cumplibles”

Así lo señalaron el director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Hernán Letcher; el de Epyca Consultores, Martín Kalos; el de Libertad y Progreso, Aldo Abram, y el socio de AdCap Grupo Financiero, Javier Timerman, aunque con diferencias en cuanto a la velocidad del ajuste cambiario


Por Marcelo Bátiz / Télam

Economistas de diferentes procedencias coincidieron en que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es el mejor posible en el contexto actual y que es factible el cumplimiento de las metas fiscales, cambiarias y de reducción de asistencia del Banco Central al Tesoro.

Así lo señalaron el director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Hernán Letcher; el de Epyca Consultores, Martín Kalos; el de Libertad y Progreso, Aldo Abram, y el socio de AdCap Grupo Financiero, Javier Timerman, aunque con diferencias en cuanto a la velocidad del ajuste cambiario y la necesidad o no de aplicar reformas estructurales.

Según lo informado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el propio FMI en un comunicado, el acuerdo buscará la reducción gradual del déficit primario y de la asistencia financiera del BCRA al Tesoro, una suba de las tasas a niveles positivos, ajustes periódicos en la cotización del dólar oficial sin saltos bruscos y el compromiso del organismo de no exigir reformas en el ámbito laboral y del sector público.

Para Timerman, el acuerdo es importante porque “evita el ajuste” y “demuestra que el FMI cree en la capacidad del gobierno” de Alberto Fernández, al tiempo que Guzmán “consiguió mejores tiempos, ya que todos coincidían con los objetivos de bajar el déficit, la brecha cambiaria y que no había forma que pagar US$ 22.000 millones en un año”.

“El acuerdo es a lo que se podía acceder en el contexto actual”, dijo Letcher, quien objetó que “no refleja la corresponsabilidad del FMI en la debacle argentina” y admitió su preocupación por las revisiones trimestrales ya que “dejan la puerta abierta” a nuevas exigencias, en la medida que “el mecanismo de desembolsos atados a los vencimientos tiene mucha relevancia”.

Kalos consideró “relativamente factible” el cumplimiento de las metas de déficit primario, en la medida que “la coalición de gobierno consensue en su interior reducir subsidios energéticos, un debate que en 2021 no se resolvió”.

Al respecto, advirtió que la estrategia de subir las tarifas por debajo de la inflación “no es un ajuste sino todo lo contario”, y, si no se lo corrige, “habrá aumentos de subsidios y vamos a tener un problema”.

Letcher sostuvo que la curva de reducción del déficit primario es “cumplible”, aunque reconoció que le hubiera gustado “un escenario de mayor holgura”.

“Lo mismo ocurre con la asistencia del BCRA, los dos temas están relacionados con algunas medidas recientes para reorientar los fondos de los bancos al financiamiento del Tesoro”, acotó.

Según Kalos, la reducción de 3,5 puntos de la asistencia del BCRA “es uno de los principales desafíos” y su cumplimiento “dependerá de que el gobierno pueda financiarse en el mercado”, por lo que consideró necesario contar con “más detalles sobre el financiamiento monetario indirecto”.

En el mismo sentido, Timerman remarcó que “para bajar la asistencia del BCRA hay que financiarse por otro medio, ya sea ingresos fiscales o financiamiento del sector privado”.

“Eso se logra con crecimiento o la confianza del mercado”, completó.

Abram apuntó que el menor déficit “vendría de una mayor presión tributaria y una tasa de crecimiento sustentable, algo que no se va a dar si el sector privado sigue agobiado por el peso del Estado”.

“Se financia el gasto con más presión tributaria y absorbiendo la mayor parte del crédito, por lo que el ajuste lo hace el sector privado productivo”, advirtió.

Los economistas coincidieron en que se podrá cumplir con el objetivo de no aplicar un “salto cambiario” y, en ese sentido, Kalos destacó que “hasta ahora, el gobierno no enfrentó corridas cambiarias”, en tanto “el cepo permite que el dólar oficial esté controlado”.

Para Letcher, “el acuerdo no resuelve el frente cambiario, pero le quita presiones” debido a que despeja los temores de “un escenario de default”, mientras que Timerman celebró que el FMI comprendiera que “una devaluación agresiva se iba a trasladar a precios”, además de incluir en el menú “una suba de los intereses, ya que es difícil que una economía funcione razonablemente con tasas negativas”.

Abram indicó que se procederá a “una aceleración del tipo de cambio gradual para tratar de recuperar el retraso que generó el BCRA en 2021”, en tanto prevé que “el aumento del tipo de cambio mayorista va a estar arriba del 20% en el primer semestre de 2022”.

En cuanto a la brecha entre el dólar oficial y los financieros, Timerman la consideró “insostenible” y abogó por “reducirla en un marco de gradualismo”.

Las reformas estructurales fueron el principal punto de discordia: para Timerman “el Fondo entiende que no tienen lugar mientras no haya un contexto político diferente” y para Letcher su no exigencia “es un dato distintivo positivo respecto de acuerdos anteriores”.

Abram centró sus observaciones en que “se parte del error de creer que el sector público es el motor del crecimiento” pero “por más lindo que parezca el acuerdo, si no se hacen las reformas a la larga no se va a cumplir”.

Kalos distinguió la necesidad de avanzar en la reforma tributaria y previsional, pero no en la laboral. “Se necesita una agenda productiva y hoy no depende del costo laboral, que bajó mucho y no por eso aumentó la producción”.

Además, acotó que “por estos días, quedó claro que hace falta una reforma integral del sector energético”.

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