Desde la intervención por parte del gobierno del ex presidente Néstor Kirchner en 2007, el Indec estuvo en el ojo de la tormenta hasta que en diciembre de 2013 la ex mandataria Cristina Fernández removió al ex secretario de Comercio Guillermo Moreno. Las mediciones de inflación que realizaba el organismo de estadística y censos eran duramente cuestionadas por la oposición y distintos actores de la sociedad, como sindicatos y cámaras empresariales. Los legisladores (excepto los del Frente para la Victoria), la CGT y medidoras privadas confeccionaban un índice que lejos estaba de coincidir con el del Indec.
Mauricio Macri llegó a la presidencia con la promesa de “normalizar” las estadísticas. Tras la era Moreno, la Secretaría de Comercio estuvo a cargo de Augusto Costa, un hombre muy cercano al entonces ministro de Economía Áxel Kicillof. Pese a distintas reformas que se realizaron durante esa etapa, las mediciones privadas, del Congreso y la CGT también brindaban datos que no se acercaban a los oficiales.
En junio de 2016, el Indec, ahora a cargo de Jorge Todesca, volvió a dar datos de inflación tras seis meses de apagón estadístico. El Ciudadano recogió opiniones de economistas rosarinos, quienes analizaron la nueva forma de monitorear la evolución de precios.
El docente e investigador de la UNR Sergio Arelovich consideró que la nueva medición “está constituida sobre una base muy vieja, que refleja lo que consumían los hogares en 2005”.
“Hay un operativo de 2013 que pudo haberse tomado, pero usaron el de 2005. No se nota la influencia de rubros que en ese entonces eran prácticamente inexistentes en la canasta como internet y la telefonía celular”, dijo el economista asesor del Sindicato de Aceiteros de Rosario. Y agregó: “Como la fotografía es vieja, por más bien que se construya el índice, el resultado está distanciado de la realidad”.
Arelovich destacó las modificaciones realizadas en su momento por Kicillof y Costa: “En ese momento se confeccionó un Índice de Precios al Consumidor (IPC) mucho mejor que el de Moreno, que le había hecho mucho daño al Indec. Ese índice se discontinuó en 2015, hubo un hueco estadístico y después apareció uno nuevo. Es mucho zafarrancho como para que las estadísticas sean confiables”.
A su turno, el analista económico Federico Fiscella advirtió que hay “un suavizado sutil del número final” en la medición del Indec de Todesca. Pero, aclaró que la nueva metodología “es mucho más fiel que la del gobierno anterior, donde había una intervención lisa y llana de (el ex secretario de Comercio) Guillermo Moreno”. Y añadió: “La medición anterior marcaba una distorsión enorme. Ahora hay un suavizado sutil del número final, pero no se trata de una manipulación”.
El analista de negocios Salvador Di Stéfano no coincidió con sus colegas. “Hoy se mide bien. La inflación del Indec es muy parecida a la de las consultoras privadas y a la que mide el Congreso, o sea que no hay objeciones”, sostuvo. Y añadió: “Al IPC se le hizo daño en su momento, pero hoy estamos más cerca de la realidad”.
Meta ajustada
La meta de inflación fijada por el gobierno de Macri para este año es del 17%. Con un acumulado de 15,4%, según el Indec, de enero a agosto, los tres economistas consultados coinciden en que el Banco Central lo cumplirá su objetivo. “La estimación de meta de inflación no se va a cumplir, lo dicen las mismas estadísticas del Indec y de los institutos estadísticos de las provincias”, señaló Arelovich.
Fiscella coincidió y señaló que el número de 2017 terminará cerrando “entre un 20% y un 24%”. En tanto, Di Stéfano dijo que “de enero a diciembre de 2017, la inflación será de 21,5%”. Pero aclaró: “Si se compara diciembre de 2016 con diciembre de 2017, allí sí se ubicará más cerca del 17%”.
El salario no acompaña
Pese a sus diferencias ideológicas, Arelovich, Fiscella y Di Stéfano coincidieron en que desde que gobierna Macri los trabajadores perdieron poder adquisitivo. Precisamente, y si bien hubo aumentos en paritarias, entre un 8% y 10% de sus salarios se vio absorbido por la inflación. “El índice de evolución del conjunto de los salarios registrados subieron entre un 8% y un 10% por debajo de la inflación; manifestó Arelovich. El economista del sindicato aceitero señaló que “la suerte de las ganancias de las empresas fue por un lado y la del salario por el otro”.
“En 2015 las empresas destinaban a salarios y contribuciones patronales 22 pesos de cada 100 que facturaban. En 2016, por cada 100 destinaron 19,8 pesos. Esto no quiere decir que hayan aumentado las ventas, sino que hubo una caída de la participación del salario en la distribución de la torta”, argumentó el analista tomando como base la declaración jurada de las empresas en la Afip.
Fiscella coincidió con las cifras de Arelovich y cuestionó la pasividad de los gremios: “Ya deberían pedir que se ejecuten las cláusulas gatillo, pero no es tema de discusión”. Además, opinó que “en la próxima negociación se volverá a perder poder adquisitivo”. Y Di Stéfano apuntó a “el aumento de las tarifas de gas y electricidad” como causante de la caída del salario, ya que, dijo, en el resto de los rubros el salario acompañó la inflación.