El Ministerio de Educación de Santa Fe recibe al menos una denuncia de violencia escolar por día sólo en Rosario. Además de la cantidad de hechos, las autoridades están preocupadas por la modalidad de las agresiones entre alumnos, que pasaron de la tradicional pelea “pareja” de uno contra uno a la de “diez contra uno”. Desde la repartición agregaron que las chicas, que generaciones atrás no incurrían en golpes de puño para dirimir sus diferencias, ahora también forman parte de las peleas.
El equipo socioeducativo provincial que funciona en Rosario está integrado por 27 profesionales de distintas disciplinas. Recibe 16 llamadas por día, de las cuales una o dos son calificadas como de alta relevancia. “Ha bajado en relación con otros años”, confió, en diálogo con El Ciudadano, uno de los coordinadores, Fernando Tavella. En términos cualitativos, el funcionario confirmó que la mayor parte de los llamados corresponde a peleas entre alumnos ya sea de la misma o de distintas escuelas. “El territorio se disputa. Algo que se ha modificado es la irrupción de las peleas físicas entre las chicas, por los novios u otras cuestiones. Verdaderas batallas de amor. Antes las jovencitas no se peleaban a puños con otra por un hombre”, detalló el funcionario.
Ante cada comunicación dada por verosímil, el equipo se comunica con las autoridades de las instituciones involucradas y se reúne con los protagonistas del problema concreto. Y en algunas ocasiones, los casos obligan a los profesionales a acercarse hasta la casa de los chicos comprometidos.
“Lejos de estigmatizar una zona, los problemas en las escuelas no conocen límites. Hay escuelas en barrio Tablada que trabajan muy bien y otras en pleno centro que la semana pasada fueron escenario de una feroz pelea entre alumnos”, apuntó sobre las realidades geográficas del fenómeno.
“Siempre existieron las barras como espacio de identidad y pertenencia de los jóvenes. Lo que noto es que se rompió un código en las peleas. Antes se priorizaba el uno contra uno. Hoy son 10 contra uno. Tampoco se mide el grado de violencia, lo que deriva en un ensañamiento con la víctima que es temerario. La violencia es un elemento social actual. Hemos producido (me pongo en lugar de padre) niños agredidos y agresores. La presencia de los adultos es vital para evitar estos problemas. No hemos llegado a tener una matanza como la ocurrida en Carmen de Patagones u Olavarría (provincia de Buenos Aires) y esperemos que nunca lleguen”, concluyó Tavella.
La variedad de denuncias que llegan hasta el teléfono del Ministerio de Educación (ver aparte) es amplia. Y las estrategias del grupo de profesionales también. Una es promover la escuela domiciliaria, para aquellos alumnos que por situaciones de enfermedad, por ejemplo, no pueden asistir a la institución y deben continuar en sus casas. Otra es facilitar convenios con el Ministerio de Justicia para la inclusión escolar de los jóvenes en conflicto con la ley. También se reciben llamados para intervenir en casos de deserción escolar, abuso sexual, embarazo adolescente, discriminación por identidad de género y trabajo infantil. “El programa del equipo y su protocolo están preparados para contener todas las situaciones que se pueden presentar como conflictivas en las escuelas. Se diagnostica el problema y se conecta a la repartición pertinente para buscar una solución, ya sea la Dirección de la Niñez, un dispensario o la Justicia”, apuntó Tavella.