Secretaria de Género de Central de Trabajadores de la Argentina (CTA-T)
Los cambios que se fueron dando a nivel social son incuantificables cuando se piensa en temas relacionados a la sexualidad. La Educación Sexual Integral (ESI) se viene planteando como un desafío en cuanto a su implementación, donde no sólo las juventudes tomaron la voz de reclamo sino que también lo hicieron distintos sectores que exigen que la ley llegue a ser una realidad en todo el país.
Haciendo un poco de memoria, en nuestro país la ESI tiene una historia de lucha. Hace más de una década diversos grupos y movimientos, entre los que se encontraban los de derechos humanos y las mujeres, batallaron y defendieron las ideas que terminaron por conseguir el voto positivo que convertiría a la ESI en una Ley que llegue a todas las escuelas, a todxs lxs pibxs.
Pero es importante saber que esta Ley no nace de la nada: en el marco internacional forma parte de los compromisos y responsabilidades que adquiere el Estado argentino al participar de diferentes pactos como el de San José de Costa Rica, la Convención sobre la Eliminación de Todas las formas de discriminación contra la Mujer (Cedaw por sus siglas en inglés), la Convención Internacional por los derechos del Niño y la Convención de Belem do Pará.
En el plano nacional la antecedieron leyes como la de Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación responsable (25.673) y la Ley de Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (26.061), por nombrar solo las más importantes.
Este breve recorrido nos permite enmarcar esta ley en un proceso, en el contexto de luchas, de marchas y contramarchas, de debates y discusiones.
Comprender que las normativas no nacen en soledad y que tampoco son un punto de llegada, es lo que da pie para situar a ley 26.150 como base de muchas otras leyes: la de matrimonio igualitario (26.618), la de Identidad de Género (26.743), la ley de erradicación de violencia contra las mujeres (26.485), y otras que en lo sucesivo puedan seguir allanando el camino en la conquista de derechos.
Para que sea una realidad en las escuelas luego de la sanción de la Ley Nacional, el Estado provincial adhirió a la misma y conformó un Equipo de Formación Docente dependiente del ministerio de Educación.
El mismo tiene un trabajo ininterrumpido de más de diez años en las diversas escuelas que se encuentran a lo largo y ancho de la provincia de Santa Fe. Equipo que logró consolidarse como trabajadorxs formales de la docencia santafesina en 2019, producto de largas luchas que desde la Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafe) se asumieron como responsabilidades colectivas.
Por su implementación real en los establecimientos educativos, las demandas se fueron haciendo cada vez más fuertes, ya que no sólo fueron reclamos del sector docente, sino que diferentes movimientos como el de mujeres, centros de estudiantes y la población en general, asumieron la defensa de la ESI en distintos ámbitos, en asambleas, aulas, y sobre todo en las calles.
Es importante tener en cuenta que no se puede pensar la ESI desde una linealidad en referencia a su implementación, ya que convive con las diversas realidades que habitan las escuelas. Por tanto, su puesta en marcha va a variar y depender de los territorios que recorra, aunque no se debe perder de vista que es una obligación del Estado que sea posible en las instituciones.
Los desafíos que se vienen
Los desafíos que presenta la implementación de la ESI son varios, pero podríamos identificar dos que nos pueden ayudar a reflexionar sobre lo que viene: por un lado los intensos y acelerados debates que se van imponiendo en agenda, en referencia a la sexualidad, como los que vienen del lado de las juventudes no binaries, que cuestionan la heteronormatividad de la ley 26.150; y por otro, el contexto mundial y nacional en referencia a lo que significa poder implementar la ESI en pandemia.
En este sentido, la irrupción de movimientos como el activismo gordx que busca transformar los estereotipos de belleza y la violencia que se ejerce hacia los cuerpos que no se consideran legítimos, son modos en que se propicia la diversidad corporal.
Así como también las experiencias vinculadas a identidades disidentes que hacen de su existencia un cuestionamiento permanente a la heterosexualidad obligatoria y el binarismo sexual con el que nos educaron.
Garantizar la implementación de la ESI en situación de distanciamiento social implica desarrollar las adecuaciones tecnológicas y didácticas pertinentes y además habilitar canales de comunicación que favorezcan la palabra de niños, niñas y adolescentes frente a situaciones de vulnerabilidad.
Como hemos visto, las relaciones han cambiado como así también las formas en que estamos educando. Este contexto de no presencialidad nos obliga a pensar nuevas estrategias para que la ESI no quede archivada.
Debemos asumir a la ESI como una herramienta que garantiza derechos, no como meras directivas curriculares, sino como un cambio de paradigma, como una forma de ver el mundo y la realidad que, desde una perspectiva de derechos, de cuidados y de respeto, nos permita el desarrollo de nuevas prácticas educativas y de enseñanza.
Asumir los desafíos de la docencia desde la base de la ESI posibilita no sólo fortalecer los vínculos, sino garantizar que los que se establezcan sean de cuidado.