Los legisladores republicanos más conservadores –junto a los de ultraderechistas del Tea Party– continuaron ayer bloqueando las negociaciones con los demócratas en el Congreso, donde un grupo de moderados de ambos partidos trataba de sacar adelante un acuerdo para evitar el default. Los analistas consideraban que la única manera de evitar la cesación de pagos de Estados Unidos a partir del martes próximo, es que los republicanos moderados y los demócratas voten juntos en la Cámara de Representantes un proyecto que puedan negociar de antemano en el Senado, lo que debería suceder entre hoy y mañana. Esta alternativa, a la vez muy difícil de concretar, asoma como la última posibilidad que detendría el camino a una quiebra del país que sacudiría a la economía mundial.
La Cámara de Representantes de Estados Unidos, dominada por los adversarios republicanos del presidente Barack Hussein Obama, rechazó ayer en un voto simbólico un plan de los demócratas del Senado para elevar el techo de la deuda a tres días de la fecha límite fijada por el Tesoro.
Los representantes rechazaron por 173 votos contra 246 el texto elaborado por el jefe de la mayoría demócrata Harry Reid. Por este voto, los republicanos de la Cámara y su líder, John Boehner, quisieron responder al rechazo el viernes pasado por el Senado de un texto republicano.
Reid difundió una nueva versión de su plan antenoche. Para intentar atraer los votos de la derecha, incluyó medidas “sugeridas” por el jefe republicano del Senado, Mitch McConnell.
Ayer, las dos cámaras del Congreso se lanzaron a un nuevo fin de semana maratónico para intentar hallar un acuerdo antes del martes 2 de agosto –fecha límite fijada por el Tesoro– para elevar el techo de la deuda de 14.294 billones de dólares y emprender al mismo tiempo una política de reducción de los déficits.
El analista Antonio Caño, del diario español El País, evaluó como “una verdadera odisea” que el Congreso obtenga un acuerdo. “Pocas veces antes hemos asistido a una crisis, además en la mayor potencia económica del mundo, causada por el fanatismo de sus políticos y las reglas, un tanto anacrónicas, de su sistema de gobierno”, consideró.
Por su parte, Osvaldo Jauretche, de la agencia Télam, destacó que medios alternativos estadounidenses coinciden en que “la intransigencia de la derecha republicana está llevando a peligrosos extremos la pulseada por el presupuesto y el límite de endeudamiento federal”.
El tan resistido y criticado proyecto de presupuesto del presidente de la Cámara de Representantes del Congreso, John Boehner, parece ya instalado como el eje de la negociación entre demócratas y republicanos, a pesar del rechazo del Senado. Es que los republicanos en el Capitolio alcanzaron una posición dominante, impulsados por la facción llamada Tea Party, su extrema derecha.
Ralph Nader, respetado ícono de la defensa del consumidor y varias veces candidato a la presidencia de la nación como tercera alternativa frente a demócratas y republicanos, escribió en CommonDreams.org que “legislar bajo la influencia de la borrachera ideológica no se tipifica aún como delito… es sólo una amenaza multidireccional a mucho de lo que los estadounidenses anhelan para sí y para sus hijos”.
Y cita al columnista conservador David Brooks, alarmado porque “el Partido Republicano (GOP) puede ya no ser un partido normal…infectado por una facción que es más una protesta psicológica que una alternativa práctica de gobierno”.
Más a la izquierda, Katrina vanden Heuvel afirmó en entrevista televisiva que “el GOP quiere sabotear la economía” y que “políticos republicanos y activistas han tomado a la economía de rehén hasta que sus demandas sean satisfechas”.
Y denunció que el propio Boehner admitió que los miembros de su bancada “tratan ahora de precipitar un default del gobierno para forzar la aprobación de su enmienda para balancear el presupuesto, agotando los ingresos fiscales”.
Robert Scheer, desde TruthDig.com, no duda de que lo que está en juego es “la agenda republicana para revertir totalmente el progreso que en justicia económica comenzó con las grandes reformas de Franklin Roosevelt y su New Deal”. “Veamos las directas consecuencias de la crisis provocada por la codicia sin límites de Wall Street, en particular el retroceso de las conquistas de los sectores menos privilegiados de la población”, agregó.