A tres días de una posible quiebra, el mundo tuvo la mirada puesta en Estados Unidos, mientras su presidente Barack Hussein Obama se dedicó a armar sándwiches en una organización de beneficencia que alimenta a más de 1.200 personas hambrientas y sin hogar en muchos lugares alrededor de Washington. Sobre las negociaciones con los legisladores republicanos no había hasta anoche ninguna novedad.
El presidente republicano de la Cámara de Representantes, John Boehner, el jefe de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, y los dirigentes de las minorías en las dos cámaras, la demócrata Nancy Pelosi y el republicano Mitch McConnell, tenían previsto reunirse con Obama por la tarde de ayer pero el encuentro fue pospuesto sin fijar nueva hora concreta.
Obama había asegurado poco antes que una solución podía ser alcanzada ayer mismo si los republicanos en el Congreso cooperaban. “Si esta semana no empezamos a hacer verdaderos avances, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, y si los republicanos no aceptan dejar de lado sus preocupaciones partidarias (…) corremos el riesgo de default”, aseguró Obama.
Los líderes republicanos y demócratas del Senado se mostraron optimistas antes de la reunión con el mandatario.
Por otra parte, ministros de Finanzas de la zona euro comenzaron a discutir cómo evitar la quiebra de bancos con, como telón de fondo, las “consecuencias dramáticas” que tendría en la economía un posible default de EE.UU.