Con la reapertura de la embajada de Estados Unidos en Cuba quedará completado hoy el paso más importante dado hasta ahora en el contexto del histórico deshielo de la relación entre ambos países, anunciado por los presidentes Raúl Castro y Barack Obama el 17 de diciembre pasado.
La ceremonia en La Habana, análoga de la que el 20 de julio pasado sirvió para reinstalar la representación cubana en Washington, será encabezada por el secretario de Estado, John Kerry, quien también ofrecerá una conferencia de prensa junto al canciller local, Bruno Rodríguez, y luego ofrecerá una recepción a la que fueron invitados opositores al gobierno de la isla.
Estados Unidos anunció anteayer que el secretario recibirá a los dirigentes de la llamada “disidencia” cubana y también que los derechos humanos en Cuba será uno de los ejes del discurso de Kerry.
Cuando hoy Kerry aterrice en Cuba, por unas pocas horas, se transformará en el primer secretario de Estado en 70 años que visita la isla. El anterior fue Edward Reilley Stettinus, en 1945, bajo la presidencia de Franklin Roosevelt.
La Casa Blanca informó ayer que el funcionario llegará acompañado por miembros del Senado y de la Cámara de Representantes, lo que no es un dato menor, ya que el levantamiento del bloqueo a Cuba, solicitado a su congreso por la administración Obama, encuentra muchos escollos en el parlamento.
La bancada republicana mira el acercamiento a Cuba bajo el prisma de las elecciones presidenciales de 2016 y ha advertido que no solo no aprobará el levantamiento del bloqueo económico y comercial, sino ni siquiera la designación formal de un embajador en La Habana.
Fuentes del Departamento de Estado informaron que Kerry se reunirá en La Habana con funcionarios de alto rango de los departamentos del Tesoro y de Comercio, a quienes los reconocerá “por su trabajo en los cambios de política y regulaciones”.
Como es de rigor en estos viajes, que aparte de un fuerte contenido político tienen detrás una impronta comercial, Kerry llegará a Cuba acompañado también por un grupo de empresarios, así como de representantes de la comunidad cubano-estadounidense.
Y como los gestos también forman parte de la lógica estadounidense, integrarán la comitiva del secretario de Estado los tres marines que arriaron la bandera de Estados Unidos cuando cerró la Embajada en 1961: Larry Morris, Mike East y Jim Tracy participarán de la ceremonia del izado de la bandera.
Tras la ceremonia de reapertura de la sede diplomática, Kerry se reunirá con el canciller cubano Rodríguez para “hablar sobre una especie de plan general para una normalización verdadera y plena”. Luego brindarán una conferencia de prensa conjunta para cuya acreditación se formaron ayer largas colas de periodistas en el centro de prensa, instalado en el Hotel Nacional.
Luego Kerry participará de una recepción en la residencia del encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos, Jeffrey de Laurentis, en donde está prevista la participación de algunos dirigentes opositores al gobierno.
Sobre este encuentro, que era de mucho interés para la mayoría de la prensa acreditada, no había ayer información ni entre las autoridades cubanas ni en la sede diplomática estadounidense.
Fidel Castro reclama “millones de dólares”
El líder cubano Fidel Castro sugirió ayer, al cumplir 89 años, que Estados Unidos debe pagar a Cuba “cuantiosos millones de dólares” por los daños causados por el embargo a la isla, en la víspera de la histórica visita del secretario de Estado norteamericano, John Kerry.
“Se adeuda a Cuba las indemnizaciones equivalentes a daños, que ascienden a cuantiosos millones de dólares como denunció nuestro país con argumentos y datos irrebatibles a lo largo de sus intervenciones en las Naciones Unidas”, escribió el padre de la revolución cubana, quien en 2006 delegó el mando a su hermano Raúl Castro por motivos de salud.
Cuba reclama a Washington más de 100 mil millones de dólares por los perjuicios causados por el embargo económico impuesto a la isla en 1962.
Simultáneamente, Washington exige a Cuba indemnizaciones por la nacionalización en 1960 de propiedades estadounidenses, que superan actualmente los 7 mil millones de dólares incluidos los intereses.