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Egipto: encontraron la primera tumba real desde la de Tutankamón

Una misión arqueológica egipcio-británica ha logrado identificar la tumba de Tutmosis II, cerca del Valle de los Reyes, en Luxor. La entrada y el pasadizo principal de esta sepultura fueron descubiertos en 2022, pero ahora algunos hallazgos en su interior han confirmado a los investigadores que perteneció a este faraón de la dinastía XVIII

El Valle de los Reyes, en la orilla occidental de la actual Luxor, en el Alto Egipto, es la necrópolis real donde se hicieron enterrar los faraones de las dinastías XVIII, XIX y XX. En este mágico lugar, el multimillonario norteamericano Theodore Davis descubrió a finales del siglo XIX y principios del XX un gran número de tumbas reales. Finalmente, dando el Valle por agotado, en 1912 Davis dejó la concesión a lord Carnarvon, mecenas de Howard Carter, quien en 1922 descubrió allí la última tumba de un faraón, la de Tutankamón.

Desde entonces no se habían hallado en el Valle de los Reyes más tumbas reales. Hasta ahora, cuando un equipo de arqueólogos británicos y egipcios parece haber descubierto la tumba de Tutmosis II, faraón de la dinastía XVIII y esposo y hermano de la famosa reina Hatshepsut. El anuncio del sensacional hallazgo ha sido realizado por el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

En realidad, el descubrimiento de la entrada a esta tumba, denominada por los arqueólogos C4, y de su pasillo principal se hizo en octubre de 2022, en el Wadi Gabbanat el-Qurud, a unos 2,4 kilómetros al oeste del Valle de los Reyes. De hecho, cuando fue descubierta, los investigadores creyeron que se encontraban ante el enterramiento de una reina de época tutmósida, ya que se localizaba muy cerca de la sepultura de las esposas de Tutmosis III y de la tumba de la reina Hatshepsut.
Una nueva tumba real

Pero ha sido ahora, durante la última campaña de excavaciones llevada a cabo por miembros de la New Kingdom Research Foundation (NKRF) y del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, cuando los investigadores han sacado a la luz pruebas «que indican claramente que esta sepultura pertenece al faraón Tutmosis II», según han manifestado.

En el interior de la tumba, los arqueólogos han documentado fragmentos con vestigios de la policromía original, así como de vasijas de alabastro en los que aún pueden leerse inscripciones con el nombre de Tutmosis II, al que se refieren como «rey fallecido», así como referencias a su esposa principal, la reina Hatshepsut, que, posiblemente, se hizo cargo de los ritos funerarios del faraón difunto. Y es que, según Mohamed Ismail Khaled, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, «los objetos funerarios hallados en la tumba constituyen los primeros vestigios conocidos del ajuar funerario de Tutmosis II».

A pesar de la innegable importancia de este descubrimiento, Mohamed Abdel Badie, jefe del sector de Antigüedades Egipcias del Consejo Supremo de Antigüedades y director de la misión egipcia, ha manifestado que «la tumba se encuentra muy deteriorada debido a que, poco después del entierro del monarca, las inundaciones la cubrieron con agua y sedimentos». Es por ello que los arqueólogos han recuperado y restaurado fragmentos de estuco decorado que se habían desprendido de muros y techos.

Por su parte, Piers Litherland, director de la misión arqueológica por parte del Reino Unido, ha comentado que la tumba «presenta un diseño arquitectónico sencillo, pero de gran importancia, ya que sirvió como modelo para las tumbas de los reyes posteriores de la dinastía XVIII».

De hecho, la estructura de la tumba consta de un pasadizo descendente recubierto de una capa de yeso que lleva a la cámara funeraria. El nivel del suelo de este pasadizo se eleva 1,4 metros por encima del de la cámara. Según los investigadores esta diferencia pudo ser empleada en la antigüedad para facilitar el traslado del ajuar funerario y la momia del faraón a otro lugar tras las inundaciones que dañaron irremisiblemente la tumba real.

En realidad, el paradero del cuerpo de Tutmosis II no es desconocido. Su momia fue descubierta junto con otras muchas momias reales en el escondrijo de Deir el-Bahari en 1881 y ahora se exhibe en el Museo Nacional de la Civilización Egipcia en El Cairo. Pero ahora lo que los investigadores quieren intentar averiguar es dónde se encuentra el ajuar funerario. Tal vez los próximos trabajos en el yacimiento puedan ayudar a resolver este milenario enigma.