Los organizadores de las masivas protestas que reclaman la renuncia del presidente egipcio Hosni Mubarak convocaron este lunes a una huelga general indefinida y a una «marcha de un millón de personas» para mañana.
Eid Mohamad, uno de los organizadores de las manifestaciones, dijo que «se decidió durante la noche que habría el martes una marcha de un millón de personas. También hemos decidido convocar una huelga general indefinida».
Una huelga ya había sido convocada el domingo por la noche por los trabajadores de Suez, una de las tres grandes ciudades del país, junto a El Cairo y Alejandría, donde se han producido manifestaciones y disturbios. «Nos unimos a los trabajadores de Suez e iniciaremos una huelga general hasta que nuestras demandas sean satisfechas», dijo otro de los organizadores, Mohamed Waked.
Esas convocatorias se llevan a cabo pese a los esfuerzos de Mubarak para contener la ola de descontento social que paraliza al país desde el martes de la semana pasada, con enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad que hasta el momento dejaron al menos 125 muertos y miles de heridos.
El mandatario, de 82 años, en el poder desde 1981, pidió el domingo en un discurso televisado a su nuevo primer ministro, Ahmed Shafiq, que promueva la democracia mediante el diálogo con la oposición y recupere la confianza en la economía del país.
Las fuerzas opositoras, nucleadas en una Coalición Nacional por el Cambio que incluye desde sectores laicos hasta los Hermanos Musulmanes, habían pedido poco antes a Mohamed ElBaradei, quien se ofreció a liderar un gobierno de transición, que entable negociaciones con el régimen.
Egipto está «en el inicio de una nueva era», proclamó el domingo el ex jefe de la agencia nuclear de la ONU (AIEA) y Premio Nobel de la Paz, en un mitin en la plaza Tahrir, corazón de la rebelión, en el centro de El Cairo.
Ese mitin se llevó a cabo después del inicio del toque de queda que regía desde las 16H00 locales (14H00 GMT) hasta las 8 de la mañana, y que a partir del lunes empezará una hora antes, aunque hasta el momento ha sido ignorado con insolencia por los miles de manifestantes que cada noche siguen en la calle. La noche del domingo al lunes no fue una excepción, con centenares de personas presentes en la plaza.
Al amanecer, algunos dormían, pero otros proclamaban su determinación de proseguir la lucha hasta la caída de Mubarak. El lugar estaba rodeado por tanques y los militares controlaban la identidad de quienes querían acercarse, aunque sin impedirles el paso. Los miembros de los comités populares verificaban que no hubiese policías infiltrados.
«Buscamos a provocadores de la policía, que quieren infiltrarnos y quebrar nuestra unidad», dijo un miembro de esos comités, que pidió el anonimato.
Mubarak ordenó el domingo el retorno a las calles de la policía antimotines, ya que desde el viernes pasado la tarea de lidiar con la rebelión había quedado en manos del ejército. La ausencia policial desencadenó numerosos saqueos y permitió la fuga de miles de presos.
El jefe de Estado había destituido la semana pasada a su gobierno, y el sábado creó el cargo de vicepresidente para confiarlo a Omar Suleimán, jefe de los servicios de inteligencia, y designó a Shafiq como jefe de Gobierno. Ambos son ex militares.
Estados Unidos, que considera a Mubarak uno de sus principales aliados en la región, le pidió ir más lejos con los cambios y empezar a pensar en la «transición».
Gran parte de la comunidad internacional sigue con ansiedad los acontecimientos en Egipto, el más poblado de los países árabes (80 millones de habitantes), que desempeña un papel fundamental en el diálogo entre israelíes y palestinos. Muchos países -entre ellos Estados Unidos, Canadá, Arabia Saudita, Líbano, Jordania, Japón y Australia- enviaron aviones para repatriar a sus ciudadanos.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, conversó el domingo con sus homólogos de Libia, Muammar Kadhafi, y de Siria, Bashar al Asad sobre la situación en Egipto, y «se mostró confiado» en que el pueblo egipcio «sabrá encontrar por sus propios medios el camino de la concordia, la justicia y el bienestar», indicó un comunicado del gobierno venezolano.