Un avión comercial de la aerolínea rusa Kogalymavia, más conocida como Metrojet, se estrelló ayer en Egipto y murieron sus 224 ocupantes. Mientras el Estado Islámico (EI) afirmó haberlo derribado, desde Rusia mostraron escepticismo respecto a esa afirmación.
El aparato, despegó de la localidad egipcia de Sharm el Sheij, a orillas del mar Rojo, con dirección a San Petersburgo. Unos 23 minutos después, se estrelló en el desierto del Sinaí, cuando volaba a una altitud de más de 9 mil metros, según un responsable de la autoridad de control del espacio aéreo en Egipto; quien añadió que minutos antes el capitán se había quejado de un problema técnico en el equipo de comunicación.
Inmediatamente, los equipos de rescate y seguridad anunciaron que no había ningún sobreviviente y los cuerpos de las víctimas estaban desperdigados en 5 kilómetros. Más tarde, la embajada rusa en El Cairo confirmó en las redes sociales que todos los pasajeros habían muerto.
Los restos del aparato fueron encontrados en Al Hasana, en medio de una zona montañosa de la provincia del Sinaí del Norte, y unas horas después se encontró la caja negra del aparato.
“La caja negra (que registra los datos de vuelo y las comunicaciones) fue recuperada de la cola del avión y ha sido enviada para ser analizada por expertos”, señaló la oficina del primer ministro Sharif Ismail.
Por su parte, la rama egipcia del EI reivindicó su autoría. “Los soldados del Califato lograron abatir un avión ruso en la provincia del Sinaí que transportaba a más de 220 cruzados, y todos murieron”, afirmó el grupo extremista en un comunicado colgado en sus cuentas de Twitter, asegurando haber actuado en represalia a las “decenas de muertos causados a diario por los bombardeos” de los aviones rusos en Siria.
Sin embargo, hay quienes dudan de que haya sido un atentado terrorista. Varios expertos militares consideran que los combatientes de esta rama del EI, que tiene su bastión en el norte del Sinaí, no disponen de misiles capaces de alcanzar un avión a 9 mil metros, pero no excluyen la posibilidad de que hubiera una bomba a bordo o de que el avión fuera alcanzado por un cohete o un misil si perdió altura tras un fallo técnico.
Moscú reaccionó con escepticismo al comunicado del EI. “Esta información no puede considerarse exacta”, comentó el ministro ruso de Transportes, Maxim Sokolov, según las agencias rusas.
“Estamos en estrecho contacto con nuestros compañeros egipcios y las autoridades aéreas de ese país. En este momento, no disponen de ninguna información que confirme tales insinuaciones”, añadió.
En conferencia de prensa, el primer ministro egipcio evitó contestar las preguntas sobre la reivindicación del EI e insistió que solo las cajas negras explicarán el origen del siniestro.
Como medida de precaución, la aerolínea francesa Air France y la alemana Lufthansa anunciaron la suspensión de sus vuelos sobre el Sinaí.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, decidió enviar a equipos de emergencia y a varios ministros al lugar de la tragedia.
Mañana se desplazarán también al lugar seis asesores técnicos de Airbus, dos miembros del BEA –el organismo francés encargado de investigar incidentes aéreos–, dos investigadores del BFU –su equivalente alemán, en representación del constructor europeo–, y otros dos de su homólogo ruso MAK.
A bordo viajaban 217 pasajeros –214 rusos y tres ucranianos– y siete miembros de la tripulación. Según el ministerio ruso de Situaciones de Emergencia, los pasajeros tenían entre 10 meses y 77 años.