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Ejecutan a balazos a otro barrabrava de Rosario Central

El Gringo Visconti estaba mencionado en la investigación por el asesinato de Cara de Goma Navarro, hace una semana.

Al Gringo Visconti lo buscaban. En la calle murmuran que la conducción de la barra de Rosario Central se la tenía jurada y estaba ansiosa poder saldar cuentas pendientes con él. Diferentes investigadores lo señalaban como uno de los posibles asesinos de Julio “Cara de Goma” Navarro, ultimado hace una semana en barrio 7 de Septiembre, y esperaban su detención para entrevistarlo. Pero, por este caso, nunca llegó a declarar ante la Justicia. Anteayer alguien lo subió en un auto, lo llevó hasta un camino de tierra de localidad de Ibarlucea y lo acribilló desde corta distancia, en un claro mensaje mafioso.

Visconti contaba con una condena por delitos contra la ley de drogas y estaba en libertad desde hace algunos meses, con lo cual tampoco descartaban que el móvil del crimen fuera una disputa por narcotráfico. Un vocero judicial aventuró a El Ciudadano que por el caso del Gringo, como suele pasar en este tipo de crímenes, “nunca habrá condena”.

Unos minutos antes de las 22 de anteanoche entró un llamado al 911. Un vecino de Ibarlucea había escuchado tiros y pedía ayuda a los uniformados. Con las coordenadas del denunciante, los policías llegaron a avenida de Los Incas, una calle de tierra que corta la ruta nacional 34 unos 5 kilómetros al norte de Rosario. Hicieron cerca de mil metros por el camino y se toparon con el cadáver del Gringo, tirado entre el límite del césped y la calle, acostado sobre un enorme charco de sangre.

Cuando el reloj llegaba a la medianoche, en la escena del crimen ya estaba montado el campamento de peritos e investigadores. Según voceros del caso, al Gringo le dieron nueve tiros: ocho lo atravesaron de lado a lado y otro le quedó alojado en el pecho.

Entre las pertenencias del fallecido los pesquisas encontraron documentación a su nombre, Mario Sebastián Visconti, de 37 años, y unos metros más atrás hallaron 5 vainas calibre 9 milímetros que, suponen, volaron desde el arma homicida.

La investigación del caso quedó a cargo del fiscal de Homicidios Dolosos Miguel Moreno. Hasta anoche los pesquisas no tenían personas identificadas por el asesinato.

Un pesado de la zona norte

El Gringo se crió en Parquefield. Fue un hombre cercano al líder de la barra de Central, Andrés “Pillín” Bracamonte, y un habitué del Gigante de Arroyito. Según cuentan allegados, si bien tuvo varios encontronazos con los capos canallas, el Gringo rompió con ellos en 2013, cuando cayó preso en el marco de una investigación federal por tráfico de drogas. Para algunos, Visconti acusaba a sus ex compañeros de “venderlo” a la Policía. Otros aseguran que les reprochaba no haber contado con protección en su estancia tras las rejas. “Cuando lo largaron, todos sabíamos que podía haber problemas. Él se las había jurado y ello tenían clarísimo que iba a intentar vengarse”, aseguraron.

Por ello el homicidio de Julio César “Cara de Goma” Navarro, que tuvo lugar en el atardecer del pasado miércoles 25 en Schweitzer y Tarragona, colocó al Gringo en el ojo de la tormenta. Tanto investigadores de la Justicia provincial como referentes de la barra de Central sospechaban de su participación en el ataque –como autor material o intelectual–. “Cara de Goma lo echó a Gringo de la barra y desde entonces estaba todo mal. Por eso no sería nada raro que la muerte de ambos esté relacionada con esa pelea”, aseguró un conocedor de la interna del paravalanchas canalla.

Dos causas federales

Según contó a El Ciudadano un fiscal federal que lo investigó, el Gringo Visconti estuvo vinculado con al menos dos investigaciones por narcotráfico. Una de ellas se inició cuando el muchacho fue detenido en inmediaciones al Puente Rosario-Victoria y, tras una requisa, le encontraron gran cantidad de cocaína en el auto en el que se movilizaba. La otra se inició en base a un seguimiento realizado por la Policía de Seguridad Aeroportuaria en 2012 que terminó desbaratando la banda de Norma López, conocida como la Tía, también en zona norte.

Según voceros de esta pesquisa, el Gringo fue identificado en filmaciones como un habitué de varios domicilios de la zona norte donde se vendía droga. En el registro se veía cómo Visconti llegaba a los lugares señalados en un auto, bajaba con una mochila, permanecía algunos momentos en su interior y luego se iba.

A su vez, en un teléfono de su propiedad los investigadores encontraron mensajes como “Seba, Pedro quiere un kilo”; “Gringo, soy Chipi, me traes otro de eso” o “Amigo, decile al mudo que estamos yendo que nos alcance eso abajo del puente”.

En el mismo teléfono, los pesquisas encontraron contactos telefónicos registrados como Guachin Kiosco, Comando Baigorria o Pelado Comando.

Si bien desde la Fiscalía consideraron que estaban las pruebas dadas para encausar al Gringo como un proveedor de búnkers de droga, el juez Carlos Vera Barros entendió que su participación no estaba acreditada, dijo una fuente judicial.

Por este par de antecedentes es que los investigadores del crimen tampoco descartan que la ejecución del Gringo tenga que ver con una disputa en la zona norte por el control del territorio para la venta de drogas, ni tampoco que el móvil del ajusticiamiento sea en realidad una convergencia de ambas hipótesis.

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