América latina es la región del mundo más desigual en cuanto a la distribución de la tierra. El coeficiente de Gini para la tierra –un indicador entre 0 y 1 donde 1 representa la máxima desigualdad– es de 0,79 para el conjunto de la región, siendo 0,85 en América del Sur y 0,75 en América Central. Se trata de niveles de concentración muy superiores a los observados en Europa (0,57), África (0,56) o Asia (0,55).
Según este indicador, Paraguay (con un coeficiente de Gini de 0,93) es el país donde la tierra está peor repartida, seguido por Chile (0,91) y Venezuela (0,88). En el otro extremo, se sitúa Costa Rica (0,67) como el país con la distribución de la tierra más equitativa. La mayoría presentan niveles de concentración extremadamente altos, con coeficientes por encima de 0,80 y superiores a 0,90 en Chile y Paraguay. Comparada con la distribución del ingreso –respecto a la cual América latina también es la región más desigual del mundo–, la distribución de la tierra es todavía más inequitativa. El coeficiente de Gini regional respecto al ingreso es de 0,48 frente al 0,79 respecto a la tierra, y también más alto que en África Subsahariana (0,43), América del Norte (0,37) o Asia del Este y Pacífico (0,37).
El coeficiente de Gini es la forma más habitual de medir la desigualdad en aspectos como la riqueza o el ingreso. Pero para comprender mejor su dimensión, sobre todo cuando la concentración es muy alta, resulta útil comparar las diferencias entre los extremos de la población.
Con el fin de obtener un indicador de la desigualdad en el reparto de la tierra que pueda captar la brecha entre los extremos, Oxfam (confederación internacional de 19 organizaciones que trabajan junto a comunidades locales en más de 90 países) recurrió a las estadísticas nacionales más recientes disponibles para conocer qué porcentaje de la tierra agrícola ocupa el uno por ciento de las explotaciones de mayor tamaño en comparación con el 99 por ciento restante.
La principal fuente de información para conocer cómo se distribuye la tierra en un país la proporcionan los censos agropecuarios, o las encuestas agropecuarias. Se trata de operaciones estadísticas a gran escala que abarcan todo el territorio nacional y aplican conceptos, definiciones y metodologías estandarizadas.
Los censos como fuente
Los censos registran información de todas y cada una de las explotaciones agropecuarias (agrícolas, ganaderas y forestales), incluyendo datos sobre el tamaño de la propiedad rural y el régimen de tenencia. Por su objetivo, que es disponer de información actualizada sobre el sector agropecuario, y por la forma en que se registran los datos, los censos presentan algunas limitaciones que es preciso tener en cuenta al interpretar los resultados. A partir del análisis de los censos agropecuarios nacionales en 15 países latinoamericanos –y la encuesta nacional agropecuaria en el caso de Bolivia–, fue posible conocer qué proporción de la tierra agrícola se encuentra concentrada en el uno por ciento de las propiedades rurales de mayor tamaño.
Entre Argentina y Colombia
El resultado es abrumador y expone un panorama aún más alarmante de lo que se conocía hasta ahora: en conjunto en la región, el uno por ciento de las propiedades rurales de mayor tamaño concentra más de la mitad de la superficie agrícola. Dicho de otro modo, el uno por ciento de las fincas acapara más tierra que el 99 por ciento restante. Se trata de explotaciones agropecuarias que tienen en promedio más de 2.000 hectáreas (equivalentes a 4.000 campos de fútbol), aunque en países del Cono Sur están muy por encima de este tamaño: por ejemplo en Argentina, donde el promedio de las propiedades rurales en el uno por ciento superior es de más de 22.000 hectáreas. El caso más extremo es el de Colombia, donde los dominios de más de 500 hectáreas –que apenas representan el 0,4 por ciento del total de explotaciones– concentran el 67,6 por ciento de la tierra productiva.
A la vista de estos datos, se puede afirmar que Colombia es el país más desigual de la región en cuanto al reparto de la tierra. Otros países con un reparto extremadamente desigual son Chile y Paraguay, donde más del 70 por ciento de la superficie productiva se concentra en apenas el 1 por ciento de las explotaciones de mayor tamaño.
Las pequeñas, vulnerables
En el extremo opuesto a las grandes propiedades rurales se encuentra la pequeña, un sector mayoritario al que pertenecen cuatro de cada cinco explotaciones agropecuarias en la región. Analizando los censos agropecuarios en 16 países de América latina, Oxfam calculó cuánta superficie ocupan las propiedades de menor tamaño: en total, en la región, utilizan menos del 13 por ciento de la tierra productiva y su superficie promedio es de 9 hectáreas en América del Sur y 1,3 hectárea en América Central. El tamaño de propiedad rural tan pequeño en América Central sitúa a los hogares campesinos en estos países en una vulnerabilidad aún mayor. De nuevo Colombia es un caso particularmente extremo de desigualdad, pues el 84 por ciento de las explotaciones que son de menor tamaño ocupa menos del 4 por ciento de la superficie productiva, así como Paraguay, donde más del 91 por ciento apenas ocupa el 6 por ciento de la tierra.
(*) Extracto del informe “Desterrados: Tierra, poder y desigualdad en América latina”, de Oxfam America – noviembre 2016