Nicolás Biederman – Télam
La disciplina de las batallas de rap, una variante competitiva del freestyle en la que, a modo de payada moderna, enfrenta a dos participantes en ataques argumentales con rimas improvisadas al calor del momento, tuvo este año en Argentina su postergado desembarco en la televisión con la emisión de grandes eventos en canales como la TV Pública y Space.
La relación entre el universo del hip hop y la televisión no fue siempre la mejor, especialmente con los representantes del freestyle y las batallas de rap, pero el crecimiento exponencial en materia de popularidad que registró el movimiento en los últimos años trajo por fin reconocimiento a sus artistas.
Con películas como 8 Mile: Calle de ilusiones, la premiada producción protagonizada por Eminem en 2002, la cultura de las batallas de rap comenzó a despegar también en los países de habla hispana, con las plazas públicas como lugares de encuentro predilectos, para luego desplegarse hacia los escenarios.
Espectáculo, deporte y arte en dosis parejas, la disciplina enfrentaba a dos participantes en un duelo para ver quién rapea mejor; cada uno encarnando a un personaje que por el transcurso de esos minutos justifica porqué debe ganar.
Cada freestyler llega con sus armas al «cypher», o la ronda en la plaza dentro de la cual se lanzan a improvisar: su manejo de la musicalidad, el flow, la puesta en escena, la agilidad mental, el ingenio, el dominio de la métrica, la fonética, los juegos de palabras o los tempos.
Popular, subterráneo, genuino («underground», dicen en el ambiente), el freestyle fue ampliando su convocatoria a los eventos con patrocinadores, con la Red Bull Batalla de los Gallos como el ejemplo más claro.
La compañía de bebidas energéticas incorporó la disciplina a su catálogo de deportes y ya en 2005 organizó la primera final internacional con representantes de diferentes países de habla hispana.
El nicho se hacía más grande y continuaba su crecimiento orgánicamente en sus propios espacios fuera de los circuitos de comunicación tradicional; cuando los referentes eran invitados a rapear a la tevé todavía lo más frecuente era que se encontraran con la incomprensión y el prejuicio.
«Lo televisivo es bastante artificial y durante muchos años chocó con el freestyle porque nos llevaban a la tele y era como si fuéramos más una persona con tres brazos y cuatro ojos que como artistas», apuntó en charla con la agencia de noticias Télam Tata, alias de Cristian Sosa, bicampeón nacional de Red Bull Argentina.
El freestyle pasó de los parques a los boliches, luego a los teatros y en los últimos dos años a los estadios; siempre apoyado por un ecosistema de medios del propio mundo del hip hop, como pequeños sitios web y canales de YouTube en los que las batallas, nuevas y antiguas, las recopilaciones de rimas o los análisis de especialistas acumulan millones de visualizaciones.
El Quinto Escalón, en Parque Rivadavia entre 2012 y 2017, fue el epítome de lo que estaba ocurriendo con el movimiento: la competencia de plazas más viral de la historia llevaba multitudes en persona y a millones de todo el mundo por las redes.
El final de 2019 y el comienzo de este año, justo antes del confinamiento por la pandemia, dejaron claro que las batallas de freestyle ya son un fenómeno de masas.
Unas 14 mil personas asistieron al Movistar Arena en la fecha final de la FMS Argentina 2019 en diciembre pasado, otras 17 mil presenciaron la Final Internacional de Red Bull Batalla de los Gallos en Madrid el mismo mes y otros 14 mil se congregaron para ver la Final de la FMS Internacional en marzo pasado en la Plaza de Toros de Acho, en Lima, Perú.
Con este fenómeno en ebullición, los medios convencionales comenzaron a prestar atención: los diarios empezaron a destinar parte de sus páginas a seguir la actividad, aparecieron programas de radio como DAMN! -desde hace años referencia ineludible en Argentina para informarse de todo lo que sea hip hop- y quienes hacen televisión entendieron por fin la importancia cultural del freestyle para el público joven.
«La masividad total se alcanzó y era como medio raro que no se adhieran este tipo de plataformas más viejas como la TV, porque fue la última en entrar cuando debería haber sido la primera», criticó Tata.
Con algunos antecedentes recientes que ya marcaban el proceso de aceptación que atravesaba el género, como el show que el mexicano Aczino y el español Arkano brindaron en la 5ª edición de los Premios Platino en 2018 o la retransmisión de una batalla adeudada de la FMS Argentina 2019 por la TV Pública, el final de 2020 vio por fin el desembarco de los eventos en la pantalla chica.
Hace tres semanas, las cuatro horas de la Final Nacional de Red Bull, en la que justamente se consagró Tata, tuvo transmisión simultánea en las redes de la marca propietaria del show y en la TV Pública. La semana última, la señal de cable Space presentó en su señal lineal Combate Freestyle, que venía desarrollando solo por YouTube. Finalmente, la Final Internacional de Batalla de los Gallos 2020 se vio, nuevamente, por la TV Pública el sábado pasado.
«Lo que genera estar en televisión, si mantenemos la misma frescura y el nivel de agresividad en las batallas, es un gran aporte. Le da el sello de credibilidad que faltaba para las marcas, para los sponsors», afirmó a Télam El Misionero, ex freestyler e histórico «host» de batallas.
La joven Taty Santa Ana, productora y anfitriona de eventos, coincidió: «Nos abre la puerta a desmitificar ciertas cosas de nuestra cultura, que fueron planteadas así en un momento más under, en los que la gente no sabía o no entendía lo que estábamos haciendo. Que la TV Pública transmita Batalla de los Gallos este año es un paso más hacia la legitimación social. Si bien veníamos en ese camino, es un paso mucho más importante”.