«La niebla ha cubierto mis ojos», escribió en la misiva el actor de 78 años, recordado por papeles como el protagónico en Nazareno Cruz y el Lobo de Leonardo Favio, y cuyo último crédito en pantalla fue en La vida anterior, de Ariel Broitman, en 2013.
Según explicó en un texto publicado íntegramente en mayúsculas, la enfermedad que padece se llama maculopatía bilateral, y pese a que se puede mover por sus propios medios y «divisar, aunque borrosamente, los regalos de la naturaleza» cuenta sólo con un diez por ciento de su capacidad total de visión.
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«A otras personas les suceden otras cosas, a mi me tocó esto. No puedo leer ni escribir como antes lo hacía. He intentado todo lo que se puede hacer hasta el momento, desde hace años, desde que comenzó esta dificultad he venido transitando con la esperanza puesta en un sinfín de tratamientos realizados», escribió.
A su vez, sostuvo: «No siento ser el paladín de la desdicha, ni tampoco el abanderado del dolor humano».
Camero comenzó su carrera en 1969 como integrante del elenco de la telenovela Jugar a morir. Durante los siguientes siete años, participó en diferentes películas románticas y comedias, como también exitosas tiras como es el caso de la icónica Rolando Rivas, taxista, donde interpretó a Fabián.
Pero su salto a la fama y a roles más dramáticos se dio en 1975, cuando se puso en la piel de Otálora para El Muerto, una adaptación de Héctor Olivera del cuento de Jorge Luis Borges y, sobre todo, el referido protagónico del film del músico, actor y director Leonardo Favio, que durante varios años fue el más taquillero del cine nacional.
De regreso a las novelas y a las tiras, en cine, Camero supo estar bajo las órdenes de Manuel Antín en Allá lejos y hace tiempo, y de Miguel Pereira en La deuda interna, al tiempo que en televisión, su última aparición fue en la recordada tira de Pol-Ka, Campeones de la vida.