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El adiós a Julián Usandizaga, el hombre que enseñó a Rosario a dibujarse a sí misma

Maestro de maestros, este artista plástico imprescindible de la ciudad falleció el lunes por la tarde dejando un legado que lo trasciende tanto en su obra como en sus alumnos. “Es el padre del dibujo, de la historieta y la animación de Rosario”, dijo Chiqui González

“Gracias a él Rosario se dibujó a sí misma”. La afirmación de María de los Ángeles “Chiqui” González podría resumir lo que fue, es y será Julián Usandizaga, el artista plástico contemporáneo más importante de la ciudad, maestro de los maestros y dueño de una obra imprescindible, que falleció este lunes a los 88 años.

“Lo voy a decir groseramente. Para mí el arte es una mentira. Es un sistema internacionalizado y globalizado. Lo que los centros de poder indican, todo el planeta lo hace”, supo lanzar Usandizaga hace algunos años. “Tenía una ironía que lo separaba de toda forma de poder”, dijo la ahora ex ministra de Innovación y Cultura del Gobierno de la Provincia de Santa Fe a El Ciudadano. “Es el padre del dibujo en Rosario, de la historieta y la animación. Su obra es impresionante, no trascendió lo que debió trascender. Nos enseñó a dibujarnos. Fue un hombre con una paciencia extraordinaria para introducir a las nuevas generaciones al dibujo y hacernos la capital de la historieta y del cine de animación”, aseguró.

Usandizaga falleció el lunes por la tarde. El domingo a las 21, por calle Santa Fe, Chiqui se lo cruzó. Llevaba un barbijo verde claro y los dos, referentes de la cultura de la provincia, se abrazaron a la distancia. “Me dijo: «Tengo 88 pirulos y sigo vivo y con las mismas ganas»”, recordó Chiqui. “Era un hombre imprescindible que vivía de lo imprescindible, que nunca le interesó el consumo, la novedad ni el poder. Le interesó dar testimonio de la muerte, la tortura, lo guardado, lo escondido, lo visceral, lo que tiene que ver con la materia que guarda el cuerpo adentro de su propio cuerpo. Sus figuras siempre fueron unas muy interesantes formas de mirarnos”, destacó.

“Esta es una ciudad de dibujantes, de historieta, de animación, porque Julián fue el gran maestro; un hombre sin ninguna intención de pertenecer a las élites pictóricas, con una enorme fortaleza ideológica y una gran ternura guardada en su ironía para con sus alumnos, que lo amaban. Por un lado, fue un enorme artista cuyas obras son impresionantes. Cuando fui ministra, hicimos un catálogo con Pablo Rodríguez Jáuregui, el primero que tuvo, que fue reimpreso por la cantidad de gente que lo pedía”, recordó la gestora cultural y referente del teatro.

“Usandizaga retrató un universo muy singular, es un hombre del dibujo fantástico, de las vísceras, de los cuerpos dentro de los cuerpos. Con un mundo fantástico completamente original, muy basado en los roses de los cuerpos, en la capacidad de mostrar lo visceral, casi con una función sagrada. Es paradojal que una obra tan misteriosa, y a la vez tan cercana del hombre y de la mujer, sea también el padre del dibujo en Rosario. Todos los grupos de jóvenes lo seguían. Es muy interesante que su obra tenga una gran solemnidad sobre el respeto al cuerpo, tenga una tremenda visión de la centralidad de las ideas. Es un hombre que siempre fue un irónico frente al poder y que nunca tuvo celular, lo encontrabas en su casa. Se negó a ciertos cambios, a creer en la novedad y toda forma de esnobismo, siempre sorteó con ironía y humor los halagos; disfrutó la vida”, relató.

Para Chiqui, Usandizaga fue un puente intergeneracional imprescindible. “Fue un hombre que no padeció si era viejo o no era viejo como padecemos otros (risas). Porque siempre los jóvenes lo sintieron un par, siempre fueron los jóvenes los que quisieron que fuera más conocido, que se abriera al mundo y que el mundo supiera más de quien era Julián Usandizaga”.

De estudio y enseñanza

Usandizaga nació en Juncal, un pueblo del sur provincial, pero vivió en Rosario desde hace muchos años. Se graduó en pintura en la Universidad Nacional del Litoral, para luego especializarse como becario en Barcelona, en la especialidad grabado, al tiempo que estudió con los maestros Marcelo Dasso y Juan Grela.

Fue profesor en la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario entre 1963 y 1989 y profesor titular de Dibujo en la Escuela de Bellas Artes de la UNR de 1984 a 1989. Además, ejerció la docencia en la Facultad de Bellas Artes de Rosario, al tiempo que impartió sus conocimientos en su taller, con gran reconocimiento de parte de sus alumnos.

“No me propuse nada, sólo me dejé llevar por esas primeras impresiones originales, sobre las que echan raíz la identidad y la propia ideología, la necesidad de sentir, de percibir y de pensar, y el propio e intransferible deseo de ser”, supo reconocer sobre el arte que le ha valido numerosos premios nacionales e internacionales. Entre otros, en 1999 recibió la Mención Especial del Jurado del Premio Adquisición Alberto J. Trabuco, al que fue nuevamente invitado en 2001.

Nombrado Ciudadano Ilustre de Juncal y profesor honorario de la UNL, también participó del Congreso de la Lengua realizado en Rosario en 2004, exhibiendo sus obras.

Clase magistral sobre la creación

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