Espectáculos

El Amor en polvo de Horvilleur

El ex Illya Kuriaki presentará el sábado en el Teatro Brodway, su cuarto disco. Emmanuel habla de “desamor, sexo, y del pibe quemado por el amor”.

Por Javier Hernández.

 

Amor en polvo es un exquisito disco de diseño

 

 

 

A poco más de una década de haber iniciado su carrera solista,el sábado a la noche, el ex Illya Kuryaki & The Valderramas Emmanuel Horvilleur, llegará al Teatro Broadway para presentar, desde las 21, su cuarto disco Amor en polvo, así como hacer un repaso de toda su carrera solista.

El trabajo, continuación de Mordisco, toma un giro musical en su carrera que se plasma en crecimiento y en la suma de experiencias que hacen que cada tema señale algo singular sobre el amor y el desamor. “El desamor, el sexo, y el pibe quemado del amor”, serían las líneas sobre las que discurre este disco, señaló el músico.

En diálogo con El Ciudadano, el músico contó pormenores de la faceta compositiva de su cuarto álbum, al tiempo que hizo una suerte de balance tras una década de trabajo solista y se refirió a Illya Kuryaki, dúo con el que triunfó en los 90: “Fue el resultado de una unión de cabezas y en esa época teníamos una simbiosis musical que por momentos era mágica y sorprendente, entonces lo que sí me permito hacer ahora es fantasear con cómo sería esa vuelta”.

—Arrancás el disco con un tema homenaje a Michael Jackson, ¿qué significó Jackson en tu carrera?

—La canción arranca como una metáfora de una relación de pareja que no tenía tanto que ver con Michael aunque me gustaba el título pero tiene ciertas influencias de Jackson, sin ser un homenaje póstumo; no traté de imitarlo sino de tomar ciertos elementos suyos. “Michael” es un tema que te prepara para lo que es el disco.

—¿Cómo caracterizarías el disco?

—Tal vez no sea un disco tan directo como los anteriores sino que está buscando cosas, y esa canción, con un ritmo que recién arranca al minuto y medio, hace ver que tiene una búsqueda.

—Además es muy amplio en cuanto a su contenido…

—Yo voy haciendo canciones y después cuando me pongo a escucharlas armo un orden y dejo algunas afuera. Me gusta escuchar los temas en orden y que vayan contándome algo, que sea como una película. Creo que este disco, tanto como el anterior, en donde me empecé a fijar mucho en eso, tienen un tiempo bastante justo.

—En cuanto al concepto general del disco, se dice que tiene un giro musical con respecto al anterior pero quizá se expresa mejor como guiño transitivo o suma de experiencias reformuladas y a la vez nuevas.

—Creo que sí. Tengo la suerte de contar una carrera a través de los discos y a través de ellos ir evolucionando. Desde que tengo dieciséis años saco discos y cada uno fue contando algo; a través de ellos podés ver mi evolución como artista, eso está bueno. En estos años fui un músico bastante pragmático; y creo que si quisiéramos saber el porqué de lo que me comentás sobre este disco, creo que tiene que ver con que siempre intento trabajar con alguien, tener un coproductor, en este caso Lucas Martí.

—Y en cuanto a la forma de retratar ese amor o desamor, que es una constante en tus discos, ¿cómo trabajaste la construcción de la canción de amor?

—A mí la canción de amor tan alegre no me sale, sino que me corro por una más telenovelera.

—Pero tampoco ocultás una actitud generacional…

—Claro, de hecho tengo un público mucho más joven al que muchas veces hacen referencia mis letras y a veces hago referencia a cosas que están en un imaginario un poco difuso, pero me gusta eso porque de pronto aparecen cosas que me sorprenden a mí mismo y me hacen dar cuenta que son reales, no son cosas pensadas; de pronto jugando, aparecen, entonces ¿por qué dejarlas pasar?

—¿Cómo llegaste al título de este disco?

—Estaba en un viaje con mi manager y hablando sobre el disco le dije que me gustaba “Macho” para el título, pero ese nombre no me representaba, era más para Kuryaki. Después le digo “Polvo macho” que también me gustaba pero era demasiado explícito. Así salió “Polvo de amor”, y al darlo vuelta me encantó y nunca mas lo dudé porque le cabía perfectamente, al punto que después terminé haciendo una canción inspirada en ese título que fue “Amor en polvo”. Hay como cuatro canciones que hacen referencia al amor.

—¿A qué tipo de amor te referís?

—Es el amor de todas las formas, pero también el desamor, el sexo, y el pibe quemado del amor.

—A diez años del final de Illya Kuryaki, ¿un retorno es posible?

—Hemos tenido algunos ofrecimientos pero todavía no está nada cerrado. No obstante el panorama que teníamos un tiempo atrás donde sabíamos que cada uno tenía que hacer un disco ya cambió. Sin embargo, porque no hay nada cerrado, nos guardamos un poco la intimidad hasta que esté la cosa definida.

—Entonces hay futuro…

—Yo creo que sí. Son diez años sin haber tocado. No estamos esperando una oferta monetaria o que el número nos cierre. Son muchas cosas, más teniendo en cuenta que todos los años que trabajamos por nuestras carreras solistas suman lo mismo que duró Illya Kuryaki, así que imaginate lo importante que es.

—¿Cómo imaginarías ese regreso con toda la experiencia recogida en estos años?

—Lo veo como un desafío muy grande y como una oportunidad artística grande en el sentido de que sería volver a hacer música con una persona con la que hace mucho no la hago, pero he tenido la fantasía de por lo menos pensar cómo sonaría esa mezcla de cabezas que se dio en su momento de una manera muy mágica. En esa época teníamos una simbiosis musical que por momentos era mágica y sorprendente.

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