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El ángel de Elías recorre las calles de Empalme Graneros

Por Ana Piccolo.- Todo un barrio llora la muerte de un adolescente asesinado de 30 balazos la semana pasada.

“Se nos fue un ángel”. Así rezan las paredes de la zona más pobre de Empalme Graneros, donde vivía Elías Gabriel Bravo, el muchacho de 17 años ejecutado de 30 balazos la noche del viernes 15 de octubre en la puerta de un quiosco de drogas de Felipe Moré y French. Desde entonces su nombre se multiplica en cadenas de mensajes de texto, en temas musicales dedicados por radio y en saludos de despedida que sus amigos escriben en el muro “siempre presente” abierto en Facebook. Pero con la misma convicción que los pibes del barrio se tatúan su nombre envuelto en alas, se instala como ley la advertencia de su muerte y el miedo se transforma en silencio generalizado.

“Yo sé que habían puesto un precio por la cabeza de mi hijo. Él no quería que le vendan droga a los chicos chiquitos pero a los transeros no les importa nada”, contó su mamá Analía, de 37 años, que vinculó el crimen con un ajuste entre traficantes porque Elías “les robaba a los quioscos” de droga.

La mujer, que también se dibujó en la espalda el nombre de su hijo con dos alas de ángel, reconoció que Elías cometió varios delitos desde pequeño pero que en los últimos meses había dado un cambio radical luego de salir del Instituto de Rehabilitación del Adolescente (Irar). “Había empezado un taller de capacitación en carpintería y estaba escolarizado, se ve que el encierro lo hizo pensar mucho y el cambio fue muy grande”, dijo.

Un mensaje de 30 tiros

Poco después de la medianoche del viernes 15 de octubre, Elías ingresó confiado por calle French, entre Felipe Moré y las vías, como lo hacía casi a diario a bordo de su honda tornado negra. Pero apenas se bajó de la moto, en la puerta de un concurrido quiosco de drogas, fue ejecutado de 30 balazos calibre 9 milímetros por al menos dos tiradores.

Fuentes de la investigación leyeron en el exceso de plomos —muchos más de los que se necesitan para quitarle la vida a una persona— un claro mensaje narco. Pero para la mamá de Elías la cantidad de tiros fue para asegurar su muerte. “Sabían que si lo dejaban vivo él le iba a dar su vuelto. Porque lo conocía como era antes”.

El crimen es investigado por el juzgado de Instrucción 3ª, a cargo de Luis María Caterina, y hasta el momento no hay detenidos ya que sólo se barajan los apodos de algunos sospechosos. Un vocero judicial indicó que la falta de colaboración de testigos se debe en gran parte a que nadie quiere hablar por miedo a represalias.

“Yo ya no le tengo más miedo a nada. Perdí a mi hijo que era lo que más quería. ¿Qué miedo puedo tener ahora?”, dijo entre sollozos la mamá de Elías tras afirmar con indignación que la gente tiene pánico de hablar porque nadie les puede garantizar seguridad.

“Testigos hay seguro. Pero tienen miedo. Yo lo único que quiero es que al asesino de mi hijo lo condene un juez y que no salga nunca más de la cárcel. Pero te piden pruebas y más pruebas y la gente no quiere hablar por miedo. Eso no lo entienden los jueces”, remarcó.

El ángel de Elías

“Elías le daba consejos a mis hijos, les decía que estudien y acá en el barrio todos nos sentíamos seguros con él”, dijo una vecina de calle Olavarría al 200 bis.

“Era una excelente persona, más allá de lo que digan o lo que dejen de decir, con él no había robos en el barrio y podíamos caminar tranquilos”, agregó otra mujer.

“Lo conocíamos a Elías prácticamente desde que estaba en la panza de la mamá. Era un amor con todos. Todo el barrio lo quiere a él. Lo quiere, porque todavía lo queremos. A la noche escuchamos programas de radio y la gente le manda saludos y dedican canciones”, dijo una adolescente con lágrimas en los ojos.

“Los pibes se empezaron a tatuar su nombre con las alitas, y a cada rato nos llegan cadenas de mensajes por celular «fuerza chicas, se nos fue un ángel», también abrieron una página en facebook que lleva su nombre y muchos de los chicos se despiden ahí”, contó otra de las vecinas del barrio que se acercó para expresar su dolor ante la muerte de Elías.

También se arrimaron varios chicos de 14 años y contaron que Elías les decía que estudien y no se droguen. Entre ellos estaba Cristian, uno de los pibes baleado por efectivos de la seccional 20ª que dispararon delante de niños en una desenfrenada persecución de un muchacho que estaba fugado de la comisaría 12ª.

“A mi hijo lo balearon el 8 de marzo pasado. Estaba tomando una gaseosa con otros nenes más chicos en una esquina cuando pasó la Policía a los tiros porque seguían a un pibe que se había fugado de la comisaría 16ª. La bala le entró por la cintura y le salió por la boca del estómago. ¿Qué seguridad tenemos con una policía así?”, se preguntó Carina, la mamá del menor que no tardó en contar cuánto lo quería a Elías.

“Más de una vez, cuando salgo tarde de la iglesia, me han seguido y me daba miedo, lo veía a él, siempre nos estaba cuidando, siempre, siempre”, dijo una joven a la que siguió una mujer mayor: “Era  muy buenito, es verdad que nos sentíamos protegidos por él. Yo tengo hijos chiquitos y es verdad que me los cuidaba. Era un ángel”.

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