Desde mucho antes de las 19, la gente comenzó a acercarse al Coloso del Parque. Había cotillón, bombas de estruendo y fuegos artificiales. De a poco la popular empezó a colmarse, la platea techada quedó chica y tuvieron que habilitar la segunda bandeja que da espaldas al museo. Veinticinco mil almas se dieron cita al ya histórico banderazo con la ilusión de quedarse con el triunfo ante Central y seguir en la pelea del Apertura.
Clima de partido, clima de fiesta. Poco después de las 19, la voz del estadio anunció la presencia del goleador histórico de Newell’s, Víctor Rogelio Ramos, de Ariel Cozzoni, Julio César Saldaña y Germán Real, para las primeras ovaciones. Al ritmo de “Sólo te pido que le ganés a Central”, la gente comenzó a alentar a la espera de la salida del plantel de Roberto Sensini.
Exactamente a las 19.20 asomó la figura de Rolando Schiavi de la mano de su pequeño hijo Santino y detrás el resto de los jugadores para el delirio de la multitud.
“El domingo cueste lo que cueste, tenemos que ganar”, fue la canción de bienvenida que bajó de las tribunas.
De a poco los jugadores se fueron soltando, se pudo ver a Sebastián Peratta abrazando a Cristian Núñez, en gesto paternal, como explicándole el origen del banderazo. Luego comenzaron a caminar hacia la popular, el Flaco Schiavi se llevó los primeros aplausos, lo siguió Peratta, a quien pidieron para la selección y Lucas Bernardi y Joaquín Boghossian también se llevaron sus ovaciones. Fueron treinta minutos a puro canto, algunos jugadores comenzaron a revolear las remeras con cada una de las canciones que bajaban desde los cuatro costados y en el rostro de más de uno se notaban gestos de emoción.
Poco antes de las 20, nuevamente con Schiavi en primera fila, el plantel se paró en el círculo central y saludó a las 25 mil personas que los fueron a alentar. La respuesta de la multitud fue una nueva ovación y un claro mensaje: “El domingo no podemos perder”.
De Australia al Coloso
Dos periodistas australianos se dieron cita en el Coloso para realizar un informe sobre el banderazo para un diario local. Fueron invitados por un colega que sabía de que se trataba ya que realizó la cobertura el año anterior. Se ubicaron en uno de los últimos pupitres y no dejaron de sorprenderse por cada cántico y estruendo que bajaba de la popular. Traductor mediante, dejaron sus sensaciones sobre el espectáculo vivido y comentaron que en Australia sólo se puede ver algo parecido en la previa de la final del fútbol americano, pero aclararon que no en cantidad de público. Además consideraron como “increíble” que un grupo de hinchas vaya a la cancha cuando no hay práctica ni partido. “Seguramente el año que viene volveremos a venir porque esto es maravilloso”, coincidieron.
Daniel Dominguez