El 2 de junio de 1974 será recordado por siempre por los hinchas leprosos. Ese día, Newell’s obtuvo su primer título profesional de AFA, pero lo hizo de la manera soñada por cualquier equipo: festejó en la cancha de su eterno rival.
La definición del campeón del torneo tuvo un cuadrangular entre Newell’s, Central, Boca y Huracán. Y la Lepra, tras derrotar a a xeneizes y quemeros, llegó al último partido con tres puntos de ventaja sobre el elenco canalla. con igualar se quedaba con su primer título de la historia, y el destino quiso que ese cotejo se disputara en Arroyito.
El partido estaba dos goles abajo para el equipo dirigido por Juan Carlos Montes, pero llegó el descuento de Capurro, y a nueve minutos de final,. Mario Zanabria metió un zurdazo al ángulo para decretar el empate y la gloria eterna para ese equipo leproso. «Bendita sea tu zurda», pasó a ser una frase escrita en banderas, tatuada en la piel y que todo leproso de ley sabe que se trata de Marito Zanabria y ese icónico gol a Central. «Mi mayor orgullo, tu peor humillación», es otra forma con más folclore que lleva al hincha de Newell’s a recordar esa hazaña, con el número ’74’ como referencia en muchas banderas que en cada partido de local flamean en el Coloso.
Y si a ese partido le faltaba un condimento más, desde hace algunos años, Newell’s tiene como trofeo de ese día inolvidable el arco donde Zanabria hizo temblar la red con un zurdazo inatajable. Sí, el destino, el azar o la picardía de algunos hinchas hizo que el mítico arco donde se concretó la epopeya, hoy esté en manos leprosas. Primero ubicado en la esquina del Coloso con una foto panorámica del gol de Zanabria visible para cualquiera que pasara por el Parque Indepeendeencia; luego relegado a estar apoyado en la pared del gimnasio detrás de la Visera, para que sin saberlo, los chicos jugaran al ·’gol-entra’ y emularan ese 2 de junio; hasta que en 2018 se decidió enclavarlo en el denominado «Paseo de los Campeones» con imágenes de aquella recordada tarde. No fue el destino final, ya que la construcción de la nueva tribuna norte obligó a sacarlo de ese lugar y llevarlo nuevamente detrás del gimnasio, justo el día en el que se celebraron los 50 años de aquel cotejo histórico.
¿Por qué el arco lo tiene Newell’s? ¿Cómo se puede certificar que ese fue el arco donde Zanabria anotó el mítico gol? Ambas preguntas tienen una respuesta llena de entretelones y extrañas coincidencias, como si el destino hubiera querido que ese trofeo tan preciado terminara en manos leprosas.
En 1977 el gobierno de militar de Videla designó a la cancha de Central como una de las sedes de la Copa del Mundo. Y al remodelarse el estadio, los arcos y las plateas viejas fueron llevadas al Batallón 121. Esa historia perturbó por mucho tiempo a varios fanáticos leprosos. Y uno de ellos, J. R. Moreno, tuvo el dato que tanto había esperado. En un galpón del regimiento había un arco con los colores azul y amarillo pintado en la base. Aún quedaba certificar si era el del gol de Zanabria, y al revisarlo Moreno vio que en el travesaño se podía visualizar un escrito: «Viva Ñuls, Tito, 2-6-74». Las dudas se disiparon, aunque había algo más. Una sigla que no tenía sentido: «A.S.C».
Una vez recuperado el arco, ese trofeo de guerra invaluable, Moreno comenzó una ardua búsqueda: encontrar a Tito o a alguien que lo conociera. Y su insistencia dio con el hincha que había escrito esa frase y la sigla en cancha de Central. Y ahí fue donde todo tuvo más sentido. «A.S.C» era «Aquí salí campeón».
Cincuenta años después, ese trofeo, denominado «El arco del triunfo», tuvo cerca suyo a muchos de los campeones. Tito Rebottaro, Carlos Picerni, el Chivo Pavoni, Magán, fueron algunos de los que se acercaron al Coloso para un nuevo ‘bautismo’ del famoso arco. A la distancia estuvo el saludo de Mario Zanabria, aclamado por muchos hinchas que fueron al Coloso a festejar, y en el recuerdo hubo menciones para Juan Carlos Montes, Cucurucho Santamaría (estuvo su hija), el Mono Obberti o Capurro, el otro goleador de esa tarde histórica. Y como dijo el propio Zanabria: «Ellos ya no están con nosotros físicamente, pero sí en el recuerdo imborrable».
Cincuenta años no es nada, aunque es mucha historia por contar. Y como dice el Trova Jaime en el himno leproso: «Con gallarda bizarría firme ocupa su sitial, la inclinada jerarquía en el fútbol nacional, con el alma lo aplaudimos a tu más hermoso gol, lo hiciste a los rosarinos en la red del corazón… ·.