El Volkswagen Bora utilizado en el crimen de Diego “Tarta” Demarre fue el eje de la audiencia de este martes en el juicio que se sigue dentro de la megacausa por asociación ilícita y homicidios contra la banda Los Monos. Los cuatro acusados: Máximo Ariel Cantero (alias Guille, como autor), Andrés “Gitano” Fernández como partícipe necesario , Leandro “Gordo” Vilches y Jorge “Ema” Chamorro como partícipes secundarios y el recientemente procesado como autor intelectual de este asesinato Ramón ”Monchi” Machuca escucharon el derrotero que tuvo el auto aquel 27 de mayo de 2013, según la Fiscalía. En la misma jornada un perito balístico ratificó que el arma que mató a Demarre fue usada al día siguiente, en el triple crimen de la familia César.
Una imagen de Fernández subiendo a un Bora blanco en el Heca en la madrugada del día anterior, luego de que fuera trasladado allí agonizante Claudio “Pájaro” Cantero y la imagen del Bora que se utilizó en el crimen fueron el foco de atención estos días. Un número 2 al final de la patente era el otro dato que manejaban los investigadores, aunque ninguno de los testigos pudo confirmar a ciencia cierta que se trató del mismo vehículo.
El Bora, que identificó la Policía como el usado en el ataque, apareció en Córdoba repintado de negro. Los testigos que declararon en la jornada fueron parte del pasamanos de ese auto. La cadena fue de atrás hacia delante: el último en la cadena está preso en la Unidad Penitenciaria N° 6 por otra causa. El anterior dijo que compraba y vendía autos y se dedica a la construcción. Aceptó el vehículo en parte de pago de una camioneta y acompañó en su momento los dos boletos de compraventa. El negocio, describió, se lo ofreció Juan Roberto Aymo, un hombre con varias causas penales por fraude –algunas con condenas –, entre ellas la megaestafa inmobiliaria sacudió a la ciudad en 2016 e involucró a profesionales y empresarios.
Aymo llegó con las esposas puestas. Antes de estar preso ase dedicaba a la compraventa de autos. Explicó que se dedica a ello desde que su padre ganó la Lotería en los años 60. “Hace un par de años fui a la casa de un amigo, me dijo que tenía ese auto para la venta”, contó y añadió que entonces se lo ofreció al constructor e hicieron el negocio. Su amigo era Carlos D. quien terminó imputado por encubrimiento porque no pudo comprobar cómo llegó a sus manos ese auto. Hoy transita una probation por el caso.
El testigo dijo que el auto estaba repintado pero que no se había dado cuenta. Carlos se lo comentó. “Si lo mirabas en detalle se veía”, aseguró Aymo. Por ejemplo en la parte interior del motor. Su amigo le dijo que lo pintaron porque lo iba a poner a trabajar como taxi y el testigo sabía que tramitó una chapa que luego no le dieron. De todas maneras le llamó la atención porque no es un auto que se use con esa finalidad, aseguró. Dijo que el Bora estaba nuevo pero prefirió asegurarse y se comunicó con el titular que era de Buenos Aires; también pidió informes al Registro de la Propiedad y el auto no tenía ningún problema.
El constructor le pidió si no podía firmar él el boleto, y no tuvo problemas, dijo Aymo, pero aclaró que acercó las partes a cambio de una comisión que nunca llegó a su bolsillo. En cuanto a Fernández (acusado de ser el chofer del auto desde el que partieron los tiros aquel mediodía, en Maipú y Seguí), contó que lo conocía de toda la vida: hicieron negocios juntos porque también tenía una concesionaria. Negó alguna vinculación de Fernández con ese auto y aseguró que lo conoce como Andresito.
La misma pistola
Otro de los testigos de la jornada de este martes fue un policía que prestó servicios en Balística durante 25 años. El uniformado hizo varios informes, donde cotejó vainas y balas vinculadas con los crímenes de Cantero, Demarre y el triple crimen de Marcelo Alomar, Nahuel y Norma César atacados a balazos cuando circulaban junto al resto de la familia en una chata por Acevedo y Seguí un día después del homicidio del Tarta, el 28 de mayo de 2013, caso que se ventilará desde la semana que viene en el Centro de Justicia Penal.
En la escena del crimen de Cantero se levantaron 10 vainas calibre 9 milímetros ; en el de Demarre se secuestró una vaina en la calle y una bala encamisada y deformada extraída del cuerpo de la víctima. En ambos se determinó que se usaron pistolas semiautomática 9 milímetros, aunque no se trató de la misma arma.
En cuanto al crimen de Alomar y César, se secuestraron 24 vainas servidas. Catorce fueron disparadas por un arma semiautomática y el resto (10) se dispararon con la misma arma que se usó para asesinar a Demarre.
El otro cotejo que se realizó fue con las vainas y balas secuestradas en estos casos con las balas testigo obtenidas de las armas secuestradas en la causa por asociación ilícita contra el clan Cantero. Este cotejo microscópico dio negativo.