El artista visual rosarino Adrián Villar Rojas, el único rosarino en el 32 Festival Internacional de Mar del Plata, presentó este domingo su ópera prima El Teatro de la desparición. Ese título, mezcla siniestra y desesperante, fue como se llamó una instalación que el artista, una de las grandes promesas del circuito argentino en el mundo, mostró en el Roof Garden de Nueva York.
De ese desprendimiento la película del mismo nombre es una trilogía de segmentos independientes en los que, a partir de diferentes elementos narrativos, se presentan estímulos que promueven la reflexión sobre la naturaleza humana y el planeta.
El Teatro de la desaparición, un producto que nada entre el cine y el arte, expone una suerte de viaje de ciento veinte minutos, exento de diálogos y donde las imágenes -fijas y en movimiento-, la música y los sonidos, ocupan el centro de la propuesta que invita al espectador a ocupar un lugar central en la historia, haciéndolo protagonista, porque de lo que se trata no es más ni menos que hablar de su condición humana.
Con los recursos de la imagen llevados a su máxima, este film bien podría definirse como un “docu-arte”, por su carácter antropológico donde se muestran las ruinas de un mundo que no supo ser, pero también de la condición humana -tema muy recurrente en la obra de este artista- representadas en escenas subterraneas, de violencia, guerra y desolación.
La película tuvo su estreno mundial en el reciente Festival de Cine Internacional de Berlín y este domingo llegó al Festival de Mar del Plata donde tendrá varias pasadas. El cineasta y artista no estuvo presente y fueron los productores los encargados en hablar en nombre de la obra. Escuetos sólo invitaron a «dejarse llevar» por lo que se ve.
En El Teatro de la desaparición, Rojas quiere poner sobre la mesa, a través de una narración experimental sobre la vida, el tema de los parecidos entre las especies, entre el hombre y el animal. “Villar Rojas no entrega pistas fáciles ni propone respuestas cómodas: el magnetismo de sus imágenes, con su ritmo interno y aura surreal, interconecta lugares apartados en un collage de formas alienadas, hipnóticas y de una distorción casi postapocalíptica”, se describe en el adelanto argumental del film donde se anticipa que, “la potencia del cine genera un efecto demoledor”.
Nacido en Rosario, estudió Bellas Artes en la Universidad Nacional de Rosario y cine en la Escuela Provincial de Artes Visuales Manuel Belgrano. En el plano de la producción se centró en la escultura de gran formato en los que son frecuentes alusiones míticas o apocalípticas del fin del mundo.
Con sólo 35 años Rojas es ya un artista del mundo. Expone en la Bienal de La Habana, el Pompidou de París y el Guggenheim de Nueva York. Sus megainstalaciones han hecho pie en el Jardín de las Tullerías de París, el Moma de Nueva York y representó al país en la 54 Bienal Internacional de Venecia, que lo catapultó a la fama internacional.