El 45 por ciento de las propiedades nuevas que construye el sector privado en la Argentina son vendidas a inversores que no piensan utilizarlas en forma inmediata. Así se desprende del 5º Estudio de Opinión del Grupo Construya, realizado entre 592 profesionales ligados al sector de la construcción en todo el país, habiendo participado de la encuesta empresarios, desarrolladores y responsables de estudios de arquitectura, entre otros actores.
La inflación y la devaluación tuvieron un impacto notable en el mercado de la construcción y del llamado real estate, dado que quienes cuentan con ingresos que le permiten realizar algún tipo de ahorro no encuentran alternativa más rentable que los ladrillos.
En barrios de Puerto Madero, Recoleta, Palermo y algunas zonas de Belgrano, en la Capital Federal, existen miles de “departamentos fantasmas” en los que nadie reside, dado que sus propietarios los compraron sólo para resguardar sus ahorros.
Los dólares de los grandes productores de soja y otros sectores de alta rentabilidad van a parar a torres ubicadas en Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza, ciudades donde el valor de las propiedades está en permanente alza. La situación amplía la brecha entre quienes acumulan propiedades y los de la base de la pirámide que, si bien son capaces de sostener un empleo formal, no llegan al costo de la primera vivienda, un producto que sigue cotizándose en dólares a pesar del cepo cambiario.
“Respecto al perfil del actual comprador de inmuebles, entre las constructoras y los estudios de arquitectura encuestados, el 45 por ciento señaló que sus clientes adquieren las viviendas como bien de inversión”, informó el grupo Construya.
Otro 30 por ciento de los consultados señaló que las adquisiciones son para uso propio y el 14 por ciento afirmó que contratan sus servicios para refacción o ampliación de viviendas propias; mientras que el resto dijo desconocer el objetivo de sus clientes.
Sobre la fuente de financiamiento, los encuestados precisaron que en su mayoría los ahorristas destinan a la compra o ampliación de propiedades su propio capital, luego vienen la financiación de terceros (inversores particulares), la de proveedores y, por último, los préstamos hipotecarios. Según el estudio, tres de cada cuatro encuestados calificaron a la construcción como “el mejor método de ahorro”, mientras que los bonos públicos argentinos obtuvieron el 6 por ciento de las respuestas, las acciones empresariales el 3 por ciento y otros bonos, 3 por ciento.
El estudio también precisa que el 42 por ciento de los encuestados afirmó que su actividad creció en los últimos doce meses, el 28 por ciento indicó una retracción, mientras que otro 29 por ciento consideró que “se mantuvo igual”. Entre optimistas y neutrales sumaron el 71 por ciento del total de respuestas, lo que estableció un nuevo máximo respecto de años anteriores en los que el pesimismo era moneda corriente, en un contexto internacional complicado por la crisis. En este sentido, las regiones más optimistas sobre el futuro próximo de la actividad inmobiliaria fueron el NEA, Cuyo y Patagonia con 68, 50 y 44 por ciento, respectivamente. En los tres casos, sólo el 8 por ciento de quienes respondieron se inclinó por una caída.