El reloj marcaba las 7 AM. Apenas amanecía en la ciudad y la avenida Jorge Newbery estaba atestada de vehículos. En medio de una densa neblina, miles de fanáticos pugnaban por ingresar y tener el mejor lugar en el Autódromo. Sí, una pasión que no tiene explicación.
Los tuercas rosarinos y de la región demostraron la fidelidad hacia el Autódromo, dándole un fuerte espaldarazo a un predio que sufrió mucho en cuanto a lo burocrático pero que hoy está firme y sólido. Y lo que se vio este fin de semana lo ratificó: unas 35.000 almas pasaron viernes, sábado y domingo por el Juan Manuel Fangio.
Este domingo unas 25.000 personas abarrotaron los accesos desde temprano. Jorge Newbery fue una avenida que parecía una recta del autódromo, pero con autos, camionetas, motos y hasta camiones esperando para ingresar.
A las 9.45 la niebla se fue disipando y el semáforo verde se encendió. Y ante el humo de cada asadito, las Clase 2 y 3 del TN, además de la TA 1600 de las Agrupadas, se armó la fiesta en las tribunas y detrás del alambrado.
Rosario fue una fiesta. Una fiesta del automovilismo y de la familia. Una fiesta que seguramente se repetirá ante cada presencia de una categoría de deporte motor. Porque el Autódromo es una realidad que crece y crece.