“Será una linda ocasión para meterle al público nuevas fichas”, dijo el eximio compositor y bajista Guillermo Vadalá abriendo el juego a una charla telefónica desde Buenos Aires con El Ciudadano donde revivió toda su carrera: desde su etapa temprana dentro del rock nacional y el trabajo como sesionista para Fito Páez y Luis Alberto Spinetta hasta su proyecto solista que este año celebra una década de vida con la edición de un DVD.
El músico que, esta noche a las 21 y con entrada gratuita, se presentará en la explanada del Museo Castagnino (Pellegrini y Oroño) en el marco de un ciclo de espectáculos al aire libre organizado por la Secretaria de Cultura, ofrecerá un homenaje a su sentir musical repasando los dos discos solistas de su autoría, Bajopiel (2004) y Alumbramiento (2009), acompañado por una formación de quinteto que completan Javier Lozano (teclados), Pablo González (batería), Sergio Pérez (guitarra) y Juan Manuel Alfaro (saxo).
—¿Cómo pensaste el show?
—Haremos un repaso de mis discos en formato de quinteto. Hace muchísimo tiempo que no toco allá y, ahora, estoy yendo con la expectativa de reencontrarme con un público que me vio muchas más veces con Fito. Será una linda ocasión para meterle al público nuevas fichas.
—Dentro de tu proyecto solista, ¿en qué estás trabajando?
—Estoy haciendo un DVD que grabé en La Trastienda donde participan el Mono Fontana, Baltasar Comotto y una banda muy buena. Es un trabajo que no termino de editar pero que va a estar listo este año, mucho antes que el futuro disco.
—El DVD saldría justo con tu primera década como solista…
—¡Como pasa el tiempo! (risas). Cuando me llamó Fito para hacer el regreso de “El amor después del amor” me dijo “se cumplen 20 años del disco” y yo no lo podía creer. El tiempo se te escurre de las manos. Está bueno tener un DVD para que quede un registro de lo que uno hace. En las redes sociales siempre se ven videos piratas de mis shows pero me pareció bueno mostrar algo original.
—En “Bajopiel”, dejás ver tu interior más profundo. Y en “Alumbramiento” hacés una búsqueda anímica y armónica. ¿Cómo sería tu tercer álbum? ¿Tenés título?
—Aún no lo pensé porque el nombre llega acompañado del aroma de las canciones. Es como un viaje. No soy un compositor que compone todo el tiempo sino que lo hago puntualmente para el disco: soy un instrumentista que va juntando y dando forma a ideas. Trabajo para darle cuerpo a las canciones que me parecen que van a integrar el disco y ahí, en ese proceso, nace el nombre.
—Para los títulos apelás a los dobles sentidos…
—Sí. La palabra “bajo” identificaba al instrumento pero también a lo que tenía por adentro, bajo la piel. Y en Alumbramiento tenía que ver con mi debut como papá. Por otro lado, Guillermo Vadalá ya no quería mostrarse como un tocador de bajo sino como un músico total. Seguramente en el tercero (álbum) me volveré a meter en ese juego de palabras para representar el momento.
—Tu vida artística comenzó dentro del rock nacional y después fuiste haciendo un cambio que se manifestó con mayor fuerza en tu proyecto solista donde evidenciás un lenguaje más ligado al jazz y el funk. ¿Qué te lleva a explorar esas otras sendas?
—Yo vengo de una generación donde el rock se nutría –en una primera etapa, por así decirlo–, de lenguajes en los cuales, armónicamente, era como algo un poco más limitado que otros géneros. En los años en los que me estaba formando –por así decirlo– había una música que era el jazz rock donde se ubicaban los mejores instrumentistas. Y por ejemplo veías a un Phil Collins que estaba en Génesis pero a la vez tenía un grupo experimental, porque el tipo era más que eso que se mostraba masivamente.
—¿Qué ocurría en el país?
—(Luis Alberto) Spinetta: él siempre elegía músicos de rock pero en Jade empezó a optar por músicos que tuvieran más vuelo. Nadie puede ningunear al rock pero cuando alguien se daba cuenta que tenía un poco de ductilidad, facilidad u oído para alinearse en ese otro mundo, lo hacía.
—Vos lo conseguiste. ¿Cómo era ese “otro mundo”?
—Ese era un lugar de expedición al que me interesaba pertenecer pero no por posición social, sino porque era buenísimo lo que sucedía allí. Eran sensaciones distintas al rock y te sorprendías por cómo sonaban los instrumentos. Te “flipeaban” la cabeza.
—¿Qué pasa en la actualidad?
—Ya no sucede eso con los géneros, quizá lo sentís con una banda que de golpe hace algo que te vuela la cabeza. A mí me gusta Muse o Radiohead, bandas que tienen una gran coloratura.
—Con Fito estuviste mucho tiempo. ¿Cómo recordás aquellos años?
—Fito era un tipo que venía de otro lado y tocaba con músicos más poperos. Cuando me conoció y vio que yo podía tocar otras cosas se volvió loco. No te exagero. Tuve la bendición de tocar con un Fito que estaba hambriento de lo mismo que yo.
Tres de Jazz
En el marco del ciclo de música, humor y circo que todos los viernes de febrero se lleva a cabo en la explanada del Museo Castagnino, esta noche la velada estará íntegramente dedicada al jazz con la presentación de tres bandas referentes del género. Además de la participación del bajista Guillermo Vadalá (ver nota central), de la noche formarán parte el Hernán Flores cuarteto y el quinteto Conexión. Integrado por Álvaro Manzanero (batería), Mariano Ruggieri (teclados) y Agustín Mattaruco (guitarra), los músicos del Hernán Flores cuarteto son instrumentistas referentes del jazz que experimentan con las sonoridades armónicas del género fusionadas con bases étnicas, funk y pop. Además será de la partida el grupo Conexión, formado por Sebastián Romero (piano), Tito Mendes (saxos) y Omar Pogonza (batería) quienes se presentarán en formación de quinteto, con la visita de los reconocidos músicos Horacio Mono Hurtado (contrabajo) y Pablo Ledesma (saxo).