El Banco de Semillas Ñanderoga hará este domingo –desde las 8.30 a las 13.30 en la plaza Suecia, avenida Rivadavia y bulevar Oroño– su primera feria de intercambio del año, que a la vez será la primera tras cumplir una década de existencia. La nueva convocatoria de “Rosario Cultiva Diversidad” buscará además ampliar el creciente número de madrinas y padrinos de semillas, la estrategia que diseñó la institución para recuperar y reintroducir variedades y cultivos que a lo largo de la historia fueron dejados de lado por el mercado, desalojados por otros cultivos industrializados o quedando en el olvido por el destierro o la desaparición de las comunidades que los habían mantenido como herencia cultural.
Sin las posibilidades presupuestarias ni tecnológicas de los países del Hemisferio Norte, donde el acopio y mantenimiento de especies en gigantescas bóvedas y laboratorios subterráneos son política de Estado, el Banco de Semillas Ñanderoga apeló a las personas para cuidar el heredado tesoro vegetal: una red de cultivadores siembran, cuidan, cosechan y obtienen nuevas semillas vivas de más de 800 especies y variedades. Se trata de una diversidad mayor a la de los propios territorios agrícolas, cuyos productores se volcaron a la lógica de usar apenas un puñado de cultivos y de exterminar todo lo que los rodea con agroquímicos.
La red, que fue creciendo a lo largo de la década, tiene alcance nacional: en 16 de las 24 provincias reside una madrina o un padrino cuidando variedades que provienen del Banco de Semillas de Rosario. Son centenares de agricultores, profesionales de la salud, huerteras y huerteros, yuyeros, consumidores o simplemente curiosas y curiosos que tomaron a su cargo la responsabilidad del cuidado, reproducción y multiplicación de variedades vegetales en huertas, parques y jardines particulares.
Junto al Programa de Agricultura Urbana de la Municipalidad y al programa Inta ProHuerta de la Nación, el Banco Ñanderoga (“Nuestra casa”, en guaraní) dará talleres de difusión y capacitación para quienes tengan interés en sumarse al cultivo de plantas no sólo alimentarias sino medicinales, ornamentales, maderables, e incluso las que se utilizan para cestería, colorantes para teñir o pintar telas, e incluso perfumería. En la actividad también se entregarán semillas de estación para cultivos de corto alcance –que prosperan antes del invierno–, como lechuga, rúcula, cilantro, radicheta. “También se pueden plantar cebollas, habas, arvejas y aromáticas como el eneldo”, apunta Lucho Lemos, experto en botánica y uno de los fundadores del Banco.
En la plaza Suecia también tendrán sus stand, los miembros de la Red de Huerteras y Huerteros de Rosario, de la que forman parte centenares de personas que producen variedades alimentarias, aromáticas y condimentos libres de agrotóxicos y cultivados a pequeña escala. Muchas de sus cosechas se originan, precisamente, en variedades obtenidas y reproducidas por el Banco de Semillas e inexistentes en el mercado convencional, como la acelga roja, el tomate de árbol o la papa del aire.
Lemos explicó a El Ciudadano que muchas de las semillas de origen se obtuvieron en viajes de intercambio con agricultores o huerteros de otras provincias, pero también muchas a las que pudieron acceder se habían conservado como herencia de padres o abuelos en distintas regiones, incluso a escala doméstica.
Ahora, las 800 variedades del Banco circulan entre productores que las cultivan y conservan y vuelven a plantar. Y recuerda que de las más de 7 mil especies que se utilizaban en la agricultura mundial hace apenas poco más de 200 años, se pasó a solamente 15 que dominan la alimentación mundial, en una diversidad que apenas sobrepasa los 150 cultivos.
La quinua ya no necesita rescate
Desde el lunes 25 hasta este jueves 28 tuvo lugar en Iquique, en el norte de Chile, el Vll Congreso Mundial de la Quinua y otros granos andinos del que participaron referentes de los países tradicionalmente productores del cultivo precolombino como Perú, Bolivia y Ecuador, pero también otros países en los que la siembra de la especie ancestral se considera en crecimiento: uno de ellos es el anfitrión trasandino, y otro, la Argentina.
La Secretaría de Gobierno de Agroindustria presentó políticas públicas a nivel regional en el NOA y en Cuyo, y se encontró con nuevas investigaciones sobre el cereal nativo que ampliaron la frontera de usos posibles más allá del alimentario.
“En este contexto Argentina, a través de la Dirección Nacional de Alimentos y Bebidas de la Secretaría de Alimentos y Bioeconomía, presentó los avances logrados en el país en cuánto al desarrollo de la mecanización de origen nacional para la trilla y el venteado; los nuevos establecimientos de desaponificación –eliminación de las moléculas tienen propiedades similares al jabón– y además hizo referencia a los más de 25 nuevos productos alimenticios a base de quinua y de otros granos andinos como maíz y amaranto”, se explicó oficialmente.
“La quinua es un cultivo ancestral considerado el alimento más completo del presente. Actualmente, 136 países invierten en su producción e investigación, cifra que se estima crecerá en los próximos años. Nuestro país como parte del bloque andino, cuenta con las mejores condiciones agroecológicas requeridas para su producción, lo que abre la oportunidad de insertar estratégicamente en el mundo a esta economía regional”, concluyó la mesa nacional de la quinua.