El Accidente Cerebrovascular (ACV) se considera la segunda mayor causa de muerte en el mundo. Sus secuelas van desde pérdida de fuerza total o parcial (en un lado del cuerpo), falta de coordinación motora y trastornos del habla, deglutorios, visuales o en la memoria. A menudo, los pacientes quedan con limitaciones motrices, que podrán cambiar totalmente el curso de su vida si no son adecuadamente tratadas.
Quienes padecieron un ACV requieren de un tratamiento personalizado para que su rehabilitación les permita reinsertarse en su rutina de vida diaria.
En algunos casos, por ejemplo, los pacientes presentan una rigidez excesiva de los músculos, principalmente en brazos y piernas (derivadas de la lesión en el sistema nervioso central).
Ese cuadro conocido como espasticidad tiene características claras: el tono muscular aumenta cuando está en reposo y los músculos se contraen al realizar un movimiento.
¿Qué es lo que siente el paciente? Cuanto más intenta movilizar el brazo o la pierna afectada, más resistencia y endurecimiento presentan los músculos y, en algunos casos, presentan espasmos dolorosos espontáneos.
Los síntomas varían de una contracción leve a una deformidad severa, que afecta a la movilidad, haciendo a los pacientes dependientes de la ayuda para actividades cotidianas como caminar, comer y vestirse.
Para dar respuesta a este cuadro tan limitante, cada vez más los especialistas recurren a las aplicaciones de la toxina botulínica, cuya marca comercial más conocida es Botox, con el propósito de optimizar el tratamiento y agilizar la recuperación de estas personas en conjunto con la fisioterapia.
“Después que pasa el ACV, viene la rehabilitación. Esta etapa dependerá del grado de compromiso en las áreas afectadas, que puede derivar en una rehabilitación motora, deglutoria (dificultad para tragar) o del lenguaje. En pacientes más graves, se suma la necesidad de la rehabilitación respiratoria”, explicó Cristina Zurru, neuróloga y jefa de la Sección Cerebrovascular del Hospital Italiano.
Zurru añadió que “en el trascurso del tiempo, notamos que los pacientes desarrollan espasticidad, tienen mayor limitación de su movimiento y es necesario ayudarlos con medicación como Botox para lograr una recuperación satisfactoria”.
La toxina botulínica funciona como un relajante muscular focal y por lo tanto sus aplicaciones representan una de las principales ayudas para el trabajo del rehabilitador.
“Se puede infiltrar en los músculos que sean necesarios. Es un complemento para la rehabilitación, pues ayuda a la relajación muscular, mejora los espasmos dolorosos y permite lograr objetivos de funcionalidad”, indicó Zurru.
La especialista dijo que “el efecto se empieza a notar a la semana, se mantiene aproximadamente por tres a cuatro meses y luego empieza a disminuir”. Y agregó: “En esos meses, es importante coordinar el trabajo con el médico fisiatra, kinesiólogo o terapista ocupacional para mejores resultados. Se le explica al paciente que las infiltraciones nos van a ayudar con su movilidad. Y notamos la mejora no sólo en pacientes con problemas motrices, sino también en algunos con problemas deglutorios muy marcados”.
Considerado un aliado clave en la rehabilitación desde hace más de 10 años, el tratamiento de la espasticidad con Botox ha ido reemplazando otras opciones terapéuticas.