Sergio Molina García / Especial para El Ciudadano (*)
Las políticas proteccionistas de algunos países como EE.UU. no han conseguido acabar con la globalidad de las relaciones internacionales. El comercio y las economías nacionales continúan dependiendo de los flujos globales. Una prueba de ello son las posibles consecuencias del Brexit. La posible ruptura de Reino Unido con la UE está provocando movimientos políticos y económicos a nivel mundial. Los diferentes países de América del Sur, por ejemplo, están valorando cuál será su relación con Reino Unido en el caso de que se consume la separación. De esta manera, una cuestión europea se ha convertido en un affaire mundial.
Hasta el momento, las relaciones entre el viejo continente europeo y Latinoamérica se reducían a acuerdos, siempre difíciles, entre la UE y Mercosur y a diferentes conciertos bilaterales. Entre estos últimos destaca España y Francia, mientras que Gran Bretaña, hasta el momento, no poseía una relación comercial importante con dicho continente. En el siglo XIX, debido a la colonización, Gran Bretaña estuvo muy unida a América del Sur pero, la independencia de estos países redujo sus intercambios económicos.
Sin embargo, esa situación, desde el momento en el que sea efectiva la separación, puede cambiar por dos motivos. En primer lugar, los británicos quedarán excluidos de los acuerdos UE-Mercosur. Y, en segundo lugar, necesitarán convenios bilaterales para construir una nueva posición internacional. En este caso, quizás, Latinoamérica sea una opción plausible para Reino Unido.
Esta hipótesis ha sido defendida por diferentes organismos y gobiernos latinoamericanos desde la celebración del referéndum para la salida del mercado común en 2016. José Manuel Santos, presidente de Colombia, afirmó que podría ser una oportunidad para consolidar nuevas relaciones con el país dirigido por Teresa May.
En esa misma línea se encuentran las conclusiones de los informes de las consultoras de Sherlock Communication y de Tolina in Sights sobre esta cuestión. Según estos estudios, la relación aumentará con gran parte de los países de América del Sur. Los intercambios con México podrían aumentar hasta un 46% y los realizados con Argentina un 29%.
De todos los países de Latinoamérica, destaca la Argentina por su vinculación histórica. Entre ambos estados existe un conflicto permanente por el control de las islas Malvinas. Se trata de un territorio compuesto por diferentes islas situadas frente a las costas argentinas. La tensión generada entre ambos estados provocó en 1982 un enfrentamiento bélico, que terminó con el dominio británico.
A día de hoy, el gobierno argentino considera que las relaciones con el país europeo pueden mejorar. Jorge Faurie, ministro de exteriores, declaró en octubre de 2018 que podría ser un buen momento para ganar influencia en las Malvinas a través de un nuevo tratado bilateral.
En el encuentro de Teresa May y Mauricio Macri en Argentina durante la visita de la primera ministra británica a la cumbre del G-20 se volvió a recurrir a ese mismo tema. De hecho, el comunicado oficial realizado por la Casa Rosa sobre ese encuentro mostraba la intención de lograr nuevos acuerdos. Pactos estratégicos para la expansión de la telefónica británica Vodafone, en un acuerdo con Telecom, e incluso nuevas rutas aéreas entre Córdoba y las islas Malvinas.
En definitiva, el Brexit no se trata de un asunto europeo, sino mundial. Según las declaraciones de algunos líderes latinoamericanos, entre ellos los argentinos, la desconexión británica de Europa les puede permitir nuevos tratados bilaterales. Pero ahora la pregunta que deberían plantearse es, ¿afectará negativamente a sus relaciones con la UE?
(*) Seminario de Estudios del Franquismo y la Transición / Universidad de Castilla – La Mancha (UCLM)