Search

El caballo que detecta el cáncer y visita hospitales: un caso que desafía la ciencia

Peyo es un caballo que vive en Francia. Desde el 2016 junto a su cuidador colaboran como voluntarios en el Hospital de Calais a través de la organización terapéutica Les Sabots du Coeur

En el Hospital de Calais, en Francia, los pacientes de la unidad de cuidados paliativos reciben la visita de un visitante poco común: Peyo, un caballo que ha demostrado una capacidad excepcional para detectar enfermedades como el cáncer y brindar consuelo a quienes enfrentan momentos críticos.

Un talento descubierto por casualidad

Peyo no siempre estuvo vinculado al ámbito de la salud. Inicialmente, fue entrenado para competencias ecuestres y espectáculos deportivos.

Sin embargo, su cuidador, Hassen Bouchakour, notó que tras cada presentación el animal mostraba un comportamiento inusual: se acercaba a determinadas personas del público y permanecía junto a ellas.

Con el tiempo, Bouchakour descubrió que aquellas personas a quienes Peyo elegía de manera instintiva padecían problemas de salud.

Ante este hallazgo, el cuidador consultó a especialistas en veterinaria, neurología y psicología.
Los expertos confirmaron que el caballo parecía poseer una sensibilidad excepcional para detectar el estado de salud de las personas, lo que lo convertía en un caso inusual dentro del mundo animal.

Un recurso terapéutico en hospitales

Desde 2016, Peyo y su cuidador colaboran como voluntarios en el Hospital de Calais a través de la organización terapéutica Les Sabots du Coeur.

En este centro médico, el caballo recorre las salas de cuidados paliativos, eligiendo a qué pacientes visitar.

Su presencia se ha convertido en un alivio emocional para muchas personas en estado crítico.

Los especialistas han observado que las interacciones con Peyo generan mejoras en el bienestar de los pacientes, reduciendo niveles de estrés y ansiedad.

Aunque aún no hay una explicación definitiva sobre su capacidad para detectar enfermedades, algunos estudios sugieren que ciertos animales pueden percibir cambios en los olores corporales y las feromonas humanas.

El comportamiento de Peyo ha suscitado el interés de la comunidad científica.

Algunos expertos plantean que su sensibilidad podría estar relacionada con una percepción química de las enfermedades, mientras que otros consideran la posibilidad de un tipo de «autismo animal«, que le permitiría captar mínimos cambios en el lenguaje corporal y el estado emocional de las personas.

Lo que es un hecho es que su impacto en la salud emocional de los pacientes ha sido notable.

«Cuando Peyo está cerca, el dolor y la angustia parecen disminuir», comenta un paciente que recibe sus visitas con frecuencia.

El caso de Peyo ha trascendido el ámbito hospitalario y ha ganado popularidad en redes sociales, donde acumula más de 157.000 seguidores.

Su labor ha sido destacada como un ejemplo del impacto positivo que los animales pueden tener en la salud humana.

A medida que la ciencia busca explicaciones sobre sus habilidades, Peyo continúa desempeñando su rol en el hospital, ofreciendo un tipo de apoyo que va más allá de la medicina convencional.

Su historia refuerza el valor de la conexión entre humanos y animales, y su capacidad para brindar alivio en los momentos más difíciles.