El destino de la basura suele ser un misterio para algunas personas y una constante preocupación para la salud de otras. Desde la llegada de las computadoras personales y el auge de los teléfonos celulares, los basureros observaron con mayor naturalidad la aparición de este tipo de aparatos electrónicos. En la actualidad, el recambio tecnológico, no sólo de la antigua línea blanca –electrodomésticos– sino también de la marrón o gris, –desde televisores hasta computadoras–, ha generado el advenimiento de iniciativas legislativas y prácticas para resolver la problemática ambiental relacionada al aumento de este tipo de residuos.
Hace cuatro años, Marcelo Carranza, director de Ecotech –empresa de residuos tecnológicos ubicada en San Lorenzo–, comenzó a preocuparse por los efectos de los llamados RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) en el medioambiente. “Ecotech comenzó a partir de una necesidad social; si bien el tema de la polución y los daños al medioambiente ya están instalados, algunas personas tratamos no hacerle mal al medioambiente”, afirmó Carranza.
Un galpón gigante
Así, Ecotech se alzó en la entrada de San Lorenzo como un galpón inmenso donde se concentran gabinetes, periféricos, mouses, teclados, monitores, impresoras, entre otros. Desde hace un año y medio cuenta con la autorización de la Secretaría de Medioambiente de la provincia de Santa Fe para reciclar los RAEE que recibe de empresas u organismos gubernamentales. Luego, clasifica los materiales y decide cómo reutilizarlos. El trato es el siguiente: Ecotech dispone de los equipos –recuperar componentes como plástico, cobre o hierro– y se ve en la obligación de donar las computadoras “rescatadas” a distintas organizaciones como escuelas, hogares de contención, centros comunitarios, ONGs, entidades sociales sin fines de lucro. Para esto, el negocio cuenta con una serie de programadores y especialistas en informática que, al mejor estilo del Dr. Frankestein de Mary Shelley, hacen de aquellos componentes todavía útiles una computadora que, con sus limitaciones, pueda servir a determinados usos. “Una de nuestras responsabilidades es planchar el sistema y borrar todos los datos de las CPU que ingresan”, explicó Carranza. Según el director de Ecotech, la cantidad de computadoras que se pueden reciclar de forma integral –volver a funcionar como CPU– depende de la empresa que envía su chatarra informática, a quien Ecotech le cobra un monto de dinero por el servicio mientras que lo realiza de forma gratuita si vienen de los organismos estatales. “Si la empresa recambia equipos de forma constante, se puede recuperar el ciento por ciento, pero cuando vienen de escuelas, universidades, entre otros, todo lo que viene es basura”, dijo.
Impacto sobre el ambiente y la salud
“Todo se recicla. No estamos autorizados a tirar o quemar nada”, aseguró Carranza y agregó “Si los RAEE caen en las manos de un imprudente, pueden ocasionar mucho daño porque no saben qué es. Por ejemplo: un monitor tiene un poco de todo –placa integrada, vidrio, plástico–, con lo cual la mayoría de los chatarreros lo quema y el resto –chapa– lo venden”. El peligro para el medioambiente es la emisión de toxinas tras la quema de minerales como mercurio, bromo, cadmio, plomo y selenio, todos componentes de una plaqueta de CPU. “Las placas –motherboard, video, audio, etcétera– se envían a China bajo las normativas del Convenio de Basilea de 1989 sobre residuos peligrosos. Allí las derriten con ácidos para recuperar oro, plata, níquel mediante un sistema electrolítico”, afirmó el director de Ecotech. Es que en la producción de equipos eléctricos y electrónicos se utilizan compuestos como el cromo –en las cubiertas de metal– que es cancerígeno; cadmio –baterías recargables, contactos y conexiones de monitores de tubo de rayo catódico– que afectan riñones y huesos; mercurio –utilizado en el sistema de iluminación de los monitores de pantalla plana– que daña al sistema nervioso; plomo –en monitores, soldaduras– que daña el sistema nervioso, reproductivo y circulatorio, y retardantes de flama –utilizados en las tarjetas de circuito y cubiertas de plástico– que son neurotóxicos. Por esta razón, Carranza explicó que estos materiales son adecuados para su exportación.