Central y otro estrella más. El Canalla venció por la mínima a Platense por la finalísima de la Copa de la Liga con un golón de Maxi Lovera en el primer tiempo.
Y a la hora de analizar el camino recorrido que lo llevó hasta el estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero ante el Calamar, es imposible no señalar la victoria en el Clásico ante Newell’s como un punto clave para catapultarlo hacia el título.
Es que antes de ese duelo interzonal era imposible y hasta ilógico pensar en el presente que atraviesa hoy el equipo de Miguel Ángel Russo, el gran artífice de un canalla que fue de menos a más a partir de ese zurdazo impecable de Ignacio Malcorra que dejó sin chances a Lucas Hoyos en el Gigante.
Un arranque irregular
Con Malcorra muy al límite físicamente y sin el olfato goleador de un futbolista de la talla de Alejo Veliz, vendido al Tottenham en una cifra millonaria, se le hizo todo muy difícil a Central, al que le costaba horrores generar peligro. Por eso quizá no sorprendió tanto el pálido empate sin goles ante Atlético Tucumán en el Gigante del debut ni el duro 0-3 que le propinó Banfield la fecha siguiente en el Florencio Sola.
Y si bien el triunfo 2-0 en Arroyito sobre Talleres -hasta entonces el mejor equipo del año junto al campeón River- trajo un poco de tranquilidad, la derrota con Colón en Santa Fe (1-2) arrojó nuevamente un montón de dudas sobre el funcionamiento colectivo del Canalla, que después rescató con lo justo un empate 1-1 con Independiente de local y volvió a perder de visitante, esta vez con Gimnasia en el Bosque (también 1-2), en quizás la peor actuación del equipo en la Copa de la Liga.
Russo no encontraba esquema ni a muchos de los intérpretes. El DT cambiaba sobre la marcha entre lesionados, sancionados y futbolistas en muy bajo nivel. De jugar con tres zagueros a la línea de cuatro o del doble cinco tradicional con tres volantes más adelantados, lo cierto es que Miguel probó de todo con pocos resultados. Muchas piezas no encajaban.
Así, con muchos más interrogantes que certezas, fue como Central arribó al partido que podría (y vaya que lo hizo) cambiarlo todo: el Clásico con Newell’s.
Un tiro libre que lo cambió todo
Con Malcorra en el banco y Facundo Mallo recuperado en tiempo récord de una lesión, ese sábado 30 de septiembre por la 7ª fecha de la Copa de la Liga Russo sentó las bases del equipo que perdura hasta hoy: Broun en el arco; Damián Martínez en el lateral derecho, el uruguayo Mallo y Carlos Quintana en la zaga más Alan Rodríguez en la banda izquierda (en los playoff perdió su puesto con Sández); Kevin Ortíz y Agustín Toledo en la contención; Campaz más adelantado por izquierda, O’Connor por derecha y Lovera en la conducción (el puesto que siempre ocupó Nacho) más Tobías Cervera como punta de lanza (desde su lesión viene jugando Martínez Dupuy con buenos números).
Es sabido que los Clásicos no se juegan, se ganan. Y Central lo hizo, sin brillar ni dominar, fue más que la Lepra y se lo llevó con un golazo sobre la hora de Malcorra, quien desgarrado y todo la colgó en el ángulo. De ahí en más no paró de sumar el Canalla, que metió cuatro triunfos (3-1 sobre River con baile incluido) y tres empates en la recta final del torneo, se clasificó derecho a fase de grupos de la Libertadores y se metió entre los ocho mejores de la Copa de la Liga con un Jaminton Campaz decisivo más un voluntarioso equipo atrás que lo acompaña.
Tres partidos y una vuelta más
Con el boleto directo a la fase de grupos de la Copa Libertadores 2024 en la mano, el Canalla encaró los playoffs de la Copa de la Liga sin presiones y sabiendo que todo lo que llegaba a partir de ahora era un plus. Central terminó cuarto en su zona y así enfrentó al primero de la otra. Ese fue Racing, sin técnico fijo, pero lleno de figuras capaz de pintarle la cara a cualquiera. Salta fue la sede elegida y hasta allá, como siempre, el hincha auriazul dijo presente.
Central aguantó los trapos con atajadas de Fatura Broun y sobre el epílogo del primer tiempo encontró un penal tonto de Arias sobre Mallo. Campaz lo canjeó por gol y se fue al descanso en ventaja. En el complemento aumentó la diferencia con un grito de Sández. El equipo de Avellaneda tiró toda la carne al asador y logró empatar el partido en la última bola con un penal de Quintero.
La historia se definió desde los doce pasos. Ahí Broun fue más intuitivo que su colega Arias y Central pasó a semifinales, instancia que lo esperaba River.
El estadio Mario Kempes albergó el duelo con el Millo. Para Demichelis era encontrar venganza por la derrota en el Gigante con un Campaz imparable. Para eso ingenió un plan especial para marcar al colombiano.
Central entendió cómo debía jugar el partido. Y si bien fue dominado en la primera etapa, pero sin peligrar su arco por la impericia de River, que tenía la pelota, pero le faltó siempre profundidad.
En el complemento se emparejó el trámite. Ninguno de los dos supo lastimar y en consecuencia todo terminó en cero. Penales nuevamente y Fatu Broun otra vez se puso el traje de héroe. El arquero canalla atajó tres penales y Lanzini remató desviado. Las conversiones de Lovera y Malcorra sirvieron para que el Canalla avance a la gran final.
La definición por el título fue impensada. El rival de turno fue Platense, que nadie lo tenía en los planes, pero que hizo méritos para meterse en el último partido.
En un encuentro trabado, parejo y donde la fricción era moneda corriente, apareció Lovera para armar un jugadón, emular a Neymar y convertir el tanto que le dio el triunfo al Canalla, que no solamente sirvió para gritar campeón en Santiago del Estero, sino que también le permite a Central ir por otra estrella ya que enfrentará a River por el Trofeo de Campeones.
Párrafo aparte para Miguel Russo, el verdadero arquitecto de este equipo. El DT nunca perdió la calma y le dio serenidad a un grupo de jugadores que inscribieron su nombre en la rica historia de Central.