Fútbol, Memoria, Verdad, Justicia, Nunca Más, Rosario Central. Todas las palabras confluyen en una muestra fotográfica que es mucho más que eso y busca mostrar una identidad, contar historias y no mirar para otro lado.
“Son 11. O 30.000. O las dos cosas. O todo junto. O da igual porque, al fin y al cabo, 11 y 30.000 son símbolos de lo mismo”, escribe el sociólogo Julián Scher en el libro “Los Desaparecidos de Racing”. Una idea que dio el puntapié inicial para que se rastreen historias de otras camisetas, o la misma pero de diferentes colores.
De la búsqueda en Central también surgieron 11 nombres. Historias que forman un equipo completo de ausencias. Un equipo al que le arrebataron los sueños, la vida, la cancha. Al que le sacaron todo.
Hace más de un año desde la sub comisión de Derechos Humanos del club de barrio de Arroyito comenzaron a investigar las identidades de los socios y las socias desaparecidos por la última dictadura cívico-militar. Buscaron en los libros de actas que estaban guardados en la sede de calle Mitre porque la información comenzó a digitalizarse recién en el 2010 y todo lo anterior estaba guardado bajo el polvo.
Así rastrearon las distintas historias de los que sabían eran hinchas canallas, pero no si estaban en la lista de asociados. Y cotejando los datos con el listado de desaparecidos que tiene el Museo de la Memoria de Santa Fe con los libros de altas y bajas del club encontraron once nombres: Felipe Rodríguez Araya, Juan José Funes, Miguel Ángel Labrador, Palmiro Labrador, Carlos Alberto Belmont, Juan Carlos Gauseño, Miguel Ángel Gauseño, Osvaldo Mario Vermeulen, Jorge Luis Francesio, Antonio Luis Tovo y Ángela Noemí Ponce, la única mujer.
“El día antes del 8M, el mismo día en que íbamos a inaugurar la muestra, pudimos confirmar que ella era socia del club”, cuentan desde el área de Derechos Humanos.
Carlos Alberto Belmont nació en Rosario en 1953. Hincha de Central y militante, estudiaba Historia en la facultad de Humanidades cuando comenzó a participar en la militancia de la Juventud Universitaria Peronista y luego en Montoneros. Ya en la clandestinidad tuvo que mudarse a Santa Fe. El 4 de octubre de 1976 fue asesinado por el Comando de Artillería 121 en la capital provincial cuando tenía 23 años. Su familia pudo recuperar su cuerpo 5 años después. Según contó su hermano José, aún en la clandestinidad arriesgó su vida para ver al Canalla.
Detrás de cada secuestro, de cada desaparición, de cada tortura, una lucha por un mundo más justo. Y en cada historia recopilada aparece el fútbol, Rosario Central y sueños de justicia social.
“El fútbol es un juego en sí mismo pero es también una pertenencia, es una identidad, es una vía para encontrar pares y es una ruta para trazar un mapa de afectos estables, duraderos y unidos por cosmovisiones comunes y por historias compartidas”, dice Scher.
En la muestra, que se desarrolla durante todo el mes de marzo, uno se encuentra con fotos viejas y actuales. Y con retazos de fuegos que quisieron apagar.
Una imagen de colores apagados que denota la época lo muestra a Jorge Luis Francesio junto a su familia vistiendo la camiseta canalla que usó Ramón Bóveda en diciembre de 1970, en la final del Nacional contra Boca. Francesio era militante de la Juventud Universitaria Peronista en la UNR, médico pediatra del Hospital de niños Víctor J. Vilela y Director General de Hospitales en 1973 durante el gobierno de Héctor Campora. Lo secuestraron en Rosario en septiembre 1977.
En la sub comisión de DD. HH. trabajan más de 20 personas y desde su inicio no paran de proponer y realizar actividades vinculadas a la Memoria y dirigidas también a otros ámbitos del club. Pero incluso antes de que se transformara en un área institucional del club, desde el área de Actividades Sociales comenzaron a realizar diferentes actividades vinculadas con la Memoria, la Verdad y la Justicia.
En la Casa Infanto Juvenil, pensión ubicada en la Ciudad Deportiva, durante el mes de marzo, organizan actividades que van desde obras de teatros, proyección de películas o charlas a cargo de organizaciones de Derechos Humanos. Hace unos años estuvo presente Norma Vermeulen, Madre de Plaza de Mayo. En esa visita, los chicos confeccionaron un pañuelo. El hijo de Norma, Osvaldo Mario Vermeulen, era socio del Canalla desde el mes y medio de vida y lo desaparecieron cuando tenía 23 años.
“Si la memoria incomoda, y está bien que así sea, la única certeza es que las historias, sin ocultar el dolor, van desde la alegría, -escribe Scher- ser hincha y ser militante, ser militante y ser hincha, se trata en última instancia de arrimarse lo más seguido que se pueda a la felicidad. A la felicidad, que siempre es con otros”.
La búsqueda está abierta y por eso desde Central invitan a acercar datos de personas desaparecidas que podrían haber sido socias. Este domingo estuvieron presentes en la marcha. Y este martes a las 19 van a colocar una placa en el Gigante de Arroyito recordando a los socios y socias canallas desaparecidos.