Central lo empató con más orgullo que fútbol. Lo consiguió en la última bola, con ese tiro libre de Becker que sacudió las tribunas del Gigante, para mantener abierta la serie copera contra Boca. Salió a jugarlo de guapo. A meter y presionar. Y entonces se dio un partido friccionado y accidentado en el arranque. En ese contexto, siguió sufriendo el déficit de los últimos tiempos: el escaso manejo de la pelota.
Boca estuvo atento al principal recurso de ataque canalla: que Abreu ganara de arriba para que los volantes aprovechen la segunda jugada. El equipo de Arruabarrena sacó rédito de la espalda de Aguirre. El pibito Acosta se ubicó muy libre y así Boca tuvo las mejores chances del primer tiempo: dos intentos de Chávez y un centro-shot de Marín que se cerró y sorprendió a Caranta.
Sin hacer demasiado, Boca se retiró victorioso al entretiempo, ante un Central que abusó del pelotazo, no tuvo posesión y solamente resultó vertical con envíos frontales.
Tan predecible como sencillo de contrarrestar.
A diferencia del primer tiempo, a Central le alcanzó con el empuje para dominar el desarrollo en el complemento. También porque Boca se retrasó en el campo de juego y apostó demasiado al acierto de un contragolpe que nunca encontró.
Central dispuso chances para empatarlo. Abreu de cabeza, Acuña con un remate que atajó Orion, Delgado con un zurdazo que devolvió el travesaño, y otra doble que frustró el arquero de Boca frente a Delgado y el propio Abreu. Respondió el Xeneize pero se encontró con un seguro Caranta, que mantuvo al Canalla en el partido.
En los últimos 20 minutos, Central apostó a la búsqueda por abajo, con los ingresados Becker y Valencia. Debutó el pibe Montoya. Y lo terminó empatando con más orgullo que fútbol, a través del tiro libre del habilidoso Becker que se desvió en la barrera.