Juan Barreto es oriundo de Santa Lucía, una pequeña localidad de Canelones, en Uruguay. “Allá, la crisis de 2001 llegó en 2003 y se sostuvo hasta 2005”, recordó el cantautor que, golpeado por esa crisis, conoció a una rosarina y se vino a la ciudad.
Cuando llegó a Rosario, una de las primeras cosas que hizo fue sentarse en un parque a tocar tambores de candombe. A lo lejos, escuchó el eco de ese sonido familiar. “Me llevó la oreja”, dijo, describiendo su acercamiento al Club Central Córdoba, en el que se incorporó a la primera murga rosarina de estilo uruguayo.
En los años que siguieron, pasó por varias murgas: lo recibieron La Cotorra, Los Vecinos Re Contentos, Mal Ejemplo y se cuenta entre los fundadores de Aguantando la Pelusa y La Bienvestida. “Estoy un poco metido en el origen de la explosión murguera”, dijo Barreto sobre el fenómeno de la murga rosarina. “Fue como un abrazo que me dio la ciudad cuando llegué”, rememoró.
Si bien Barreto ya componía, tardó algunos años en retomar el camino de cantautor, y cuando conoció al músico local Aldo Simón, dieron vida a Tito Libélula, una formación que ya lleva siete años trabajando con un estilo de candombe beat que dialoga con el hip hop, el funk y el rock. Entre Simón y Barreto, confluyeron “estilos musicales e ideas de qué hacer con la música”. Hoy integran la formación Simon en guitarra, Cristian Oses en bajo, Walter Pinto en percusión, Malena Rozin en batería y Barreto en voz.
Comunicar y unir
“Yo pienso que el cantautor es un comunicador. Vengo viendo que la música va teniendo un lugar muy ornamental en la sociedad, solamente de entretenimiento, que es un lugar que, me parece, no le corresponde. La música es comunicación y una manera de llevar y traer ideas y pensamientos que nos permitan transformar las sociedades en las que vivimos. Creo que los músicos debemos tener un rol más activo en ese sentido, tratando de hacer una crítica en cuanto al hombre y su relación con el mundo, desde uno mismo. Siempre digo que la premisa para eso es la honestidad, considero que lo opuesto a lo bello no es lo feo sino lo falso”, explicó el músico.
“Lo que yo narro desde mi lugar de trabajador, de padre de familia, desde mi lugar de extranjero, son también las mismas sensaciones y percepciones que tiene el otro. Hago un esfuerzo por ser honesto en mi música y dejar que la gente vea reflejados cuáles son esos pensamientos. Así creo cumplir un rol en tratar de construir con la música, el medio en el que vivo, y sacar a la música del lugar de entretenimiento”.
Para Barreto, en la actualidad, el lugar de transformación es el de la unión. “El enfoque que tienen las nuevas canciones”, dijo, explicitando el trabajo que está llevando adelante Tito Libélula en la grabación de un nuevo disco. “Creo que hace falta unir las cosas, que hay un intento de la clase dirigente, de los dueños del mundo, en resaltar las diferencias, entonces hay que hacer un gran esfuerzo por unir y por remarcar las cosas que nos unen al otro. En la sociedad en la que vivimos se hace un gran esfuerzo por resaltar las diferencias y dejar de lado las cosas que te unen en realidad”, analizó.
“Estamos muy apegados a las cosas materiales –agregó–, a las nuevas formas de comunicación, al dinero, al trabajo, a la vorágine urbana, que no nos permitimos pensar, reflexionar sobre la vida, tomarnos minutos de ocio, de ver crecer a nuestros hijos. Las famosas cosas simples de la vida, a las que hay que volver”.
Cantar para crear
El trabajo que Juan Barreto hace con Tito Libélula puede emparentarse con el de una camada de cantautores ligados a los ritmos rioplatenses y otros géneros que prestan especial atención al armado de los temas basados en los mensajes y las líricas. “Rosario es una cuna cultural, hay mucha movida”, opinó, mientras que a la hora de hablar sobre el trabajo de los cantautores locales, introdujo el problema de los lugares para tocar. “Lo que pasa con los espacios no es nada nuevo, se están cerrando muchos espacios culturales, muchos centros culturales chicos, para 30 o 40 personas, que justamente son los lugares donde los cantautores tenemos la posibilidad de mostrar nuestro arte. Entonces, si o sí, eso se transforma en un problema para nosotros. Eso pasa por varias cosas: por un lado, los centros culturales no siempre son rentables, entonces se les complica, y eso se ve agravado en un contexto de ajuste como el que estamos viviendo. Además, creo que no están puestos en su debido lugar respecto a la sociedad, porque brindan un servicio cultural, justamente, y eso debería tener el apoyo del Estado para que no se pierda. Porque de otros modo, quedamos en manos de los grandes mercaderes de la música y los pequeños productores culturales quedan afuera”.
La jornada musical arrancará este sábado, a las 22, en el Distrito Siete (D7, Ovidio Lagos 790). Abrirá Evelina Sanzo, seguirá Tito Libélula adelantando temas de su próximo disco, y cerrará la murga rosarina de estilo uruguayo Los Vecinos Re Contentos.