Hoy Francia tiene la posibilidad de contratar a Owen Farrell, capitán del seleccionado inglés. Esa situación le hace pagar a Inglaterra todos los años de saqueos que realizó no sólo con jugadores isleños sino de todo el mundo. El Top 14 es en la actualidad mucho más fuerte económicamente y puede darse estos lujos que la Premiership no. Es más, los Galos compiten de igual a igual con Japón, que seduce a los rugbiers por cuestiones extradeportivas. En caso de regresar Jaguares, como se habla en estos días, ¿Qué política de contención debería tomar la Unión Argentina?.
El mundo del rugby prepandemico tuvo durante gran parte de su tiempo a los tres poderosos del Sur cerrando la posibilidad de citar a aquellos jugadores que militaban en clubes del exterior. El primero en levantar las barreras fue Australia, con la Ley Giteau en 2011. Todo aquel Wallaby que tenga sesenta o más tests podía ser llamado al seleccionado y jugar en el extranjero. Esta norma duró diez años y se rompió del todo con la designación de Will Skelton como capitán de los Wallabies para el Mundial de Francia 2023, un jugador que no reunía ninguna de las condiciones. Skelton emigró a temprana edad y actualmente es jugador de La Rochelle de Francia y en su momento no tenía dicha cantidad de partidos, ni siete años de contrato con una franquicia australiana.
En Sudáfrica comenzaron siendo inflexibles. Luego, con el correr de los años y del continuo emigrar de sus mejores jugadores, establecieron un mínimo de 30 tests, que duró hasta 2018, cuando le dieron a Rassie Erasmus la posibilidad de convocar a su antojo. Mal no les fue porque fueron campeones en 2019. Y días atrás, Jacques Nienaber declaró que el éxodo ayudó a los Springboks a ganar las últimos dos Copas del Mundo.
«Nos ayudaron a ganar dos Mundiales. Por ejemplo en los segundas líneas, Eben (Etzebeth) está en Sharks, pero en 2019 estaba afuera. Franco Mostert juega en otro país, entonces tenés a RG Snyman y Jean Kleyn, que también está en otro lado. Si todos ellos se hubiesen quedado en Sudáfrica, entonces no hubieran habido casos como los de Ruan Nortje y los jóvenes que empezaron a aparecer, porque hubiesen estado tapados. Jugar en el extranjero amplía la exposición de tus muchachos al rugby de primer nivel, por lo que es algo bueno para nosotros», dijo el hoy head coach de Leinster de Irlanda.
En Nueva Zelanda siguen con la misma política de no citar a jugadores que militen en clubes del extranjero. Pero se les otorgan licencias para ir a jugar a Japón, bajar la exigencia deportiva y hacer una diferencia económica. Pero durante el ciclo mundialista le cuesta mucho más a la Unión de Nueva Zelanda retener a sus mejores hombres, ya que son tentados por los poderosos de Europa, no sólo con ofertas económicos, sino con la experiencia de jugar torneos de alto nivel y vivir en el Viejo Continente.
Aunque en el comienzo del ciclo de Scott Robertson, como head coach de los All Blacks, el nuevo DT declaró: «Le presenté a la junta directiva, a los directores ejecutivos de los equipos de Súper Rugby, sobre simplemente mantener una mente abierta con respeto a dónde estamos en ese asunto. Eso es lo que pedí: no que alguien venga a jugar para nosotros, sino mantener la mente abierta sobre dónde se encuentra el juego actualmente. Se está moviendo bastante rápido, como sabemos. Hay muchas decisiones dentro y fuera de la cancha en las que hay que estar un paso por delante”. Soplan viento de cambios, y en Nueva Zelanda no quieren quedarse afuera.
Hoy Inglaterra vive en carne propia lo que hizo durante años. Jugadores ingleses reciben ofertas desde Francia y aceptan sabiendo que al hacer las valijas no podrán ser parte del equipo de la Rosa. La Premiership no se pudo sostener post pandemia, aunque la RFU tiene un presupuesto altísimo para su seleccionado. Algunos de sus clubes, por diferentes causas, no han podido sobreponerse y perdieron la categoría como London Wasps o Worcerter. O bien han tenido que reducir la masa salarial, con lo cual sus principales figuras son tentadas para emigrar.
El caso emblemático es el de Owen Farrell, capitán de Inglaterra y una de las máximas figuras del rugby inglés. El apertura de Saracens tiene conversaciones con Racing 92. Y es muy probable que se mude a París, no sólo para ganar un buen salario, sino para jugar en uno de los equipos más competitivos de Europa.
La vuelta de Jaguares
Hoy o en 2026, la Unión Argentina no estaría en condiciones económicas de volver a realizar la patriada de 2015, en la que sedujo a las principales figuras de Los Pumas (Creevy, Sánchez, Tuculet y Hernández) con buenas ofertas y al resto con contratos menores. Quizás algunos quieran volver a vivir a Argentina y regresen, pero la competencia, el salario y la vida familiar que ofrece Europa, es un rival difícil de derrotar para la dirigencia argentina, que deberá organizar una política especial para poder conformar un plantel competitivo para el Súper Rugby.
Por un lado tenemos a los que siguen con sus reglas rígidas, dirigentes que sufren de ‘neofobia’ y que si bien son protagonistas de la escena con sus seleccionados y sus torneos no son atractivos. Hoy la Premier y el Súper Rugby no generan interés, ya que los mejores jugadores elijen otras competencias.
Tenemos a Australia que flexibilizó y le fue mal. No sólo sus franquicias no tienen éxito, sino que su seleccionado se vio disminuido, teniendo su peor actuación histórica en Mundiales en Francia 2023.
Sudáfrica se adaptó y tuvo éxito. Pegó el golpe de timón justo a tiempo, en 2018 para poder llegar bien a Japón y la racha se estiró hasta 2023. Y ahora buscan como cambiar reglas (menos suplentes) para poder derrotarlos.
Si bien Argentina, no tiene la cantera de jugadores con los que cuentan las potencias, tampoco el presupuesto. Hoy se anunció que Benjamín Grondona, de 19 años, jugador de Champagnat y de Los Pumitas, con gran potencial a futuro, firmó contrato con Bristol Bears.
Si bien muchos contratos de jugadores argentinos vencen en junio de 2025. La lucha frente al poder económico es una batalla perdida, la dirigencia argentina va a tener que ser muy ingeniosa. Así como una sola franquicia daría poco espacio para poder tener una base amplia para elegir para Los Pumas.
Tengamos en cuenta, que a Jaguares le fue bien, pero ese éxito no se trasladó automáticamente al seleccionado que no tuvo una buena actuación en Japón 2019.
Pensando en voz alta y siendo optimistas: repatriar una base de 15 jugadores con contratos altos, cercanos a Europa. Otros que surjan de Pampas y Dogos XV, más los invitados como se tenía en Jaguares, se podría conformar un plantel para una franquicia para el Súper Rugby.
Y teniendo en Europa otra parte de jugadores, que dada la posible flexibilidad de las normas de convocatoria, Los Pumas no se verían afectados para poder contar con todo su potencial.
Todos posibles escenarios y sin tener en cuenta la economía en Argentina en los años venideros. Hoy a casi cuatro años de la disolución de Jaguares, se lo extraña, fue una experiencia positiva y de crecimiento, que seguramente dejó enseñanzas para que en la factible vuelta de la franquicia criolla a la NBA del rugby no se repitan.