La fachada del Museo Castagnino volverá a tener su color original en aproximadamente un mes, después de haber estado pintada de negro por una intervención artística realizada a mediados del año pasado, decisión que de inmediato instaló la discusión pública sobre si la iniciativa atentaba contra el patrimonio del emblemático edificio de Pellegrini y Oroño. Tras confirmar el cambio, el secretario de Cultura y Educación, Horacio Ríos, aseguró que ayer el área que dirige recibió numerosos correos electrónicos de personas que pretenden que el lugar continúe “oscuro”.
El blanqueo de la parte externa del espacio de arte empezará el próximo 8 de marzo, en concordancia con la finalización del ciclo gratuito “Verano en los museos”, actividad por la que se montó en la explanada del Castagnino un escenario en donde se llevan a cabo todos los fines de semana –desde que comenzó la temporada estival– conciertos de Cámara y recitales al aire libre.
El controvertido proyecto para volver “del color de la noche” las paredes del edificio fue una idea de la artista plástica Mariana Tellería, hecho que cosechó adeptos y detractores.
Cabe recordar también que, cuando los rosarinos fueron sorprendidos a fines de agosto de 2014 por la impactante imagen del museo totalmente negro, Ríos explicó que la intervención tenía un plazo perentorio, por lo cual ayer aseguró que en aproximadamente treinta días, cuando se le devuelva su tono original, “se cumplirá ni más ni menos con lo estipulado”.
Una acción “irrecuperable”
Para muchas personas vinculadas al arte, pintar de negro el museo fue “una agresión irrecuperable hacia el patrimonio del edificio, que es un hito en la arquitectura de la ciudad”.
Quien criticó fuertemente la intervención de Tellería –no por el concepto artístico en sí sino por el posible deterioro que sufriría el edificio–, fue Marcelo Castaño, ex director del área de restauración de la Municipalidad, quien explicó a este medio que las paredes del Castagnino están compuestas por un material prácticamente en desuso que se utilizaba en las construcciones de las primeras décadas del siglo pasado dentro de lo que se conoce como “arquitectura racionalista”.
“Los expertos dicen que no hay que pintar estos edificios y que hay que limpiarlos con agua o vapor cuando tienen pintura, como también mantenerlos limpios con algún hidrorrepelente que evite que se vuelvan a manchar o que si alguien los escribe, la pintura no penetre en el material”, detalló el ex funcionario.
Objetivos cumplidos
Guste o no la oscura fachada, lo cierto es que la intervención de Tellería hizo que el destacado espacio de arte ubicado en las inmediaciones del parque de la Independencia fuera el centro de una polémica que se mantuvo por varias semanas en la agenda de los medios locales.
Según aseguró Ríos, “también se logró que se hablara del museo a nivel nacional y mundial tras el planteo de la artista, quien sostuvo que el negro, siendo un color invisible, podía dotar al lugar de más visibilidad”.