Desde el mes de febrero se viene desarrollando en la ciudad el ciclo “Hagamos Barrio”, una propuesta de recitales en pequeños formatos que tienen lugar en distintos espacios del tradicional barrio Abasto. Durante el mes de abril habrá distintas presentaciones que se desarrollarán los domingos con entrada gratuita y con el objetivo de disfrutar de la música de forma espontánea e informal, por fuera de los lugares y horarios clásicos. Los recitales son en la vereda y para todo público, con propuestas acústicas de solistas o dúos, durante la tardecita y a un volumen amable, acompañando el movimiento propio del barrio.
Según destacan desde la producción el ciclo es posible porque fue seleccionado por los programas Gestionar Futuro (de Cultura de la Nación) y Fomento a las Industrias Creativas (de la Provincia de Santa Fe), que financian la propuesta.
Este domingo tendrá lugar la presentación de MaiRo, el proyecto solista de Maira Robledo, cantante, pianista y compositora. “Inquieta y expansiva, está artista ha decidido invertir energía en su proyecto solista y componer su música. Una propuesta sofisticada de pop, rock y un poco de soul, géneros que le sirven de vehículo a esta artista más interesada en el movimiento que en clasificar en cualquier categoría”, anuncian desde la producción sobre la artista que tocará en Pipa (Precidente Roca 2542).
El 10 de abril tendrá lugar en la Plaza Libertad (Mitre y Sarmiento) lo que dieron a conocer como el Festipunk, una propuesta que contará con la presencia de bandas como La hija del apocalipsis, Los Hermanos Karamazov y Eugenia Rov.
La hija del apocalipsis es una banda integrada por artistas sub 30 de la ciudad, con la excepción del legendario Osvaldo Zulo (Los Daylight, Las parcas, Víctimas del vaciamiento) en guitarras y producción. Se trata de una banda de canciones breves, sostenidas en la voz de la cantante, con la aspereza del low fi y “la expresividad descarada de la juventud”, dicen.
Por su parte Los Hermanos Karamazov es una banda “de bromistas”: amigos y músicos con la intención de tocar rock pero en funciones a las que no estaban habituados en sus proyectos personales. Así, el cantante no era cantante, el guitarrista no era guitarrista y el bajista jamás había tocado un bajo. Hasta ahí el gesto irónico. Sus letras abordan lo social y lo urbano, con una mirada poética y melancólica.
Además Eugenia Rov es una DJ que reparte sus presentaciones entre los bares y fiestas nocturnas más frecuentados de la ciudad y eventos vinculados al arte y la cultura en galerías o museos. Su música propone sonidos que revisitan los años 80 y 90 del Chicago House, deep house, nu jazz, synth pop, new beat, acid house, a partir de la mezcla de soportes digitales.
Por último el 17 de abril será el turno de Charly Egg, Pastachuli y Movimiento Kiki, quienes también tocarán en la Plaza Libertad.
Pastachuli es una productora independiente de música electrónica que lleva publicado un pequeño tesoro de singles y EP repartidos por Spotify, Bandcamp y YouTube. Ambient, chill, lo-fi, trap, los tracks que crea están caracterizados por sonidos de arpegio, secuencias prolongadas y pads envolventes, donde logran fusionarse sonidos experimentales con la estética musical de los 80.
Además Charlie Egg es músico y productor pionero de la música electrónica, editó varios discos en solitario atravesando géneros como el minimalismo, ambient, post-rock, la electrónica abstracta, entre otros. Fundador de Sinapsis, grupo que integra desde 1994 y con el que editó una decena de discos a través del sello Planeta X Discos y uno más, Cosas Nuevas, mediante Sony–BMG. Mientras que como solista editó Opiazepam, Superposición, Miedocracia.
Electropopulista, su último disco, publicado por Ultrapop, retoma el EDM (electronic dance music) instrumental con tintes psicodélicos atravesado por el synthwave y el retro de los 80.
Por último se presentarán artistas que forman parte del movimiento Kiki, que nace en la plaza Libertad a raíz de la emergencia cultural que la pandemia determinó para el colectivo Lgbtignb+ y que les llevó a reunirse en espacios abiertos para sus entrenamientos. Además, la plaza tiene un lugar muy importante en la historia de la comunidad travesti/trans que fue estigmatizada durante años.
Después de décadas de reivindicación de sus derechos, llevar al espacio público los entrenamientos resignifica el lugar como territorio de encuentro, expresión, formación y reflexión sobre la cultura ballroom y las problemáticas que atraviesan como comunidad.
Desde este domingo, el ciclo “Hagamos barrio” toma las calles del Abasto rosarino