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El Ciudad de Rosario, en la isla y atado a un árbol

Los propietarios de la nave pidieron en el Concejo que la embarcación vuelva a amarrar en la ciudad.

Los propietarios del barco Ciudad de Rosario I, Haydeé Oficialdegui y su hijo Fernando, se acercaron ayer a la Comisión de Producción del Concejo Municipal y reclamaron que les dejen volver a amarrar la emblemática embarcación sobre la costa rosarina. Actualmente, por la noche, la nave queda amarrada a un árbol en la zona de islas frente a Rosario.

Los ediles que ayer recibieron a los titulares de la nave se reunirán hoy con autoridades del Enapro para comenzar a dilucidar cuál es el camino para encontrar una solución a este problema.

El concejal Martín Rosúa, presidente de la comisión de Producción del Palacio Vasallo, le dijo anoche a este diario que hay que resolver una cuestión de jurisdicción: como los titulares del Ciudad de Rosario I pretenden que el barco “descanse” por las noches sobre la costa de la ciudad, en una zona que se encuentra entre La Fluvial y la guardería Centro, se debe dilucidar a quién pertenece ese sector, si a la Municipalidad o al Enapro.

“Una vez aclarado este punto se trabajará en la sanción de una normativa para que el barco pueda amarrar en la costa rosarina”, indicó Rosúa. Y añadio: “Es necesario gestionar un permiso de dársena definitivo ante las autoridades que correspondan, ya sean provinciales o municipales”.

En tanto, el concejal Sebastián Chale señaló que debe buscarse la jurisdicción para ver la modalidad y corroborar un permiso hasta 2019, que resguarde al barco y se ocupe del amarradero.

Oficialdegui, propietaria de la embarcación, destacó que el Ciudad de Rosario es un emprendimiento familiar y que los fines de semana queda amarrado frente al Monumento para realizar los paseos, pero que durante la semana la embarcación “duerme” en la isla amarrado a un árbol.

La familia propietaria de la embarcación recordó que éste es el único barco de pasajeros hecho en la Argentina desde 1970. “Teníamos una dársena otorgada por la Nación y cuando la Estación Fluvial pasó a depender de la provincia la perdimos. De la zona de La Fluvial pasamos a la desembocadura del arroyo Ludueña, donde también seguíamos pagando un canon, y entre las piedras armamos una dársena. Luego se le otorgó la concesión del lugar a la firma Gardebled Hnos y nos solicitaron que dejáramos el amarradero que nosotros mismos habíamos construido”, expresó Oficialdegui.

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