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El clima preocupa en el campo, y no sólo por El Niño que llega

Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario puso el acento en las consecuencias del cambio climático en la región.

Si hay algo que caracteriza al hombre de campo es su continua mirada el cielo, no tanto por su espíritu creyente sino más bien por la sufrida espera de la lluvia que no llega o el rechazo de la que golpea demasiado. Su producción, su desarrollo, su destino, dependen de un equilibrio muy delgado que está acostumbrado a sobrellevar, pero que no puede manejar.

A esa constante, que define en algún punto hasta el carácter del productor, en los últimos meses se agregó la preocupación por la inminente llegada del fenómeno El Niño, que supone un sensible incremento de las precipitaciones.

El último ingrediente de la compleja situación lo agregó esta semana un informe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), de la Bolsa de Comercio de Rosario, que comparó las lluvias en la región de El Niño más intenso, el de 1997-98, con las lluvias de octubre a marzo de 2013-14 y 2014-15. “Los mapas de lluvias expresan que el volumen de agua acumulado es ligeramente superior en los recientes años a pesar de no tener la influencia del fenómeno del Pacífico”, dijeron en el informe, y lo relacionaron con los efectos del cambio climático: “Si en este verano, los fenómenos regionales son fortalecidos por El Niño y se acopla el efecto del cambio climático, un escenario de alta complejidad puede marcarle el ritmo al ciclo de granos gruesos”, agregaron.

En diálogo con El Ciudadano, Cristian Russo, del GEA, expresó: “Lo que nosotros estamos viendo es que hay anomalías que se vienen dando, y si bien puede resultar discutible hablar de cambio climático, estamos protagonizando cosas que estamos midiendo y se pueden correlacionar con este fenómeno, que habla de que se modificó un grado hacia arriba la temperatura planetaria en los últimos 100 años.

—¿Cuáles son las consecuencias?

—Eso hace que todo se vuelva más inestable, y se expresa de muchas maneras, como por ejemplo con fenómenos que son mucho más fuertes, con lluvias que dejan mucho milimetraje en poco tiempo. Antes eran hechos mucho más aislados pero ahora estamos viendo que se expresa a nivel regional. Si uno se fija bien, está habiendo como un aumento del régimen pluviométrico. Es como si estuvieran aumentando las medias que tenemos de lluvia.

—¿Por qué la comparación se hace con 1997-98?

—Porque en esos años se dio El Niño más fuerte. Y si vos tomás los últimos dos años, prácticamente están al mismo nivel, o ligeramente por encima, sobre todo la campaña anterior. Venimos de dos campañas con mucha agua, con las napas en el límite, con lo suelos saturados y colapsados. Y con este miedo que nos da que de repente lluevan 150 milímetros Y por otro lado, los necesitamos esos 150 milímetros. Es una situación un poco paradójica, pero es como estamos parados ahora.

—Se sumarían tres factores: las napas saturadas, el antecedente de las lluvias anteriores y el anuncio del fenómeno de El Niño

—Estamos atravesando una etapa en la que se están manifestando anomalías que están asociadas al cambio climático. Y estamos viendo que puede haber un cambio en el comportamiento del clima en la región. El cambio climático se puede manifestar de muchas maneras, de repente puede haber un pozo seco muy intenso. Nos pasó eso. Las anomalías se hacen más frecuentes y se vuelven más intensas. Esto obedece a que el cambio climático hace más inestable a la atmósfera. El tema es discutible, pero nosotros vemos que está explicando esta variación.

—Entonces el Niño no lo explica todo…

—Se habla mucho de El Niño, pero se nos está escapando el elefante, que es el cambio climático, que está haciendo que cada vez tengamos más precipitaciones, y un clima más salvaje, con más cambios.

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