En otra interminable pero esta vez más densa jornada de negociaciones, el oficialismo del Concejo Municipal buscaba forzar anoche la aprobación del Presupuesto 2015 y el aumento de la TGI –que al final se daba casi por descontado que sería inferior al 40 por ciento y no pocos opositores empujaban que ni siquiera llegara al 30– aunque no así el aumento del boleto, cuya base de discusión parecía haberse plantado en los 5 pesos, lejos de los 5,68 que había determinado como valor el último estudio de costos elevado al Palacio de los Leones y girado al Palacio Vasallo. Aunque al cierre de esta edición nadie daba algo por sentado –salvo los que estaban decididos a no acompañar ninguno de los proyectos a menos que hubiera profundas y no sólo numéricas modificaciones– lo que aparecía más claramente en el horizonte era que a las 24 caducaban los mandatos del socialista Miguel Zamarini como titular del Cuerpo Legislativo, y los de la kirchnerista Norma López y la macrista María Julia Bonifacio como vicepresidentas, por lo que antes de ese momento los ediles deberían haber elegido nuevas autoridades o ratificado las existentes por un nuevo período. Pero pasadas las 22 ni siquiera eso estaba del todo claro.
“Si yo fuera periodista no me animaría a escribir nada”, se sinceraba el ex intendente Héctor Cavallero. Todavía conservando la paciencia el edil del Partido del Progreso Social esperaba pasadas las 22 la convocatoria a los distintos bloques a una reunión en la presidencia de “La Casa”: estaba pactada para las 21.30.
“El Concejo no va a dejar de funcionar. Eventualmente se hará lo que dice el reglamento y el concejal de mayor edad ocupará la presidencia”, deslizó por su parte el edil Jorge Boasso. A esa altura el radical seguía plantado en sus trece: no iba a acompañar el presupuesto a menos que se atendieran una serie de observaciones que había realizado en una conferencia de prensa similar a la de días atrás sobre el tema del boleto, con sus pares Osvaldo Miatello, Diego Giuliano y Roy López Molina.
Tras permanecer casi todo el caluroso día en 1º de Mayo y Córdoba –donde para peor, dos veces se cortó la luz durante la jornada– Boasso tomó un respiro casi convencido de su voto negativo “a menos” que se atendieran sus planteos. Para el edil, el aumento de la TGI pedido por el Departamento Ejecutivo era, sin más, un “exabrupto”. Y sólo “consideraría” cifras que fueran en línea con datos de la realidad: “Kicillof habló de una inflación del 24 por ciento”, razonó mencionando al ministro de Economía de la Nación. “Y el aumento a los municipales (de 2014) fue del 29 por ciento”, completó.
“El contribuyente paga la tasa con su sueldo y tiene que ir en línea”, cerró Boasso.
Pero su posición no era compartida –o al menos eso se leía anoche en los pasillos del Palacio Vasallo– por sus dos compañeros en el bloque Radical, María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale. Incluso fuentes del oficialismo estaban haciendo números contando a ambos como favorables al presupuesto (ver aparte), e incluso aventurando una aprobación “de primera minoría” a la ordenanza. El camino, ajeno a lo que viene ocurriendo en años anteriores –tanto que nadie recordaba un episodio análogo– sólo era posible si al menos tres de los 24 concejales resolvían abstenerse. Pero allanar así el camino a la ordenanza madre resintió el mismo interbloque oficialista. Es que para muchos ediles de una y de otra orilla, la concepción es que el presupuesto, en tanto máxima herramienta de gestión, no debe tener palos en la rueda, y la vía es buscar hasta lo imposible el acuerdo.
“Nosotros estamos dispuestos a acompañar, pero desde lo que venimos diciendo históricamente: que cuando se habla de fondos específicos como pavimento, desagües, obras, donde dice «podrán» debe decir «deberán» ser ejecutados. Porque el año pasado no se hizo una sola cuadra de pavimento a nivel definitivo”, se quejó el ex intendente Cavallero. Y como ejemplo de lo que marcaba citó: “El año pasado pavimentar una cuadra con cordón cuneta y desagües pluviales costaba 650.000 pesos. Ahora, 1.150.000. Es el precio por no haber hecho lo que estaba escrito”, se quejó.
Por si las diferencias fueran pocas, el clima poco contribuyó para mitigarlas. Con la luz cortada, no fueron pocos los ediles que, agotados, huyeron del Palacio Vasallo por una ducha y una muda de ropa. Pero nada indicaba que la lluvia que se desataba anoche, hubiera cambiado algo.
Porotos
“Estamos haciendo un papelón. Esto es una falta de respeto a la gente, y a nosotros”, se había enojado un concejal –y no de la oposición sino del oficialismo– al caer la tarde.
No sabía entonces que faltarían horas más sin definiciones. En ese marco, el oficialismo había pasado del intento de alcanzar consensos a llegar a un número. Para el precio del boleto, trascendidos indicaban un valor de 5 pesos y la incorporación de subsidios de la Nación al estudio de costos local: así podrían sumar el voto del justicialista Osvaldo Miatello y la predisposición del peronista “Solidario” Carlos Cossia al número crítico de ocho voluntades –los socialistas Miguel Zamarini, Manuel Sciutto, Viviana Foresi y Miguel Cappiello, los radicales Daniela León y Martín Rosúa, el arista Carlos Comi, el demoprogresista Aldo Poy–. Con esos diez votos, el desafío era lograr tres abstenciones, pero la negociación no prosperó. Y la misma cuenta se hacía con el presupuesto y la suba de la TGI, para lo que el oficialismo buscaba contar con otros dos votos diferentes: los de los radicales María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale, precipitando así la ruptura con el jefe de bancada, Jorge Boasso. También allí dependía la cuenta de tres abstenciones para, en ambos casos hacer valer el doble voto de Zamarini como titular del cuerpo. Pero tampoco anoche parecía haber prosperado.
Quejas por cuatro
Los ediles opositores Jorge Boasso ,Diego Giuliano , Roy López Molina y Osvaldo Miatello salieron a decir lo suyo por segunda vez: días atras fuer por el boleto, en la mañana de ayer frente al proyecto oficial de presupuesto 2015.
Para el justicialista Miatello, el aumento pedido es “absurdo”. Y marcó: “No pretendemos desfinanciar al municipio y por eso planteamos alternativas para modificar partidas”. En ese marco enumeró que “el 94 por ciento de los gastos son corrientes, y solamente 6 por ciento se va a invertir en obra pública”. Advirtió que iban a dar el debate para modificar. “Y en el tema tasas solamente vamos a admitir pauta inflacionaria”, avisó, lo que orillaría un 30 por ciento.
El radical Boasso sostuvo que la ciudad está deteriorada a todo nivel, frente a lo cual “lo único que se hace es subsistir”. “Esto genera que no se invierta en cloacas, en el mantenimiento de las calles, en pavimentación o en la construcción de viviendas para relocalizar villas de emergencia”, marcó.
El macrista López Molina describió las cuentas municipales como un gasto superior a los ingresos, algo que “no hay ninguna economía, ni la economía familiar, que resista mucho tiempo” .
Y el justicialista Giuliano describió como “crónico” el déficit municipal: “Los ingresos y egresos aguantan 11 meses. Hay un mes que queda descalzado y eso tiene que ver con la forma en que se han administrado las cuentas en los últimos años”.
Así, el naciente interbloque propuso un programa alternativo: un mecanismo de garantía de ejecución de obra pública, plan de facilidades de pago de Drei/TGI y premio al “contribuyente responsable”; programa de congelamiento de cargos políticos, reducción de gastos no prioritarios y monitoreo sobre adquisiciones, así como fortalecimiento del Fondo de Lucha contra la Drogadicción y el Programa de Protección Ciudadana.